martes, 23 de abril de 2024

Capítulo 212: La (no) leyenda de Sant Jordi

Sant Jordi era un caballero sin reino, un vasallo sin rey, un hombre sin verdadera reina. Vagando por tierras inhóspitas y buscando un motivo por el que morir, encontró a una princesa. La princesa, inocente, desvalida, ligada a una tierra de mala raza, quería volar pero algo lastraba sus alas. Siempre encerrada en su castillo se moría de ganas por vivir mil aventuras y vio, en el caballero de armadura deslustrada, la oportunidad que llevaba esperando durante toda su corta vida. 

El caballero, haciendo honor a su título, ejerció como tal. ¿Quién no lo daría todo por liberar a una desvalida princesa de la que era su prisión en vida?. Le abrió las puertas de su humilde mundo; le enseñó a cabalgar, le descubrió las mejores posadas, puso a su pies su conocimiento, habilidades, alma y corazón. Incluso le llevo a lugares sagrados para él y le mostró secretos que jamás había desvelado. La princesa, aparentemente inexperta en estos lares, se dejó llevar. Pero era una princesa con unas ansias de vivir desbocadas. Nada le impedía cumplir sus deseos, ninguna regla ni ninguna norma estaban hechas para ella. El caballero, dueño únicamente de su destino, empezó a flaquear. La princesa le prometía eternidad, devoción, una vida juntos, quería que fuera su caballero leal y que librara todas las batallas a su lado. Y él finalmente claudicó ante sus deseos. Hincó rodilla, le entregó su espada  y juró fidelidad hasta el fin de sus días. 

Fue cuando la princesa le pidió que matara al dragón. El caballero ni dudó, cualquier cosa por la dueña de su corazón. Sin titubear cargó contra el monstruo que amenazaba a la princesa y en una lucha larga y desigual, donde tan solo el deseo, el creer en ella y el querer estar a su lado podían equilibrar las fuerzas, perdió la batalla. 

No existía tal dragón, no existía tal batalla, luchó contra un demonio que no vio venir, porque la princesa ya no necesitaba al viejo caballero, un caballero sin tierras ni estatus ni edad para darle lo que ella creía merecer. Ella ya había buscado a su nuevo rey y el caballero sobraba, así que lo entretuvo peleando contra su fantasma mientras ellos huían juntos. Nunca lo quiso a su lado, tan solo buscó la manera de salir de su castillo y librarse de su inexperiencia, y que mejor que la ayuda de un ingenuo caballero quijotesco que lucharía contra molinos que parecían gigantes tan solo con ella se lo pidiera. 

El caballero, maltrecho y herido más allá de la carne, se quedó de rodillas en el charco de sangre  y lágrimas que surgió de pelear contra un enemigo al que no se podía vencer: la mentira y un corazón de hielo. Y allí, destrozado por el "dragón" al que amaba y había amado como a nadie en la vida, finalmente sucumbió. De esa sangre y esas lágrimas surgieron rosas a pedazos y mil historias desgarradoras que seguirán brotando, por desgracia, para siempre, y sin final... feliz día de Sant Jordi.



Este era mi presente, de haberme atrevido. Pero ¿quién se atreve sabiendo que ya no te importa, que no soy ni recuerdo y sabiendo que no es de mí de quién lo esperas, y no es a mí a quien se lo vas a dar? 

De nuevo la rosa, otra vez a trozos, pero estos durarán más que la última vez (quién me iba a decir a mí que lo que fue una idea loca ahora con un lego fuera igual. Bueno, igual no, aquello salió de mi imaginación, aquello fueron horas de trabajo exclusivas para una sola persona, que merecieron un simple "gracias" un día después)

Y el libro, mi libro favorito, como ya sabes. Un libro que, aunque no me cambiara la vida de forma brutal, sí fue un antes y un después en mi formación personal, emocional e intelectual. A todos los que nos gusta leer tenemos un libro fetiche, un referente, uno que nos marca y deseamos transmitir a todas las personas que queremos para que puedan sentir esa sensación a su vez. Esto no es un simple libro, porque te puede gustar más o menos, esto es un gesto alegórico, simbólico: es regalar mis mejores deseos, es regalar una experiencia vital que me marcó, es como regalar un trozo de mí para que tú también lo tengas. 

Soy un pobre desgraciado que nunca deja de soñar, un pobre hombre que lo ha perdido todo pero que, sabiendo que no lo mereces, no deja de desearte lo mejor y de luchar tantas batallas como puedas pedirme. Lo mejor de mí para ti. Si lo quieres, puedes venir a buscarlo, ni el libro, ni la rosa ni yo nos vamos a marchitar.

(Editado: Para el ser más importante de mi vida. Te quiero)





lunes, 15 de abril de 2024

Capítulo 211: Hughie o el Eterno Retorno

Hace un rato acabé de ver el capítulo seis de la segunda temporada de "The boys". Una escena me llamó la atención: The Butcher y Starlight tienen una pequeña conversación sobre Hughie, que está delante de ellos, inconsciente, en la cama de un hospital. Tras reírse sobre su afición a lavarse con champú de niños con olor a fresa ( debo reconocer que yo hice lo mismo hasta hace poco tiempo), Starlight, reflexiva y con cierto remordimiento, dice en voz alta: 

- Pero realmente... nunca se rinde contigo, ¿verdad? 

A lo que The Butcher responde: 

- No, y te sigue a todas partes como un perrito.

Finalmente Starlight replica: 

- Es demasiado bueno para nosotros...

-Sí.

A veces me siento como Hughie. Tengo la sensación de no haberme rendido jamás con nadie que entrara en mi vida. Suelo ser una persona bastante hermética y el umbral de acceso a mi confianza es bastante elevado, pero aquellas personas que lo cruzan lo hacen para siempre. Una vez estás dentro, estás dentro

Y una vez en mi mundo es como si llevaras una pulserita del "todo incluido", como en esos resorts de vacaciones. Todo incluido, o casi todo. Ese privilegio ha correspondido, generalmente, a personas que se han hecho dignas de mi confianza por méritos propios, un círculo de oro inquebrantable, que, a pesar de su solidez, se ha roto en demasiadas ocasiones para mi gusto.

Imagino que encontrar gente así es maravilloso para aquellos que pasan por la vida arrasando todo lo que tocan. Personas que tienen la capacidad de controlar de forma magistral sus conciencias y que pueden permitirse el lujo de exprimir el amor y la confianza de quienes les acompañan para posteriormente cambiar de huésped y volver a repetir el ciclo sin sentir el más mínimo remordimiento. Lo que empieza como una relación simbiótica acaba como un parasitismo donde el individuo fuerte desarrolla su capacidad de supervivencia utilizando al elemento más ingenuo para que cubra sus necesidades básicas y vitales y luego, a otra cosa, mariposa.

Lo que sea para sobrevivir, lo que sea para que el camino sea imparable y exitoso. Poco importa el estado en que quede la víctima: el cuco pone los huevos en otros nidos y una vez sale el polluelo de su cáscara empuja al vacío la puesta original eliminando así toda competencia, la mantis religiosa devora la cabeza del macho al realizar la cópula, el muérdago penetra en la corteza de los árboles y se nutre de su savia y nutrientes hasta la muerte del mismo. En estos casos no hay marcha atrás, pero ¿qué sucede cuando el afectado sobrevive?

Cuando sobrevive, la víctima pierde la esencia de lo que un día fue. Las secuelas y las cicatrices hacen languidecer cada célula de su ser y el resto de la existencia es un deambular errático e inconexo, lejos del vigor y las ganas de vivir que se tuvo en su día. Normalmente el tiempo cura los destrozos del paso de estos huracanes devastadores y aprendes por las malas que debes alejarte de su camino como alma lleva el Diablo. Pero a mí la naturaleza no me dotó con el don del sentido común o con el instinto de supervivencia de los seres vivos. Yo, como Hughie, de forma voluntaria y conscientemente, no me rindo ni me alejo, muero abrazado a mi perdición.

A todas las personas a las que he querido, sea solo de forma afectiva o sentimental, las he intentado mantener a mi lado, indiferentemente de las circunstancias que dieran fin a aquella relación. Mi más que recurrente maldición de no poder olvidar los buenos momentos pero sí enterrar los malos, ha provocado  situaciones donde, incluso siendo yo el agraviado, he seguido dando y haciendo todo por la otra persona. 

He intentado no perder el contacto, he intentado perdonar "errores", he concedido tiempo y espacio de forma inmerecida, he luchado, me he preocupado y empatizado con personas que tuvieron cero arrepentimiento hacia mí por su egoísmo desmedido. Tras años he intentado reencuentros, les he escrito preocupándome por ellas, he insistido más de una vez a lo largo de tiempo a pesar de no obtener respuesta. Las pocas personas que sí respondían me agradecían el gesto y reconocían que no habían conocido a nadie como yo, pero cuando dejaba de insistir volvían a desaparecer para quedar ya definitivamente en el olvido. 

Creo que me falta esa capacidad de pasar página que tienen los demás. Para mí, todos los libros de mi vida tienen un marcador a partir de donde sería capaz de continuar la historia como si la hubiera dejado de leer ayer mismo. No he aprendido a asimilar que la gente cambia, que mucha gente no mira atrás. En sus batallas no se hacen prisioneros y el pasado deja de existir porque de haberlo querido realmente hoy seguiría siendo su presente.    

Pero yo no abandono. No por que no deba, no porque se lo merezca; no abandono porque si un día tuve un motivo para morir por ello, ese motivo seguirá existiendo siempre para mí. Porque me niego a creer que la gente que creía conocer y a quien entregué todo mi mundo, a quien mostré mis debilidades y mis flaquezas, sean capaces de hacerme daño siquiera por omisión. Cuando le dices a alguien que lo dejarías todo ella, que no necesitarías a nadie más a tu lado de aquí al fin de tus días, que solo necesitas una mirada para saltar al vacío porque podrías dejar tu vida en sus manos sin dudarlo un segundo, entonces, solo entonces, la palabra rendición desaparece de tu vocabulario. 

Sí, existen todavía tontos que son (somos) capaces de esto y mucho más. Existe gente que no necesita más que un punto de apoyo para mover el mundo, aunque ese apoyo se hallara en mitad un terremoto. Conocía todas las mentiras, era consciente de ser una cachipolla efímera en un bosque de pinos contadores (Terry Prattchet reference), se que mis 20 veces cada día luchan contra su media vez en 4 meses, y se que el perrito del que hablaba The Butcher en realidad es un perro viejo abandonado en una gasolinera y con su collar colgado ya del cuello de otro perro, pero, ¡por Dios!, por mucho que lo intento no encuentro la manera de rendirme dentro de mí.

Tengo mil motivos, mil desprecios y mil señales. Todo lo que se me pudo hacer me lo hizo, todo lo que más daño podía causarme lo usó contra mí. Noto, al pensar en todo ello (los cuernos, los engaños, los subterfugios insostenibles para justificar cada decisión y cada acto) como mi corazón se desgarra y grita de dolor. Me enfurece y me dan ganas de ahogarme a mi mismo por imbécil, por débil y por pusilánime; por ser un "simp" como dicen los americanos. Pero cuando pasan unos minutos toda esa efervescencia se desvanece y vuelve el Hughie que, aunque es maltratado, manipulado y humillado constantemente, solo desea volver a ser feliz y recuperar a la Luz Estelar de su vida.

