sábado, 30 de marzo de 2024

Capítulo 209: Penitencia y calvario

Imagino que, de pequeño, era cristiano por influencia materna; ella creía en Dios, en su bondad, en su justicia y en su omnipotencia. Lo mío era una fe prestada, simple mimetismo, una fe que en cuanto empecé a leer libros perdí a base de empirismo puro y duro. Mi madre tardó algo más en darse cuenta que no hay Dios, ni Rey ni Patria, como rezaban los carlistas. Cuando marchaba descubrió que nadie superior veló por ella. Nadie respondió a sus plegarias, supo que nacemos solos y morimos solos por mucho que alguien sostenga tu mano hasta el final. Un mundo de creencias y fe que acabó el mismo día que ella, años atrás, creyó en la providencia.

Y desde entonces un camino de calvario y penitencia se libra dentro de mí, solo que esta Semana Santa la cruz que llevo a mis espaldas es más pesada y profunda. Debería ser una época en que se propiciara un cambio interior, un arrepentimiento sincero y la renovación espiritual para salir como una nueva persona; pura y libre de pecado y pena. Pero no, yo me siento más triste, atormentado y solo que nunca. Han pasado ya tres meses pero dentro de mí nada ha cambiado. Todo son recuerdos, añoranzas y una rabia que apenas puedo contener. He sido crucificado en vida y mi Poncio Pilatos se ha lavado las manos.

Me siento como si me hubieran robado la vida, como si me hubieran quitado por segunda vez la única cosa que me hacía realmente feliz, solo que en esta ocasión ha cambiado de manos y han dejado en bucle la película de lo que nunca más tendré. 

Más que nunca, estos últimos meses, me he dado cuenta que estoy (estamos) solos. Entiendo que la soledad sea, cada vez más, la peor enfermedad que un ser humano pueda padecer y que no hay remedio efectivo conocido que asegure curarla. Nadie puede recetarte a alguien en particular porque solo uno sabe, mediante prueba y error, qué y quién puede hacerte sentir acompañado. A su vez, necesitar a alguien no implica que esa persona vaya a tener un sentimiento mutuo que le consiga reconfortar tal y como ella te reconforta a ti. No hay dosis, no hay horarios de administración, a veces ni siquiera hay solución alternativa que pueda funcionar y, en la mayoría de las ocasiones, con el tiempo te vuelves inmune o resistente al remedio o hay efectos secundarios. Son pocos los que encuentran la panacea de la felicidad, el elixir de la vida eterna, su otro yo.

Estar solo es una opción, sentirse solo una maldición que no eliges. Los anglosajones, cuyo vocabulario es 300.000 palabras más extenso que el nuestro, tienen dos vocablos para diferenciar ambos sentimientos: alone (estar solo) / lonely ( sentirse solo). Yo siempre he necesitado mi espacio (creo que todos, en mayor o menor medida, lo necesitamos) pero es ahora cuando tengo la sensación de estar más