No rendirse es duro y agotador, y lo peor, casi siempre es en vano. Seguir adelante cuando no hay esperanza y todo el esfuerzo es inútil es absurdo. Es un punto de la vida donde el resistir se convierte en un ejercicio de resilencia fútil y en un suplicio que lo enturbia todo. El problema es que no podemos evitarlo, ser demasiado buenos no es una decisión, es un acto reflejo, una impronta imborrable que se impone sobre cualquier otra reacción natural que podamos tener. Igual el problema sí que está en todos aquellos que, al detectarlo, lejos de alejarse para no hacer daño estas personas, se aprovechan de la situación y la explotan en su propio beneficio hasta que ya es demasiado tarde y el mal provocado se vuelve inasumible y eterno. Pero qué más les da, ya no están ahí para lidiar con las consecuencias.

Me quiero rendir y no puedo. Pero a su vez solo quiero estar ahí, porque es lo que deseo, quiero verle feliz, apoyarle, ser la red de seguridad que le permita llegar a todo y brillar por encima de las estrellas mientras me coge de la mano y me impulsa a su vez. Quiero que abras los ojos, ser el yang en tu oscuridad, ser tu canario. Quiero no merecerlo, quiero que pienses que soy demasiado bueno para ti; quiero ser tan tan bueno que no puedas permitirte el lujo de perderme.  



miércoles, 10 de abril de 2024

Capítulo 210: Sangre de mi sangre

- ¿Es la primera vez que donas sangre?

- No, ya lo he hecho varias veces, aunque no me gustan mucho las agujas y por eso ya ha pasado algo de tiempo desde la última vez. En realidad me obligo a venir porque se que mi sangre es muy necesaria, es de la rara, y se somos muy pocos.
 
- ¿De la rara?
 
- Sí, de esa que sirve para todos y …
 
- Ah sí, “0 negativo”. Yo la tengo igual, aunque yo la llamo sangre de la buena: nosotros siempre podemos dar a todo el mundo pero nadie nos da a nosotros.
 
- Ya, la historia de mi vida...
 

Fui a donar sangre hace un par de semanas, hacia mucho que no iba. Fue en parte culpa mía, por pura dejadez, y en parte porque ella nunca quería (una red flag tan grande como todas las otras que me comí por perderme en un camino con tantas curvas). El centro había cambiado de lugar, ahora está en un módulo prefabricado, ubicado justo a la salida del metro, colocado allí con la esperanza de atraer a más gente a donar al estar en un sitio más concurrido. Almas de cántaro, los altruistas que solían hacerlo ya casi no pueden debido a su edad y las nuevas generaciones por no dar no dan ni las gracias.

Me habían pinchado mucho en este último año pero al llegar a la camilla pasó lo de siempre. Volví a montar mi espectáculo "pre-punción", un recital de chascarrillos manidos y verborrea incesante derivada de unos nervios que mi enfermera, una señora mayor muy bregada en este tipo de lances, supo aplacar de forma firme y eficiente. Aun y así conseguí hacerle reír un par de veces y es que ella puede que ya hubiera visto de todo en este mundo pero subestimó la capacidad inventiva de un cobarde cuando le van a clavar una aguja en el brazo. Lo más curioso es que esta enfermera también tenía sangre “0 negativo” y cuando le conté que tanto la directora del centro como yo teníamos su mismo tipo y que para ser solo el 9% de la población ya era casualidad que nos hubiéramos juntado allí tres mochuelos de un mismo olivo, ella me dijo de forma seria y algo teatral:

-¿A sí?. Pues lleva aquí 10 años y no ha donado ni una sola vez. Voy a tener que hacerle una visita.

Imagino que series como “Los Soprano” nacen de personas y situaciones como esta porque llegó a helarme la sangre tan solo por el tono en que lo dijo. 
 
Pero como si esto no fuera suficiente, el otro enfermero que trabajaba allí  también parecía sacado de otra serie, más concretamente la que hubiera surgido de un crossover entre “Dexter” y “Crónicas Vampíricas”. Tez blanca, ojos profundos y brillantes, no muy alto, extremadamente entusiasta con su trabajo y siempre saltando de máquina en máquina y de paciente en paciente como si tratara de devolver a la vida a nuevos Frankesteins en un día de tormenta. Así que no fue de extrañar que, cuando una chica joven, de piel clara y cabello oscuro, de paso dubitativo y la viva imagen de una primeriza, apareció por la sala, él cayera sobre la pobre infeliz como un autobús del Imserso cae sobre el buffet libre de un hotel. 

- Túmbate aquí. ¿En qué lado prefieres que te pinche?.
 
- Me da igual. Bueno,igual mejor en el izquierdo.
 
- A ver, remángate, déjame ver ambos brazos. Uy, en el derecho tienes muy buenas venas, qué bonitas. A ver el izquierdo. Aquí también se ven bien, pero las del derecho se ven mucho mejor.
 
- Bueno, pues entonces, si puedo elegir, prefiero en el izquierdo, si te va bien.
 
- Sí claro, se puede pinchar aquí, pero déjame mirar de nuevo el lado derecho. A ver, en el izquierdo puedo hacerlo, pero las venas del derecho es que son preciosas, mira como se marcan. (Mirada fija y sonriente como quien tiene todo el día para esperar que le digan que sí).

- Jajaja... jaja... (risa nerviosa). Sí, ya, pero da igual, si dices que en el izquierdo también se ven, pues en ese. (Se mira el brazo, lo mira a él, se vuelve a mirar al brazo, lo vuelve a mirar a él, sonríe como bien puede). 

- Venga, pues nada, en el izquierdo. (Resignación). Te pongo la goma y vemos dónde te pincho. En el derecho no hubiera hecho casi falta apretar, porque de verdad, no había visto unas así en mucho tiempo.  Vale, listo, vamos haya, respira profundo, solo notarás un pequeño pinchazo y ya está... (Silencio)... No, en serio, ¿seguro que no prefieres...?

La chica me miraba de refilón, nerviosa, como diciendo “pero qué coño… ayuda…”. Así que, para desviar el tema y sacarlo de ese bucle "veno-obsesivo", le pregunté lo primero que se me pasó por la cabeza. Nos llegó a contar que trabajaba por la mañana en el laboratorio, haciendo análisis de sangre, y por la tarde en el banco de sangre, por si no había tenido suficiente dosis de agujas. Acabó confesándonos que le encantaba pinchar pero no que le pincharan. Disfrutaba con su trabajo y no le aburría ni lo más mínimo, a pesar pasarse todo el día haciendo lo mismo, cosa que nos habíamos empezado a oler hacia rato y que empezó a preocuparnos por el hecho de que nosotros estábamos atados a esas camillas y él no. Ya no sabíamos ni donde mirar. Al final no pude reprimirme y le acabé soltando:

-Entonces tú, cuando ligas con una chica, ¿qué le dices: "Me encantan tus ojos pero... buf, esas venas, Dios como me ponen?". 
 
Se puso a reír y a la chica no le quedó otra que girar la cabeza para contener la carcajada. Al final mi bolsa se acabó de llenar. Aquello parecía una bota de vino a punto de reventar. No sé por qué pero me vino a la mente las panzas de esos mosquitos a los que "dono" sangre 400 veces cada verano y que apuran hasta la última gota para acabar pareciendo morcillas con alas. 
 
Era hora de marchar. Me supo mal dejarla en manos de ese psico hemato-belonefílico pero era ella o yo. Al abandonar la sala de pinchazos pude ver, en la distancia y mientras me despedía, como intentaba decirme con la mirada "corre tú que puedes". Antes de salir definitivamente de aquella casa de locos y mientras me ponía tibio a base de zumos de piña, vi al enfermero peleándose con una máquina que pitaba como si el reactor de Chernobyl estuviera a punto de fusionarse para, más tarde, ponerse a ver un tutorial de Youtube y conseguir aprender a envasar al vacío una bolsa de plasma de un hombre que llevaba allí media tarde y al que no les iba a quedar más remedio que tener que adoptar. Pensé, ¿y en tres meses debo volver por aquí?. Ni tan mal oye.

Cuento todo esto porque a raíz de mi donación hoy he recibido un mensaje al móvil. Decía que mi sangre se ha enviado al Hospital Vall d' Hebron para un paciente y me daban las gracias. He estado pensado en ese pobre desgraciado o desgraciada. Desde este momento lleva una pequeña parte de mí. Mi idiosincrasia corre por su venas, infectando ya todo su cuerpo. Desconozco su vida y sus circunstancias, aunque obviamente no serán las mejores si está en la cama de un hospital y ha necesitado una transfusión, pero pienso en lo que implica la putada de que mi sangre esté corriendo por sus venas. ¿Se pegará el destino?. ¿Desde hoy notará la mala leche que me invade cada día?. ¿Notará la pena, el cansancio, la ira contenida, la impotencia, la mala suerte congénita y el desaliento que forman parte de mi vida desde hace casi un año a esta parte?. ¿Odiará como odio yo el sentirse tan solo, tan insignificante, el vagar por la vida como un alma en pena atrapada en el limbo, sin nada que haga que la sangre vibre o corra desbocada y que en su lugar solo hierva por los recuerdos, las mentiras y el abandono inmisericorde?. Quiero pensar que mi sangre puede salvar vidas y no volverlas más pesadumbrosas.

Desde hoy somos colegas de penares, por fin alguien conoce de ciencia cierta qué estoy pasando. Ahora tengo otro hermano u hermana de sangre. Espero que, si alguna vez se cruza con ella por la calle, un algo irracional le haga sentir rechazo y antipatía, como cuando un perro gruñe al percibir una amenaza en el ambiente, que mi sangre haya servido de detector de ingratos. Ojala me hubiera servido a mí, ojala no hubiera acallado todas las señales y advertencias que zumbaban en mi cabeza, ojala hubiera sabido que todo tiene un precio. La vida te da regalos mágicos pero luego se los cobra, vaya si se los cobra, lo estoy pagando con sangre y lágrimas. Lo peor, volvería a hacerlo.
 
 
 
PD: Hoy tuve visita de control de mi clavícula. Sorpresa, palabras textuales: "Lo que a ti te ha pasado no suele ser muy normal, una hebra se ha quedado enganchada a la placa que llevas, tendremos que quitártela y volverte a operar, para ver si se suelta, pero no antes de septiembre". Un año con dolor de clavícula y músculos del brazo para luego a volver a empezar. Hipotecado otro año, otro sueño que se esfuma. No gano para pagar facturas vitales. Ni un respiro, ni un plan intacto, ni un golpe de suerte. Aposté todo al verde y ha salido el rojo sangre y en negro oscuridad. Desafortunado en el juego y desafortunado en amores. Joder, ¿qué será lo próximo?.




sábado, 30 de marzo de 2024

Capítulo 209: Penitencia y calvario

Imagino que, de pequeño, era cristiano por influencia materna; ella creía en Dios, en su bondad, en su justicia y en su omnipotencia. Lo mío era una fe prestada, simple mimetismo, una fe que en cuanto empecé a leer libros perdí a base de empirismo puro y duro. Mi madre tardó algo más en darse cuenta que no hay Dios, ni Rey ni Patria, como rezaban los carlistas. Cuando marchaba descubrió que nadie superior veló por ella. Nadie respondió a sus plegarias, supo que nacemos solos y morimos solos por mucho que alguien sostenga tu mano hasta el final. Un mundo de creencias y fe que acabó el mismo día que ella, años atrás, creyó en la providencia.

Y desde entonces un camino de calvario y penitencia se libra dentro de mí, solo que esta Semana Santa la cruz que llevo a mis espaldas es más pesada y profunda. Debería ser una época en que se propiciara un cambio interior, un arrepentimiento sincero y la renovación espiritual para salir como una nueva persona; pura y libre de pecado y pena. Pero no, yo me siento más triste, atormentado y solo que nunca. Han pasado ya tres meses pero dentro de mí nada ha cambiado. Todo son recuerdos, añoranzas y una rabia que apenas puedo contener. He sido crucificado en vida y mi Poncio Pilatos se ha lavado las manos.

Me siento como si me hubieran robado la vida, como si me hubieran quitado por segunda vez la única cosa que me hacía realmente feliz, solo que en esta ocasión ha cambiado de manos y han dejado en bucle la película de lo que nunca más tendré. 

Más que nunca, estos últimos meses, me he dado cuenta que estoy (estamos) solos. Entiendo que la soledad sea, cada vez más, la peor enfermedad que un ser humano pueda padecer y que no hay remedio efectivo conocido que asegure curarla. Nadie puede recetarte a alguien en particular porque solo uno sabe, mediante prueba y error, qué y quién puede hacerte sentir acompañado. A su vez, necesitar a alguien no implica que esa persona vaya a tener un sentimiento mutuo que le consiga reconfortar tal y como ella te reconforta a ti. No hay dosis, no hay horarios de administración, a veces ni siquiera hay solución alternativa que pueda funcionar y, en la mayoría de las ocasiones, con el tiempo te vuelves inmune o resistente al remedio o hay efectos secundarios. Son pocos los que encuentran la panacea de la felicidad, el elixir de la vida eterna, su otro yo.

Estar solo es una opción, sentirse solo una maldición que no eliges. Los anglosajones, cuyo vocabulario es 300.000 palabras más extenso que el nuestro, tienen dos vocablos para diferenciar ambos sentimientos: alone (estar solo) / lonely ( sentirse solo). Yo siempre he necesitado mi espacio (creo que todos, en mayor o menor medida, lo necesitamos) pero es ahora cuando tengo la sensación de estar más solo que nunca. Una familia disfuncional que aprendió que la mejor manera de no llevarse mal es estar separada, parejas que, a pesar de tener otras virtudes, nunca supieron llenarme emocionalmente, amistades las cuales, igual por no cultivarlas como debiera, hacen lo que creen o pueden y a las que, moralmente, no puedo exigirles más porque el estar es algo que debería ser una elección. 

Por eso, cuando descubres que la vida no tiene por que ser así, que de la nada aparece alguien que demuestra un interés real e ininterrumpido, que la expresión “¿cómo estás?” no es una coletilla o una pregunta retórica, personas como yo, con un déficit de cariño exagerado y afectivamente necesitadas, no hacen más que volverse satélites de ese nuevo planeta. 

Gracias eso fui capaz de ser feliz contra viento y marea. Por ese motivo no necesitaba más que una rosa y un asteroide flotando en mitad de la nada donde posar mis pies para poder soportar ver como todo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor sin que eso me hiciera perder la sonrisa. Era feliz bajo la tormenta solo porque sabía que estaba ahí. Por eso ahora es tan duro, porque ahora nado en mitad de la nada, expulsado del juego como un impostor cuando tan solo era un simple tripulante que hubiera dado la vida entera por un segundo más en aquel viaje de ensueño.

La soledad con nostalgia es la peor de las combinaciones, un cóctel que desafía la entereza, la lucidez y la capacidad de supervivencia de cualquiera. Donde debería haber lucha solo hay resignación, donde debería haber rencor y odio solo hay recuerdos, donde debería haber olvido solo hay deseo. Sigo sin dormir, sigo maldiciendo las fiestas, sigo echando de menos los mejores días de mi vida, y a pesar que el tiempo pasa, yo sigo estancado en anhelos y eso es el peor Via Crucis posible, porque tras la penitencia y el calvario no hay resurrección, no hay milagro, no hay ángel de dorada estampa que venga, me coja la mano y me diga: Ya no estás solo. No volverás a estarlo. Estoy aquí de nuevo.

viernes, 8 de marzo de 2024

Capítulo 208: Bola de Drac eterna

"Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Tu amb mi: tots dos junts lluitarem.
Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Mai un amic sol no deixarem."

A veces, en la vida, cuando alguien se va, muere también una parte de ti. Normalmente suelen ser personas que han convivido contigo, seres cercanos o familiares que, de alguna manera, han marcado tu existencia con su conocimiento, su trato o su inspiración. Pero más allá de la impronta que puedan dejar esas personas, cada ser humano crece y toma forma a través de estímulos e influencia de otros referentes que se cruzan en su vida; una mezcolanza de inputs, a cual más variopinto, que terminan por cincelar tu yo real.  

En este caso, hoy he conocido la marcha del "formador" de una gran parte de mi adolescencia, así como de la gran parte de los que fueron mis coetáneos en esos años donde todos eramos tan impresionables. Ha muerto Arika Toriyama, dibujante y creador de las series manga "Dragon Ball" y "Dr. Slump". 

Más allá de la tristeza que me supone su muerte, es doloroso mirar atrás y ver que, la mayoría de los grandes nombres que hicieron de mi infancia un lugar más plácido, ameno y motivador, desaparecen poco a poco y dejan huérfana una parte muy importante de mí. 

Me crié, literalmente, viendo "Bola de Drac". La serie empezó a emitirse en Cataluña en febrero del 1990, y por aquel entonces, mi contacto con la lengua catalana era apenas residual. Eran unos dibujos espectaculares para el época, con unos protagonistas que rompían moldes y que te hacían desear ser ellos. Lejos del espíritu "woke" de hoy en día, en aquel entonces, la historia de dos aprendices de luchadores tutelados por un maestro pervertido y acompañados por una adolescente atractiva y aventurera, era una auténtica locura que nos abrió la mente como ninguna otra serie había hecho hasta el momento. Así aprendimos catalán una generación de chavales, la mayoría hijos de inmigrantes andaluces, y descubrimos los conceptos de la amistad, el esfuerzo, el sacrificio y la constancia. Fueron mucho más que unos simples dibujos animados, fue una fiebre de fotocopias, un acabar pronto los deberes para poder ver otro capítulo y una espera constante para que llegara el siguiente, un puente hacia una nueva forma de ver la vida, el inicio de vocaciones desconocidas y una ruptura de esquemas.

Y los que crecimos entre parques, la hora de los estudios, extraescolares, cómics y Son Goku, fuimos una generación muy feliz. A día de hoy, pasados ya algunos años, soy capaz de cantar de memoria las canciones tanto de "Bola de Drac" como de "Bola de Drac Z", cabecera y cierre incluidas. La esponja que eramos en esos tiempos marcó para siempre lo que somos ahora, y es una de esas cosas que mucha gente, ajena a aquel fenómeno excepcional, nunca entenderá. 

Ha habido personas, muy cercanas a mí tanto física como emocionalmente, que no ha llegado a entender lo importante que fue criarse en un momento como aquel. "Pero qué friki eres". Esa expresión, aparentemente inofensiva, siempre ha guardado un punto de desprecio y desdén como si el hecho de ser ya un adulto implicara una falta de madurez o seriedad por seguir disfrutando de aquel universo. Pero es que leer Ibañez me enseñó a no ponerle puertas a mi imaginación y aprender a dibujar, ver "Bola de Drac" me enseñó a hablar catalán, socializar y romper poco a poco los muros de mi tremenda timidez y a conocer y valorar el significado de la amistad, jugar con bloques de construcción ("Tentes") y playmobils desató mi creatividad y el don de buscar más salidas de las que unas simples instrucciones pudieran indicarme, devorar la bibliografía completa de Terry Pratchett (muchos ignorantes dirán que es un autor infantil) hizo explotar en mí el gusto por la lectura, por la escritura y, por primera vez en mi vida, tuve un ídolo real al que seguir, admirar y en el que desear convertirme. Todos aquellos años sacaron lo mejor de mí, los que me llamaron friki después y no supieron valorarme, lo peor.

Igual tú no entenderás que con 14 años prefiriera cantar "Arare-chan" antes que alguna canción de Raw Alejandro o Bad Bunny, o que ver al Senbei Norimaki (Doctor Slump) echar sangre por la nariz al ver las braguitas a la Señorita Yamabuki me parezca mucho más adecuado que escuchar las explícitas letras de cualquier reggetonero del tres al cuarto. También prefiero pagar 10 euros por una camiseta con Monkey D Luffy en el pecho que 30 por llevar el logo de Dolce&Gabanna o de Jack and Jones y que así parezca que tengo más clase; igual es cosa de "frikis", ¿no?. 

La cuestión es que no se ha muerto alguien cualquiera, se ha muerto una persona que regaló una infancia alucinante a millones de niños sin unos referentes claros ni sanos y que posiblemente forjó la última generación de gente que sabe lo que es el amor, el compromiso, luchar por su ideales y el no rendirse jamás, una generación que sería capaz de levantar las manos para dar su energía vital a quien la necesitara. 

Hoy vuelve a ser un día triste en mi existencia, y van demasiados. Busco motivos y salidas para empezar a ver la luz al final del túnel pero la nostalgia es un lastre demasiado pesado que no deja de arrastrarme hacia la oscuridad. Lo peor es que, incluso viendo como parte de mi vida se difumina, mi gran losa sigue sobre mis espaldas, infiltrándose en cualquier tema de mi vida, llevándome todos los caminos al mismo lugar, a la misma persona. Akira Toriyama creo infinidad de personajes pero siempre me sentí identificado con Krilin. Su historia de personaje secundario, que luchaba con todas sus fuerzas a pesar de ser inferior a todos sus amigos, me hizo ver que el autor construía relatos para gente común. Historias de amor y redención, como cuando el propio Krilin pide como deseo al Dragon Shenron que salve la vida al Androide 18, convirtiéndola en humana y logrando su pequeña victoria, tal vez mucho más importante que la que consiguieron el resto de los héroes. 

Akira transformó un robot en humano. Es una pena que sea demasiado tarde para que vuelva a hacer lo mismo. 

Descansa en paz, Gran Maestro, tu recuerdo y tu esencia perdurarán mucho más allá de cuando nosotros nos hayamos ido, porque tu herencia es una experiencia vital que poder transmitir a las nuevas generaciones para hacer de este un mundo un lugar mejor. 

Me uniré a la búsqueda de las 7 bolas de dragón para obrar el milagro, y sí, volveré a hacerla humana de nuevo. Lo siento.
 

  

 


viernes, 1 de marzo de 2024

Capítulo 207: Superado

Todavía tiemblo. Imagino que ninguna familia es perfecta pero la mía se sostenía sobre un único pilar. El equilibrio económico, emocional, el nexo de unión entre gente muy distinta lo aportaba la única persona que sabía dar lo que es imprescindible: amor. 

Pero todo eso se vino abajo el  día que se activó su cuenta atrás. Cuando desapareció todo fue oscuridad y gente extraña y, aquella persona que había estado siempre a su sombra, finalmente se quitó la máscara liberando el ser lúgubre que llevaba dentro. 

He conocido muchas personas tóxicas, egoístas, narcisistas y déspotas, pero nunca pensé que la peor de ellas la tendría, por desgracia, tan cerca en mi vida. Es como una maldición y un castigo, imagino que por no ser la mejor persona del mundo, por engañar y engañarme tanto, por no ser justo y tener una tendencia enfermiza a lo complicado, lo insano y lo roto.

Normalmente, las personas más insignificantes y limitadas, aquellas que han vivido siempre entre la mediocridad y las sombras, cuando obtienen algo de poder se convierten en el peor de los monstruos. Esa necesidad de sentirse superiores por una vez en la vida, de devolver todos esos años en los que no han podido mirar hacia arriba y se han sentido insignificantes, años soñando con el día en que por fin hubiera alguien por debajo de ellos y se volvieran las tornas. Ignorantes, inseguros, buscadores de grandeza, quiero y no puedo de la vida deseosos de devolver todas esas humillaciones multiplicadas por tres en lugar de simpatizar con los que estuvieron una vez en su lugar.

Yo, por mis malas decisiones, llevo estos años siendo la cabeza de turco de una de las peores personas que he conocido en mi vida. Hoy se le llama buying, acoso, maltrato psicológico, pero toda la vida ha conocido como ser un hijo de la gran puta, un dictador, un psicópata sin escrúpulos. Aguanto porque no puedo hacer otra cosa, porque he llegado a un punto donde todo mi entorno se ha derrumbado hasta tal punto que no puedo hacer nada más que soportarlo y esperar que pronto, el destino, me libere de esta pesadilla. 

Hay gente que es mala por naturaleza, estirpes y linajes que llevan el veneno en la sangre y que ni sienten ni padecen ante sus actos. Unas mentes trastornadas, ajenas al bien y al mal, que desconocen el concepto empatía y que nada ni nadie consigue hacerles ver la sin razón de sus comportamientos o forma de pensar. No se puede hablar con ellos, no se les puede hacer razonar, no entienden más lógica ni razón que la suya, son impermeables al sufrimiento ajeno. Estás con ellos o en su contra, transiges con sus ordenes y mandamientos o eres un elemento a eliminar, un traidor y un enemigo, una simple alimaña a la que despreciar y desposeer de su carácter humano para facilitar el odio.

Sufro regularmente este acoso de la persona de la que menos debería sufrirlo, fue su elección. Hay un sentimiento anquilosado por no haber salido a su imagen y semejanza. Es duro lidiar con acusaciones y amenazas de alguien que se sabe por encima de ti, de no poder decir las cosas que uno quiere, de no poder poner en su sitio a quien vive en una burbuja de irrealidad y fantasías, creadas para sentir que su bota de hierro pisotea con fuerza y justicia la voluntad y razones de quien no merece ser escuchado. No hay nadie peor que aquel que cree que posee el conocimiento absoluto, que es dueño y señor de la verdad, el discurso y de la sentencia final. 

Ningún ser humano debería poner al resto por delante de su propia sangre. Quien reniega de los únicos seres que van a estar de forma incondicional merece el peor de los castigos: la soledad. No se puede comprar el amor, no se puede exigir el cariño, son cosas que uno debe ganárselas con la misma moneda y que jamás supo hacer. Nunca tendrá su carisma, nunca tendrá su bondad, no conseguirá que la gente le quiera por lo que es y mucho menos por lo que pretende aparentar. Cuando no sabes diferenciar entre buenas intenciones, consejos y palabras veraces por muy dolorosas que sean, entonces estás abocado un mundo de farsantes, mentirosos, impostores y gente que sacará provecho de tu frágil personalidad, y lo tendrás bien merecido. 

A veces noto esa ira por mis venas, siento esa personalidad que nunca pedí oculta tras mi endeble escudo de paciencia y me maldigo. No quiero ser como él. Por  suerte tuve quien terminó de completarme y su naturaleza afable y generosa compensa con creces ese lado oscuro del que tanto me avergüenzo. Solo sé que quiero escapar de sus garras lo antes posible, que tantos años  de  sumisión no han conseguido hacerme inmune y me sigue afectando como el primer día. Me consuela que sus seres más queridos, si es que alguna vez los quiso de verdad, hayan podido huir hace tiempo y que la persona que más lo sufrió por fin descanse en paz y no pueda ver en lo que finalmente se ha convertido. 

Me he dado cuenta que siempre he acabado en manos de gente tóxica y manipuladora. He creído tener el control pero ha sido una mera ilusión de lo que realmente ha sucedido. He intentado agradar a los que menos se lo han merecido, inconscientemente he pensado que cumpliendo todos sus deseos conseguiría sumar a sus ojos, que claudicar ante todas las imposiciones cuando no aceptaban un no por respuesta les demostraría la clase de persona que era, que me ganaría su corazón eternamente. Y no, mi error fue pensar que alguien que quiere controlarlo todo y exige que estén incondicionalmente por y para él/ella van a tener suficiente con lo que ya tienen. Estas personas no tienen fondo, su ego es tan grande que incluso su generosidad está hecha para vanagloriarse a sí mismos. Nunca tienen bastante, nadie es suficiente, seguir luchando por su aceptación es humillarse y la propia autodestrucción. Sus conciencias seguirán inquebrantables porque no hay más razón que su propios pensamientos, su capacidad de autoconvencerse es suficiente para que la realidad imperante sea la suya. No puedes luchar contra ellos, nunca reconocerán un error, nunca se sentirán culpables, no les harás cambiar de opinión. La única solución es salir de sus vidas. 

En el pecado llevo la penitencia. Mi luz y mi oscuridad eran la misma persona con cuerpos distintos. A lo que me agarré para huir de un mundo de tristeza y vejaciones me dio la espalda de la misma manera. Psicológicamente estoy destrozado, no soy ni la sombra de lo que un día fui. Cuando falte del todo en su vidas, ¿qué pasará?. ¿Me echarán de menos o solo echarán en falta lo que les hacía sentir?. Quererlos como a nadie, ser capaz de dejarlo todo, mostrarles el daño que eran capaces de hacerme cuando mostraban su crueldad hacía mí, ¿será eso lo que más añoren cuando no esté?. 

No, porque al igual que un espejo, siempre encontrarán la luz de algún otro con el que creer que lo suyo es poder brillar.


martes, 20 de febrero de 2024

Capítulo 206: Past & Pain (II)

El pasado ha sido borrado. El futuro nunca ha ocurrido. No está presente. 

"1984" ha sido un descubrimiento. Entiendo por qué este libro estuvo censurado en EE.UU por pro-comunista y en la U.R.S.S. por anti-comunista, y sigue estándolo en Kenia, Bielorrusia y China. 

Más allá de su crítica al Totalitarismo y la salvaje idea de un Gran Hermano que controla toda la sociedad, "1984" me ha parecido un trágico libro de amor que, leído bajo ciertas circunstancias, deja un amargo sabor de boca a todo aquel que pasa por una situación parecida. 

Han reescrito mi pasado. Suele pasar cuando en una guerra hay un vencedor y un vencido. El ganador tiene el derecho y el poder de reescribir la historia, al perdedor no le queda nada, nadie quiere escuchar su realidad. Pero cuando reescribes la historia lo primero que muere es la verdad. 

Cuando pienso en todo lo sucedió, lo que se dijo, lo que se prometió, lo que sentimos, tengo una mayor seguridad de no estar loco. Como dice el libro, encontrarse en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significa estar loco. Hay verdad y lo que no es verdad, y si uno se aferra a la verdad incluso contra el mundo entero, uno no está loco. Yo sé lo que fue. 

El problema es que puedo conocer la verdad de lo que había, pero si supiera la verdad del por qué luego todo fue así (como me sugirió K), posiblemente no seguiría escribiendo ni una letra de todo esto. El castillo que parecía tener sólidos cimientos en realidad solo tenía como base inestables naipes en un difícil equilibrio, que aguantaron por un motivo que creo conocer. Solo cuando, cansado de esperar, empecé a tirar de la manta, tiró a bajo todo el edificio, borrando pasado presente y futuro, sepultando pruebas, los motivos y volatilizando la existencia de todo aquello en todas partes menos en una, en mi cabeza. Es el único lugar que no podía controlar. La cuestión es, ¿tanto me acerqué que al final no le quedó otra que arrasarlo todo?. Lo “bueno” es que tuvo todo el tiempo del mundo para hacer la mudanza.

Pero el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado. El problema es que quien gana tiene el suficiente poder para reformular ese pasado. Cuando te engañas a ti mismo pensando que pasó algo para tomar esa decisión, das por cierto que todos los demás están viendo lo mismo que tú, pero la realidad existe en cada mente humana y en ningún otro sitio más. Por eso nunca hubo testigos, por eso mi existencia se limitó a ser un acto de fe, por eso hoy nadie puede cuestionarle lo que hizo.

No existo porque yo no formé parte del todo, solo lo colectivo es inmortal y puede captar la realidad. Por eso nunca existí ni existieron mis pensamientos o mi lugar, mis razones y mi voz, mis esfuerzos o mi dedicación. Todo eso ya solo son cenizas al viento. Desapareceré por completo de esta historia, la posteridad no sabrá nada de mí o lo que realmente fui. Seré una anécdota a contar cuando pregunten por su vida. Por eso me duele tanto, porque si ya he desaparecido, ¿qué importancia tiene lo que esté escribiendo o pensando y para quién lo esté haciendo?. 

Yo solo quise una cosa, haber podido luchar. No este ejercicio de autocompasión y constreñimiento para que acabe mi dolor y poder sentirme libre. Merecía la oportunidad de luchar, de poder hacer frente una etapa difícil por la que supuestamente se pasaba y tener el derecho de cambiar lo que hubiera sido necesario, una oportunidad ganada a pulso con los años y mi dedicación incondicional. Yo siempre construí, yo quería mi casa, no un alquiler. Nadie lo deja todo por un simple capricho terrenal. El sacrificio solo se puede realizar cuando uno es consciente de tener que hacerlo, porque nadie en su sano juicio cambia algo que le dicen que va bien. Cuando no te dicen la verdad, cuando no hay ganas, los pequeños obstáculos del día a día que a veces complican tu existencia (la vida no es un camino de rosas) no se pueden hablar, ni se pueden arreglar, ni compensar ni superar. Una planta no se seca de un día para otro sin mostrar los síntomas en sus hojas, a menos que hagas lo indecible para ocultar esas señales porque desees que muera de sed y que, por mucha agua que tengas guardada para ella, sea inútil salvarla porque te lo reprochen cuando ya es demasiado tarde. 

Negar la posibilidad de ver otra salida, otras opciones, negar un ejercicio de resiliencia, superación y esfuerzo para salir más fuertes que nunca, a eso se le llama cobardía. Sí, en la vida hay altibajos, momentos en los que cuesta seguir adelante, pero lo que importa son las relaciones humanas, y un gesto completamente espontáneo, un abrazo, una lágrima, una palabra cariñosa dirigida a alguien afligido, poseen un valor en sí. 

Hasta en esos momento de reflexión sobre la vida, cuando se flaquea o se duda, siempre hay algo a lo que recurrir por muy emocionalmente perdido que estés. Cuando se ama a alguien, se le ama por él mismo, y si no hay nada más que darle, siempre se le puede dar amor.

Hubiera luchado y te hubiera protegido de todas las balas del mundo rodeándote con mis brazos aunque mi armadura hubiera sido de papel. 

El libro es duro, reflexivo, descorazonador, pero su historia de amor es como una gran bofetada en la cara, una fría realidad que jamás hubiera creído de no ser porque los futuros distópicos cada vez lo son menos y esa historia, por otra retorcida coincidencia, ya la he vivido.

¿Qué pasaría si supiera la verdad, la que nunca me atreví a preguntar y que dudo que sepa jamás?. Todo se limita a pasado y dolor. Si la vida me diera 10 minutos de una de esas Telepantallas del Gran Hermano posiblemente los 2 minutos del Odio se transformarían en una eternidad de gritos, golpes e insultos y quemaría y borraría todo esto, arrepintiéndome de todas las horas que estoy malgastando en ello. Y eso es lo peor, que nunca me he equivocado y se que ahora tampoco.

Apenas 50 días (muchos más lo sé) y se acabaron la señales. Todos mis miedos se han hecho realidad en apenas un suspiro de tiempo. No voy a hacer más spoilers pero en un momento determinado del libro buscan cuál es mayor miedo de cada persona, a lo que más se teme, para usarlo en su contra. Pensé en cuál sería mi punto de fractura y rendición total; si el vértigo, las telarañas, la muerte, la traición... pero descubrí que por encima de todo eso hay una cosa que me causa aún más pavor:

La vida no se justa, hubiera luchado hasta el final, pero me robaron ese derecho. Al final resultó ser verdad que 2+2 son 5 y que 1+1 nunca fue 1 sino 3.


lunes, 19 de febrero de 2024

Capítulo 205: Past & Pain (I)

Febril, como la carta de amor de un preso, así estoy yo, sin ti.

Tras mes y medio sin apenas dormir, apenas comer, múltiples visitas a hospitales, urgencias y rehabilitación, al final he caído. No sé si es gripe o costipado pero me duele todo el cuerpo, no paro de moquear y me siento chafado. Vamos, como hasta ahora pero a nivel físico. De lo otro sigo igual o peor, es un 24/7 de preguntas, recuerdos, sensación de añoranza y rabia, mucha rabia. 

El tiempo no lo cura todo. No es lo mismo pasar 4 días en cama y deshacerte de un virus molesto que te arranquen de cuajo partes de ti y te quedes cojo, ciego o acárdico. La gran diferencia es lo dentro que lo llevarás, lo profundo que hubiera calado en ti.

Algo que nace, crece poco a poco, se infiltra bajo cada poro de tu piel, que con el tiempo pasa a tu sangre y a tu sistema nervioso, late, piensa y respira en armonía contigo, que acaba guiando tus pasos y finalmente lo acabas asimilando como tu otro ser, eso, cuando repentinamente desaparece sin explicación, sin síntomas que te anunciara la gravedad de la situación, sin poder poner remedio, eso es la muerte en vida. Y ni el tiempo ni el sentido común pueden hacerte recuperar la vitalidad de la que un día disfrutaste. Secuelas terribles que nada ni nadie podrá evitar.

Pero si para ti solo fue un rasguño, un corte superficial, si tu piel, a pesar de ser suave y estar dorada por el sol, es dura e impermeable, esa “accidente” se cura tapándolo cierto tiempo y sobretodo evitando que vuelva a ocurrir. Y si tienes a alguien que pueda lamer tus heridas, curarlas y darles calor, en dos días ni siquiera recordarás qué te ocurrió porque no dejará ni marca. No somos iguales.

A base de vida y experiencias, no siempre las más positivas, aprendí ciertas cosas sobre lo que los médicos llaman la Escala del Dolor o EVA (Escala visual analógica). Es el baremo que utilizan para intentar valorar el grado dolor que sufren sus pacientes para poder determinar el tratamiento más adecuado en cada caso. En esa escala hay cuatro tramos: ausencia de dolor, moderado, severo y máximo dolor. Lo excepcional del caso es que el dolor no puede ser cuantificado de forma categórica, sino que se trata de una ponderación basada en sensaciones emocionales ya que cada uno lo vive de una forma determinada. Lo que para una persona puede ser una punzada para otra puede significar el dolor más extremo ya que la resiliencia y el umbral de dolor de cada uno es completamente distinto y personal.

Por ello es tan injusto que, generalmente los que nos causan ese dolor, valoren lo soportable que es en sí el dolor que han inflingido, nos digan lo que tardaremos en superarlo y sean absolutamente ajenos a él siendo algo que han provocado. Y lo peor es que, una vez sufres ese dolor por el motivo específico, haya un dolor incluso más terrible que es el proviene de la forma en que se ha gestado el dolor primigenio: el que jamás esperaras que lo causara la persona que lo causó. Es un mal derivado de la traición, de la decepción, del sentirte roto por dentro, del no verlo venir. Por desgracia hay personas que están tan perdidas que ni sufriendo lo indecible son capaces de claudicar o sentir un odio que les permita soltar la mano. Masoquistas se les llama.

Una herida física se cura, un partir consensuado sana, un adiós por la espalda no.

Esta semana pararon el corazón a mi padre y estaba muy asustado por cómo sería el resto de su vida. Cómo decirle que yo sé lo que es eso y lo dura que es la verdad.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Capítulo 204: San Valentín



 Simplemente in love. Feliz San Valentín. So sad.

martes, 13 de febrero de 2024

Capítulo 203: Mil cosas que haría por ti (1a parte)

 “Mil cosas que haría por ti” es una película (comedia romántica) de 2017. El asunto no va mucho más allá del hecho que uno de los actores sea Peyu, un gran humorista catalán que me gusta bastante, y el curioso título de la propia película que me ha servido de excusa e inspiración. Mil cosas que haría por ti:

- Encontrar la fórmula de la eterna juventud a tus ojos.

- Cortar siempre yo la cebolla para que de lo único que llores sea de felicidad.

- Aprender a no dar portazos cerrando el maletero de tu coche.

- No volver a mentir sobre el color de tus ojos.

- No esconder más tonterías por los rincones de tu coche solo para ver cuándo las encontrarás.

- Que nunca te falte queso, ni un beso.

- No querer ni volver a jugar a las Damas con nadie que no seas tú.

- Dibujar caminos interminables sobre tu suave piel.

- Que te nunca falte strawberry cheese cake al ir a la heladería.

- No mentirte más.

- No dejar que me mientas más.

- Poner a tu nombre todas los olas de mar.

- No volver a llegar tarde por no perderme ni un segundo de ti.

- Dedicarte el doble de tiempo del que te mereces aunque sea la mitad del que deseo estar a tu lado.

- No olvidarte en 19 vidas y 500 noches.

- No tener números rojos en la cuenta de besos a dar.

- Ser el guardián y el refugio de tus sueños cuando te duermas entre mis brazos.

- No dejar de escribirte, no dejar de escribir nuestro pasado, porque escribir es disparar contra el olvido.

- Leer en silencio compartido.

- No tocar la batería en el salpicadero de tu coche con los palillos del japonés.

- Acompañarte cuando camines sola por el Boulevard de los Sueños Rotos.

- Cantar a pleno pulmón todas las canciones que te gusten, entrar en tu mundo y disfrutar.

- Menjar-me una síndria, sucosa que regalima.

- Absorber tu mala suerte, ser tu talismán por siempre. 

- Dejarte notas cada vez que me vaya para que un trozo de mí se quede allí.

- No rechazar un regalo nunca más. No cambiarlo. Ni a ti.

- Crear un futuro, exprimir el presente, mejorar el pasado.

- Aprender catalán para tener que estemos empatados en barbarismos y risas.

- Hablar las cosas cuando algo no vaya bien, cambiar las cosas para mejorar, luchar por superar los malos tiempos. No rendirse.

- Ser tu apoyo, tu amigo, tu todo, tu esclavo.

- No dejar de quererte.

- Pensar 1000 cosas más que hacer por ti.

lunes, 12 de febrero de 2024

Capítulo 202: Extractos (1984)

Cuando ella dijo que no podía venir, había sentido como si lo estafaran. Pero en aquel momento la multitud los aplastó el uno contra el otro y sus manos se unieron y ella le acarició los dedos de un modo que no despertaba su deseo, sino su afecto.

Una honda ternura, que no había sentido hasta entonces por ella, se apoderó súbitamente de él. Le hubiera gustado en aquel momento llevar ya diez años casado con Julia. Deseaba intensamente poderse pasear con ella por las calles, pero no como ahora lo hacía, sino abiertamente, sin miedo alguno, hablando trivialidades y comprando los pequeños objetos necesarios para la casa. Deseaba sobre todo vivir con ella en un sitio tranquilo sin sentirse obligado a acostarse cada vez que conseguía reunirse. […]

No te acerques demasiado a la ventana. Y no te vuelvas hasta que yo te lo diga. Winston obedeció y se puso a mirar abstraído por los visillos de muselina. Abajo en el patio la mujer de los rojos antebrazos seguía leyendo y viniendo entre el lavadero y el tendedero. Se quitó dos pinzas más de la boca y cantó con mucho sentimiento:

Dicen que el tiempo lo cura todo, dicen que siempre se olvida, pero las sonrisas y las lágrimas a lo largo de los años me retuercen el corazón. […]

Tenía Winston la sensación de que podría penetrar en ese mundo cerrado, que ya estaba dentro de él con la cama de caoba y la mesa rota y el reloj y el grabado e incluso con el mismo pisapapeles. Sí, el pisapapeles era la habitación en que se hallaba Winston, y el coral era la vida de Julia y la suya clavadas eternamente en el corazón de cristal. […]

Solo quiero…

sábado, 10 de febrero de 2024

Capítulo 201: Love and hate

Música, música y más música. De repente todo es música. Todas aquellas letras que antes no escuchaba ahora tienen sentido y sus mensajes aporrean salvajemente los muros que protegen a mi cabeza del derrumbamiento físico y moral.

Se puede vivir aislado de un concepto, de un suceso, de unas circunstancias tal y como nuestro cerebro es capaz de excluir de nuestra visión la nariz o la sensación de gravedad y presión sobre nuestro cuerpo, pero una vez ese trampantojo se esfuma o difumina, aquello que se obvió con absoluta facilidad no deja de aparecer una y otra vez como si te persiguiera e hiciera de su existencia un reto personal. 

Sigo sin poder dormir la siesta, al final me ha arrastrado a su mundo. Algo que antes disfrutaba ahora es un camino más para sufrir de una ensoñación que traslada al mundo real uno que ya no lo es. Ahora es un solo pienso en que estrella estará, como decía Nena Daconte, también es un me pasaré la vida sin dormir.

Cocinaba en casa y del silencio salió C-Tangana. No recuerdo si era por un programa que escuchaba en el móvil u otra casualidad de la vida de esas de las que antes no era consciente. Era una de sus canciones más antiguas, una que debí cantar como mil veces  a dos voces y que solo se volvió profética cuando pasó el tiempo, como una maldición, como un veneno lento pero letal. Letras tan reales y exactas que te das cuenta que nuestra naturaleza humana es egoísta y recurrente. Ni el primero ni el último, podría haberla escrito yo. 

No logro entender a la gente que inspira versos así y entiendo demasiado a los que los escriben para intentar arrancar de sus entrañas un dolor que no se separa de la carne ni de la mente. No hay honor, no hay cultura del sacrificio, ya no queda lealtad. Si no hay empatía es que nunca hubo amor. Cuando más te necesitaba, cuando más falta hacía, cuando menos lo esperaba, cuando más te quería.

Hoy, gran día de Carnaval, también escuche una canción de la gran Celia Cruz, que me hizo reflexionar. Es difícil no llorar, aunque la vida sea un carnaval, y vivir cantando. No es fácil pensar que todo va a cambiar, que la vida no es cruel o que todo lo malo pasará, porque cantar es un acto de fe y solo canta quien tiene alma y un motivo. 

Estoy terminando de ver “Ángeles y demonios”, los mismos que luchan dentro de mí hace tanto, y todo sucede en Italia. Justo hoy, justo ahora. Mi mensaje de redención sigue en el limbo de los que ya no quieren ver, de los que no recuerdan, de los que no les importa. Nápoles está lejos, pero mucho menos de lo que estás tú.

Por eso me debato entre el amor y el odio, entre lo insensato y el sentido común. Quiero odiar con todo mi ser pero he amado demasiado antes, va a ser imposible invertir las tornas porque como decía Kpru, mi memoria y recuerdos emocionales van mucho más allá de lo común, fluctuando entre el don y maldición por solo recordar las cosas buenas de las personas,  más allá de la eternidad. 

Hay una mano negra que no me deja avanzar. Amore e odio, è la vera verità. Per sempre.


(Editado: Es la 1:47 de la madrugada del domingo. Terminaba de ver la trilogía de películas basadas en los libros de Dan Brown: El código Da Vinci, Ángeles y demonios e Inferno. En esta última, caprichos del destino, una conversación:


La vida es un chiste de mal gusto, un dedo en la llaga. Robert Langdon, un servidor, un estigma. Voy a volver a creer en las casualidades, en los imposibles, porque sean historias de verdad o no, la realidad es mucho más increíble. Las cosas buenas pasan en los portales, yo saldré del Inferno de Dante y no dejaré que Beatriz se case con otro. Sí pero no, no se ha acabado.

Capítulo 200: Carnaval-Viernes: Impostor

Iba a escribir poco hoy porque no tenía ningunas ganas de disfrazarme ni hacer más el paripé con dobles sentidos, metáforas estériles y demás añoranzas pasivoagresivas de algo que no tiene marcha atrás.

Sigo con los sueños, con las referencias, viviendo en otro lugar que no es el mío, donde no me esperan y en el que no tengo sitio. No sé cuanto durará pero no me queda otra que apechugar y rezar porque sea lo más breve posible, porque indoloro está claro que no lo será.

Intento no pensar en viajes, en las pocas cosas que quedan y sobre las que tengo aún conocimiento y en qué pasará cuando ya no quede ni una excusa para mostrar que se está. No quiero pensar en fechas señaladas y en la tontería que no debo hacer, que no merece hacerse y que haré.

Abstrayéndome del mundo irreal en el que vivo, hoy iba a buscar algún tema trivial para no romper la tradición de escribir, pero viniendo para el hospital por otra emergencia inesperada, ha ocurrido algo que ha cambiado todos mis planes.

Hoy comencé a leerme “1984”, de George Orwell. Lo empecé en el gimnasio y, aprovechando el largo trayecto de metro, lo retomé ya bien avanzado. De repente se ha subido en una parada una persona de las que suelen pedir limosna habitualmente. Mirando de soslayo he visto que se trataba de una mujer de edad indeterminada, con una apariencia y estado físico muy deteriorado. Estaba extremadamente delgada y caminaba con dificultad, sus facciones rozaban lo cadavérico y creo que le faltaban la mayoría de los dientes. Es triste decirlo pero parecía una yonki demacrada por la droga, de las que venden su cuerpo por unos míseros euros para subvencionarse el próximo chute. Hablaba en un idioma que me ha costado identificar, aunque por el acento probablemente era rumano, intercalando palabras en castellano como “comida” y “monedas”. Dudo que incluso fuera inteligible para los suyos por el mal estado que presentaba. 

¿Lo peor? Iba persona por persona, parándose unos segundos para que le dieran las monedas que con tanta lástima suplicaba. Yo tenía en mi radio de visión a tres personas, a las dos sentadas enfrente de mí y a la de mi lado. Ninguno de los cuatro hemos levantado la mirada de los aparatos que estábamos atendiendo cuando ella se ha parado frente a nosotros. No nos hemos dignado a mirarle a la cara para decirle que no. No le hemos dado el derecho de sentirse persona, de tratarla como se merece alguien que existe y convive entre nosotros, gente privilegiada que no tiene que arrastrarse como un perro por un trozo de pan o implorar al menos un trato digno. 

Lo más irónico es que mientras ella me hablaba yo seguía leyendo el libro, justo la parte donde explica la deshumanización de los individuos bajo el Gran Hermano, donde todo el mundo se limita a hacer su función sin quejas, sin cruzar una mirada, sin importarle mucho más que su propia existencia. Un mundo donde el sufrimiento de otros es ajeno a la persona, donde el inadaptado sobra, se le vaporiza y desaparece de la historia para siempre. 

Me he sentido muy mal, muy cínico e hipócrita, y ante todo un impostor. Un impostor porque antes de que llegara a mí ya había decidido que no le miraría a la cara, esperando que pasara de largo. La he observado de lejos y solo la he vuelto a mirar cuando ya se iba. Lo he hecho apropósito y a sabiendas de que esto me había ocurrido en otras ocasiones y me había prometido que no volvería a pasar, que aunque no le diera dinero no le robaría su derecho a un trato humano. Soy un jodido impostor y además cobarde. Cobarde por no tener el valor de mirar a la cara a la desesperación, a la miseria, a alguien que me pedía una ayuda que iba más allá de darle unas simples monedas. No me he atrevido a mirarle a los ojos por miedo a no poder olvidarlos.

Me he preguntado el montón de malas decisiones que debió tomar esa mujer en su vida, la mala suerte, las malas compañías, el caprichoso destino que la arrancó de su tierra y la llevó a deambular sin rumbo entre individuos que ni siquiera en ese instante fueron conscientes de su existencia y la olvidaron incluso antes de verla desaparecer entre la gente.

He sido afortunado en mi vida porque yo si tuve la capacidad de elección, yo si tuve la oportunidad de poder ser lo que hubiera querido ser aunque no la aprovechara, yo me he labrado mi destino a pesar de tener todas las herramientas para poder llegar a ser mucho más. La única duda que tengo es si el camino alternativo que he decido tomar ha valido la pena y si he llegado a ser feliz.

Pues a veces creo que sí. No regrets.

jueves, 8 de febrero de 2024

Capítulo 199: Carnaval-Jueves: Chico Burbuja

Hoy he dado el primer paso para el inicio del resto de mi nueva vida, otra vez. Vuelvo a ser chico burbuja (PompiBoy). 

He empezado las clases presenciales para sacarme lo que espero que sea la primera pieza en mi rompecabezas laboral, a la espera de ver la evolución de mi clavícula. 

Echaba de menos esas aulas, las mesas grises con asientos abatibles y ligeramente inclinadas donde otras tantas veces escribí mini chuletas con lápiz, pizarras donde creo recordar que las cosas se veían bastante más nítidas y proyectores que siguen esquivando con esmero la llegada de las nuevas tecnologías. 

Me he puesto mis mejores galas (que en graduación Yo V.S. El Mundo sería lo que se pondría cualquier persona para ir a comprar el pollo al ast un domingo por la mañana), una libreta con apuntes varios de mi medio millón de intentos anteriores oposiciones, un buen ramillete de bolígrafos, rotuladores y demás material escolar, y unas ganas bestiales de no destacar el primer día. 

Gente muy diversa; desde una señora de pueblo con un acento cerrado e incontinencia verbal, pasando un no binario reivindicando el "totis", un par de bomberos, tres criminólogas jovencitas, un profesor de matemáticas con camiseta mega estampada de Dragon Ball y bambas homenaje a Célula, hasta una china con mejor acento que ninguno, un fan de One piece y seguro que otras perlas que están por descubrirse. Y entre todos ellos yo. 

Quiero seguir haciendo esto, que es lo único que creo que se hacer medianamente bien, estudiar. Me gusta el ambiente, me siento como en casa, me sale natural prestar atención a la profesora, escudriñar a mis compañeros, planear en mi mente cuál será el siguiente paso para superar este reto. Lástima que para llegar a esto haya tenido que venir precedido de todo lo que rige mi mundo últimamente. Lo primero que se me pasa por la cabeza por la mañana y lo último que recuerdo cuando me duermo. Es una maldición, como vivir en una burbuja donde respiras una y otra vez el mismo aire. 

Hoy, en otro de esos flash-backs aleatorios que mi cabeza decide reproducir de forma espontánea, posiblemente el más definitivo para pinchar esa burbuja. Es una partida de barquitos:

- C2. 

-Aigua

-Estamos en puntos distintos...

-Tocado y hundido. 

Una semana de Carnaval difícil, un Jueves Lardero o Jueves Grande para despedirse de los placeres de la carne, se acabaron los festines. Se acerca una época de vacas flacas y es lo que peor llevo. Por eso no quiero salir de mi burbuja, que como decía Navajita Plateá, fuera hace demasiado frío, frío sin ti.


miércoles, 7 de febrero de 2024

Capítulo 198: Carnaval-Miércoles: Payaso

Hola amigüitos, ¿cómo estaíssssh?. Chi, choy yo, el payasooooo. 

No iba a faltar el disfraz más manido y recurrente del carnaval, el de payaso (obviando obviamente todos aquellos que lleven el prefijo puti, que ganan por goleada en el acerbo popular).

Otro disfraz sufrido donde los haya. Yo soy un payaso, solo me faltaba parecerlo. Hay quien dirá que con las camisetas, sudaderas y gorras temáticas que uso, a mi edad, un poco el payaso ya voy, pero ay, almas de cántaro, mi actos me delatan más que mi apariencia. 

A la hora de disfrazarme de payaso he tenido que elegir modalidad. Resulta que hasta para ser payaso debes saber dónde encajar. Al parecer hay tres clases de payasos según los cánones artísticos y no solo basándose en lo gilipollas que es uno en la vida. La cuestión es averiguar cuál soy más. 

Payaso Cara Blanca: 

Por el color de mi piel hay quien diría que este es el mío, (ay qué blanquito eres) pero este payaso se caracteriza por ser elegante, tener una personalidad centrada y ser inteligente. Digno y autoritario, asociado con el "deber ser" y todo un espectro de cosas que una persona deja de hacer cuando pasa al mundo adulto. Vamos, no hay por donde cogerlo, está en las antípodas de lo que yo pudiera ser. 

Payaso  Augusto:

Es un payaso con la nariz roja, un maquillaje que busca enfatizar los rasgos de la persona y así hacer las facciones más expresivas. Pícaro, juguetón y muy sociable, de vestimenta llamativa y deslumbrante que expresa su personalidad. Sus intervenciones implican que la catástrofe está asegurada. Si contamos que mi mala suerte aneja (hoy descubrí este adjetivo, me encanta) causa catástrofes pero focalizadas todas sobre mí, que mi ropa es de colores llamativos porque mi criterio de imagen se limita a combinar la ropa limpia que tenga en ese instante, y que mi sociabilidad últimamente roza el sociopatismo, tenemos aquí otro payaso al que mejor descartamos. 

Payaso Vagabundo: 

Dármelas de vagabundo, na-na-na-na-na, y aunque a veces me confundo y creo que voy a olvidar, tu dejaste ese vacío que nadie va a llenar. (Empieza a encajar). Payaso de apariencia solitaria y silenciosa que cuando lo miras de cerca llegas a entender su gracia y el por qué de su personalidad. Incluye que a veces es burlado por otros payasos, es demasiado reflexivo y hasta triste; a este personaje le sale todo mal en la vida, que es en lo que reside su esencia cómica. Su vestimenta suele incluir ropa de apariencia desgastada o incluso rota, su look es un tanto descuidado aunque sea un payaso muy limpio. 

Pues eso, toda la vida buscando una vocación y ahora resulta que descubro lo que todo el mundo ya sabía hace tiempo, que soy un vulgar payaso vagabundo. Y si tú la ve', tú la ve', dile que yo sigo soltero, que me hago el que la quería y en verdad todavía la quiero, te sueño en la noche y te pienso to' el día, aunque pase un año, no te olvidaría.

Voy, soy un payaso. Actúo como un payaso, para un público que me considera un payaso. Payaso en lo qué digo, en cómo pienso, payaso por intentar levantar y alegrar vidas mientras la mía es pura miseria. Deben reírse mucho cuando animo, cuando tropiezo y me rompo algo, cuando apoyo y digo que tú victoria es mi victoria porque la siento como mía, mientras el público sabe la verdad y se parte de  risa con mi ignorancia. Soy un payaso por seguir intentando hacer malabarismos sabiendo que todo se va a desmoronar sobre mi cabeza, que ya no se ríen conmigo, se ríen de mí.  

"-Niños, esta es mi flor y me gusta regarla, pero hay un payaso malo que se la quiere llevar, si aparece por detrás me avisáis, ¿Vale?".

"-¡Siiiiiiiií!... ¡Ahooooraaaaaaa, ahoraaaaaaaaaaaaaaaa!".

"-¿Cómo?,¿hay alguien?"

-"-¡Siiiiiií!... Detrás, detrás... ¡correee, que se van! Se están llevando la flor".

-¿Dónde, dónde? Yo no veo nada, seguro que mi flor sigue aquí.

-"¡Noooooooooo! Se la llevan (risas).

-"La la la, qué feliz soy. Qué bonita es mi fl.... ¡Aghhh, no está! ¿Dónde estaaaaaá?"

-"Está con el payaso blanco moreno, tu flor se ha ido, ella solita (risas)."

-"...(lloros)".

Ser un payaso es muy duro, nadie ve lo que hay bajo el maquillaje, un payaso anima la función y cuando la función acaba se sienta en un rincón mientras el público marcha contento para casa. Todo el mundo quiere tener cerca a los payasos pero nadie quiere serlo. Estás obligado a hacer reír, estás obligado hacer constantemente el papel por el cuál te han elegido, porque cuando alguien busca un payaso vagabundo es para que lo entretenga y haga que los momentos difíciles sean más llevaderos. Para el resto de la vida buscan un payaso blanco. 

Yo solía hacer reír, yo entretenía horas y horas de conversaciones, llenaba pantallas, exageraba, inventaba, construía solo castillos de naipes. Pero el tiempo de las risas se acabó, ahora solo me queda medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda

Show must go on, show had to go wrong. 




martes, 6 de febrero de 2024

Capítulo 197: Carnaval-Martes: Disfraz reversible

Siempre que miro la señal me paro. Es un stop, un dirección prohibida, un prohibido aparcar. Se me han llevado el coche y las ganas.

Hoy me voy a disfrazar de Ok. Un Ok de domingo por la mañana, tras un par de buenas noches, de varios días sin siquiera pensar cómo estará.

El disfraz me lo han hecho rápido, sin perder mucho tiempo y con lo primero que había a mano. Básicamente como cuando toca un martes de disfraz elegante para los niños y lo mandas para el cole con una corbata de su padre mal anudada al cuello.

El Ok es sobrio, impersonal, como si fuera un disfraz de grano de arena en una playa. Me viene a mí como le vendría a otro, hecho así para no destacar. Está fabricado con la tela justa y no abriga nada, que siendo inicios de Febrero no es la mejor época para ello. Era el disfraz más barato de la tienda, no había nada de peor calidad pero servía para salir del aprieto, responder la pregunta ¿qué tienes para mí? sin ganas responder.

Yo esperaba algo más bonito, algo que pudiera lucir con orgullo, tras tantos años ayudando a que el otro disfraz diera el pego y nadie la reconociera. Pero no, este año lo importante son los carnavales italianos, famosos por su elegancia y lo espectacular de sus máscaras, lucidas con arte y misterio para nunca revelar la verdadera identidad de quien se oculta, para desaparecer entre las sombras.

Me he visto. Estoy mal y lo sabes, ¿no?. Ok.

Definitivamente no ha sentado bien. No es tan horrible como pensaba pero con las horas el disfraz se vuelve reversible. Estas dos putas letras, que representan tan poco, ni siquiera se acercan a su significado real. Explican que OK significaba que durante un enfrentamiento, probablemente en la Guerra Civil de Estados Unidos, si no había habido bajas en ambos bandos, se escribía en una pizarra “0 Killed” (cero muertos) y de ahí podía venir dicha expresión. En este caso sí hay un muerto, pero por dentro.

Ok, el disfraz de Halloween que más miedo me dio durante años, es ahora el que me tengo que poner. Hiela la sangre, aturde los sentidos, borra de un plumazo cualquier mirada atrás que haga reconocible la existencia de todo aquello, del sastre que diseñó lo que hoy debo llevar puesto. 

Es reversible, antes era un cruel ok, ahora es un ko.

lunes, 5 de febrero de 2024

Capítulo 196: Carnaval- Lunes: Disfraz de mala persona

Empieza la semana de Carnaval en los colegios. Cada día una temática. Este año no me van a explicar de que van a ir y me voy a perder fotos a coleccionar como oro en paño, pero copiaré esta tradición y me voy a disfrazar todos los días de lo que más me pegue. 

Hoy lunes el disfraz más idóneo es el de mala persona, que engloba un millón de cosas que soy a la vez.

Mal hijo: Solo me ha hecho falta el apellido y ya lo he clavado. Irrespetuoso, faltón, respondón, egoísta, vago, perro, y así unas 30 páginas de la RAE. Nunca son suficientes visitas, nunca son suficientes llamadas, ni la razón ni la lógica están de mi parte. Soy el perfecto mal hijo, un don natural que fluye por mis venas de fracasado. Me queda tan bien que podría dudarse si no es este mi atuendo habitual y el de buen hijo es realmente el disfraz.

Mala pareja: Una sonrisa, pantalones rotos del uso y tres nubes de colonia. Conversaciones mediocres y altaneras, generalmente aburridas y resabidas. Genero monotonía, no se darme cuenta cuando algo ha dejado de ser divertido o molesta, no se llevar las riendas, mi “entertain me” no es constante ni creativo. No se darme cuenta cuando algo no va bien aunque parezca que todo va bien, mi disfraz no sabe leer entre líneas ni sabe leer la mente. Dejar mensajes escondidos, notas afectivas, dar apoyo moral y estar siempre ahí, expresar de forma natural lo que siento, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, intentar crear paz, seguridad y futuro no es lo mío. Predecible, lo que hacen los otros es mejor. Mis limitaciones jamás son compensadas con mis virtudes. Darlo todo no es suficiente, aquel otro va mejor disfrazado mejor que tú. Te queda fatal, ahí te quedas.

Mentiroso: Me sombreé la nariz para que no pareciera tan grande. Este disfraz va bajo la piel, y al contarlo hoy más que llevarlo parece que me lo esté quitando. He mentido, miento y mentiré, o no tendría hueco en esta sociedad. Mentir es un acto de supervivencia, o mientes mejor y más fuerte que el otro o no duras ni un suspiro en la carrera. Como decía Luz Casal: tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que me te creo. Este disfraz ha sido el mejor airbag y la mejor armadura que he tenido, ha minimizado daños desde el día que descubrí que se miente para conseguir cosas, no para no hacer daño a los demás.  Mentirme a mí mismo ha sido lo más desleal que he hecho en la vida, mentir a gente que he querido, a pesar que resulte cínico, ha supuesto que crecieran como personas, mentir al resto apenas ha pasado porque me ha importado poco lo que pensaran de mí. Si contara la verdad creo que mi disfraz de mala persona rozaría la perfección, porque las verdades que he callado no quieren ser escuchadas.

Mal ser humano: Me he puesto una apariencia de persona del montón y gafas de “ese no ha roto un plato en su vida”. Pero alargo las duchas, disfruto del “schadenfreude”, soy celoso, ni perdono ni olvido, soy inconstante, soy felón, estoy decepcionado con ciertas amistades, soy un crédulo, guardo demasiados secretos y he empezado a querer disfrutar de la vida por mucho que vaya en dirección prohibida. Me han quitado muchos puntos por ir por el carril de la derecha a 80, va siendo hora de adelantar por la izquierda.

Me he mirado al espejo probándome gafas nuevas y solo veo una sombra de quien quisiera ser. Estamos en Carnaval, es decir, “quitarse la carne”, una época en casi todo esta permitido. A mí no me hace falta máscara para resguardar mi reputación, así que, como pagano que soy, voy a conseguir lo que deseo aunque sea con engaños. Como buena persona no conseguí nada, como mala que soy voy a ser lo peor y voy a ir a por lo peor. 

Espera, pero si ya lo te…

Pues eso… ni yo me lo creo, just kidding…


domingo, 4 de febrero de 2024

Capítulo 195: Dreaming my dreams with you

Estaré soñando en mis sueños contigo.

No sé si será eternamente como podía haber sido o simplemente es que forma ya parte de mí. Una cama grande, un lugar tranquilo, almohada mullida y paz. El lugar ideal para que empiece a soñar mis sueños contigo. 

Un sueño que es la respuesta a mi grito de socorro, al no, nunca más, no puede ser, lo lamento. En mis sueños también es el no la respuesta, es la desesperación de despertar y darte cuenta que ya no hay ni un lugar donde los sueños se hagan realidad. Me asusta y me entristece porque es la primera señal de la rendición incondicional. 

Estaré soñando en mis sueños contigo. 

Un montón de sueños sin contar, un montón de realidades por construir que tan solo le faltó un vale. Tenía mil sueños reales por contar, mil sueños para soñar despierto. Con un poco de valor y el mismo amor me hubiera bien ido lejos, al fin del mundo si hubiera sido necesario. 

Mis sueños eran un lugar lejano, cerca de nuestra tierra, donde poder caminar sin mirar a los lados, solo adelante. Crear allí un epicentro, un lugar seguro, el sitio donde acudir cuando las cosas fueran mal, el punto de equilibrio y de esperanza de toda una vida en común. Desarrollarnos como personas, sacar de nosotros mismos lo mejor de nuestros sueños personales, conseguir la cuadratura del círculo laboral e intelectual, sentirnos satisfechos cada mañana al despertar y cada noche al irnos a dormir, fuera lunes, viernes, domingo, enero, agosto, 2024, 2050. 

En mi sueño dejaríamos huellas en el camino en forma de lo mejor de ambos en un solo cuerpo, de nuestra alegría, de tu empeño, de mi creatividad, de tu fuerza de voluntad, de mi amor por las pequeñas cosas, de nuestro fluir armonioso y de nuestras ganas de no irnos jamás. De dos improbabilidades que se encuentran, se unen y crean un milagro que desafía el qué dirán. 

En mi sueño conquistamos el mar sin alejarnos de la orilla, en mi sueño vivimos nuestras propias historias paralelas sentados juntos sin silencios incómodos, escandalizamos a la autoridad desacatando los límites del disfrute y la química, subimos montañas sin perder el aliento y observamos a todos por encima del hombro. En mi sueño me importa bien poco si el viento no peina hilos dorados, en mi sueño el verde tiene un reflejo marrón y el marrón un verde infinito. En mi sueño no me importa si la sombra en forma de guitarra que te dibuja el sol crees que no pueda gustar, en mi sueño la perfección está construida tal como Dios la trajo al mundo, sin cambiar ni una coma y sin ganas de un punto final.

Mi sueño suena a voz tímida, fuerte y creíble, a no puedo fijarme en nada del camino cuando soy yo el que camina detrás. Mi sueño es la ceguera selectiva porque no quiero ni veo nada más, es siempre un poco a poco deseo quedarme un ratito más.  

En mi sueño, que no era un sueño, todas las palabras que había oído encajaban a la perfección, en mi sueño te preguntaba que tras el desenfreno, la pasión y el morbo, a quién querías tener entonces a tu lado cuando solo quedara todo lo demás. Yo me hice esas preguntas y la respuesta para todas ellas fue la misma siempre igual.

Está ahí fuera, está ahí fuera, si me quieres estaré aquí. (No need to argue).  



 


viernes, 2 de febrero de 2024

Capítulo 194: Every breath you take, every move you make

Every bond you break, every step you take, I´ll be watching you.

Las sombras de invierno este año son particularmente más largas y oscuras de lo normal. Parece como si todos los males vinieran juntos y Diosito, recién despierto de su letargo de no mover un meñique por la humanidad, hubiera decidido que era una gran momento para ponerme una prueba bíblica al estilo abrahámico y así atestiguar mi fe (o cordura mental) pero sin ejecuciones familiares o practicar escalada.

La cuestión es cuando creía que no se podían aprender más maneras de hacer añicos un corazón o reducirlo a una masa viscosa y quejumbrosa, el destino se reinventa y te sorprende dando un nuevo salto mortal con triple tirabuzón y peineta final para dejarte, como dice mi sobri, con cara de: guaaat?. ¡Parkour!. 

He aprendido, por las malas, que el corazón es como un capitán Francesco Schettino al mando del buque Costa Concordia de tu vida. Él, de forma autónoma y basado en sus propias premoniciones y pálpitos (nunca mejor dicho), puede decidir incondicionalmente que el jefe de máquinas de tu cuerpo meta la velocidad de crucero aunque aquel arrecife que se ve claramente desde la proa del barco esté peligrosamente cerca.

Que un corazón esté casi muerto y solo funcione un 15% de él no implica que su velocidad de latidos no pueda ser demencial. Una cosa es su fuerza y otra su capacidad de ordenar, mediante impulsos eléctricos, el ritmo de palpitaciones por minuto. Conclusión: un corazón regula el número de contracciones en función de las necesidades puntuales del sujeto, de las amenazas o estímulos que pueda recibir. Es decir, es un auténtico kamikaze que funciona a base de “corazonadas”, que igual te salvan la vida como te llevan “pel camí del pedregar” con pase vip y carril preferente.

Es por eso que empiezo a entender por qué mi vida ha sido un auténtico caos de valoración de riesgos, de toma de decisiones y conclusiones extraídas. La cabeza solo asesora y tiene la función de almacenar datos para futuros “te-lo-dije”. Es el corazón el que lo mueve todo, el que decide.

En el caso que me atañe estos días, un corazón quemado del todo, ha estado mandando sobre un DAI (desfibrilador automático implantable), un aparato de última generación casi nuevo de trinca. Cuando se dice que un corazón combativo y cabezón lo puede todo es que es así: a base de mandar impulsos eléctricos más fuertes ha dejado a la máquina callada y a rebufo. Empiezo a pensar que sí que voy tener más genes de los que esperaba de esta parte de la familia. Lo malo: ser así casi lo mata.

Cada movimiento que haces. Hoy mi corazón ha vuelto a latir por libre, desoyendo una semana de desconexión. He visto la señal, el intento de hacer ver que si estoy mal es por la herida. Claro que es por la herida, pero si cada movimiento que haces la que me duele no es la operada, es que lo que me duele es otra cosa. (Pom pom).

¿Mi? corazón también naufraga. El capitán de mi Titanic solo vio la punta de iceberg y tiró por el recto, como hacen los valientes, los inconscientes. Se va hundiendo lentamente pero la orquesta sigue tocando al son de sus latidos, que siguen siendo fuertes pero sensibles. La brecha en el casco es grande, pero cada movimiento que haces, cada paso que das, ahí estoy yo, sintiéndote.

La tabla es suficiente ancha para los dos, y este Leo no le tiene miedo al veintiséis. Hazme un hueco, anda.

(Pom pom, pom pom).

jueves, 1 de febrero de 2024

Capítulo 193: Un mes 31 días

Doctora: Buenos días, ¿qué tal se encuentra?     

Yo: Buenos días doctora, me encuentro igual o peor que hace un mes.

Doctora: Vaya, ¿y eso?. ¿Se ha tomado todo lo que le receté?

Yo: Sí, doctora, como usted me dijo. Una al día desde principios de enero. 

Doctora: ¿Eltempo Locuratodoil?

Yo: Exacto. Y no me ha hecho ningún efecto, sigo con las mismas molestias y me siento igual de chafado. 

Doctora: Pues no lo entiendo. Es una medicación que por regla general siempre funciona en estos casos. A ver, no es que yo lo haya recetado alguna vez pero mis colegas dicen que es la mejor solución cuando se tienen estos problemas.

Yo: Ya, bueno, yo ya le dije que estaba seguro que conmigo no iba a funcionar, no me ha funcionado en otras ocasiones y sabía que esta no iba a ser la excepción porque esta vez lo he cogido con mucha fuerza. Entonces, ¿qué me recomienda ahora?

Doctora: La verdad es que no lo sé. Nunca me había encontrado un caso así. Yo le recomendaría que se tomara lo mismo un par de meses más a ver si...

Yo: ¿Haber si qué?. ¿No le estoy diciendo que voy a peor, que me cuesta dormir, que tengo la cabeza siempre en otro sitio? Le he escrito por la aplicación infinidad de veces y no me ha respondido y yo no puedo seguir así, necesito que se implique más en mi problema.

Doctora: Yo le entiendo, y lo siento mucho pero tengo más pacientes requieren actualmente de mi atención absoluta. Su caso es más grave de lo que me pensaba y se me escapa un poco de las manos. 

Yo: ¿Perdón?. Pero si yo ya se lo avisé. Llevaba muchos meses diciéndole que notaba una serie síntomas que no me gustaban nada y cada vez que le preguntaba usted me respondía que todo estaba bien. Le rogué atención para poder prevenir que la enfermedad se extendiera y se volviera incontrolable y usted insistió en que eran cosas mías, a pesar de que no respondía a mis mensajes y apenas me llamó una vez. ¿Y ahora me dice que no puede hacer nada más por mí y me receta más de lo mismo una y otra vez ?.

Doctora: A ver, usted puede opinar lo que quiera, pero yo ya le dije lo que había. Usted ya tiene una cierta edad, hay una serie de circunstancias que agravan el problema. Ciertos comportamientos no me gustaron nada y bueno, al final tuve que tomar una determinación. No puedo estar dedicándome a usted toda la vida, sabía desde el principio que lo suyo no tenía futuro. 

Yo: Dios, ¿ y por qué no me avisó cuando aún podía cambiar de vida y de costumbres? He sido un paciente muy paciente, confié en su tratamiento a pesar de no creer necesarias todas su exigencias: me tragué todas las pastillas que me recetó, cambié de hábitos y dejé de visitar a otros especialistas de los que usted recelaba hasta que finalmente acabé completamente en sus manos. No ha sido profesional, me siento engañado.  

Doctora: Sí, comprendo su enfado pero sabe que esta relación paciente-doctor es atípica. Sabe perfectamente que sigo formándome y me han interesado otros campos desde hace tiempo, aunque le agradezco infinitamente que confiara en mis métodos, gracias a usted he hecho grandes avances en mi carrera y le voy a estar siempre muy agradecida. Pero como usted bien sabe, mi vocación siempre ha sido la de Médico de Familia y estoy pensando en especializarme en pediatría, así que lamento que nuestra relación profesional acabe aquí. De todas formas, a pesar que deje de ser mi paciente, siempre puede consultarme en lo referente a lo que sea que con sumo gusto seguiré por aquí para atenderle puntualmente. 

Yo: ¿Y ya está?, ¿así, sin más?. ¿Me larga sin anestesia después de tanto tiempo de exitosos avances científicos y un diagnóstico vital tan favorable?. ¿Me está diciendo que he sido su conejillo de indias, que su intención nunca fue darme la mejor de las vidas, que a pesar de dejarme viviseccionar, abrirme en canal, experimentar conmigo y poner toda mi vida en sus manos, ahora me echa de su consulta como quien se deshace del ratón A en un ensayo clínico que ha salido mal?. Pensaba que su profesión estaba regida por un juramente hipocrático, jamás pensé que fuera a romperlo cuando más necesitaba de su ayuda.

Doctora: Lo siento, pero nunca hubiera sido un buen momento. Lamento no poder seguir atendiéndole, pero un nuevo paciente requiere de mi atención y su pronóstico es más favorable que el suyo para llegar a buen puerto. Espero que tenga mucha suerte en la vida, me quedaré con lo mejor del proceso. Muchas gracias por todo. Buenos días. Siguiente.

Yo: Pero... 

 

PD: Imagino que el destino es caprichoso y retorcido. Según acababa este post un familiar se ha puesto bastante enfermo y nos vamos de urgencias. Premios nunca, pero al parecer cuando uno frivoliza cae todo el peso del karma sobre él. Dos corazones parados, vaya familia.


miércoles, 31 de enero de 2024

Capítulo 192: Trivialidades

Siempre dije que si algo en la vida me gusta de verdad me gustará ya hasta los restos. Y así ha sido con el trivial on-line.

Llevo bastantes años peleándome con el teclado, el lag y la gente con la que compito, los cuales son auténticas máquinas del saber. Incluso los que no han alcanzado ese punto de conocimiento han desarrollado una capacidad mecanográfica que desafía las leyes de la dinámica (y en muchas ocasiones las de mi credulidad y la del propio Newton). 

Empecé con un equipo que se llamaba La Canarinha, luego pasé a Fantasmas y finalmente juego en Foguetes, también conocidos como flojetes, siendo no necesario entrar en detalles respecto al sobrenombre. No solemos ganar nada, donde el término “solemos” es prescindible el 100% de las ocasiones, pero lo pasamos bien y disfrutamos de 30 minutos de quejas, chistes malos y excusas creativas para justificar lo paquetes que somos. Llegamos a ser 10 en el equipo, ahora quedamos 5. 

Fueron grandes años cuando incluso llegó a jugar b29, superfortress, mi vombardero favorito. No se acertaba mucho pero las risas estaban aseguradas. Uno aprende a relativizar entre el hacer muchos puntos versus hacer puntos que quedan para la historia. Lunes fantásticos con un extra de motivación y reconocimiento, es genial sentirse admirado, maldita sea.

Pero la vida siguió como las cosas que no tiene mucho sentido. Aún así lo disfruto, como este lunes. Jugábamos contra los dos mejores equipos y el mejor jugador del torneo. La escabechina fue épica pero, desconociendo el motivo y sobretodo el cómo, hice una gran partida.


Seguramente en los viejos tiempos nos hubiéramos reído mucho, sabiéndo de nuestro regocijo cada vez que destrozaba en puntos a nuestro capitán, y el duplicarlo hubiera supuesto fiesta mayor. 

Cierta vez, una ex, al interesarse por cómo me iba la vida, me preguntó si seguía jugando al trivial, y al responderle que sí reaccionó como si fuera un bicho raro anclado en el pasado. Poco más me dijo que las personas evolucionaban y que yo no lo había hecho. ¿Sabes? Me importa poco que opinaras eso, evolucionar no implica cambiarlo todo, no implica romper con el pasado y basarlo exclusivamente en encontrar nuevas metas. Para mí evolucionar supone sumar, no sustituir. El trivial forma parte de mi crecimiento personal y ya es parte de mi vida: tú no lo hiciste pero a los que viajan a mi lado les hago participes de lo que más me gusta, de mis lugares sagrados, de mi mundo particular. Agradezco a quien compartió partidas conmigo, respeto a quien no quiso hacerlo.

Este lunes me sentí orgulloso de mí mismo, ay, si lo hubieras visto. Seguirán gustándome las cosas que me gustan de verdad, pase el tiempo que pase. No soy el más listo, no soy el más rápido, no soy el más carismático ni soy el más divertido, pero nunca dejo ni un ápice dentro de mí cuando hago lo que amo, y lo sabes. 

Espero que un día se valore más la fidelidad por las cosas que te llenan y te hacen ser la persona que eres que la necesidad de una busqueda eterna sin saber diferenciar lo prescindible de lo imprescindible. 

Catorce puntos…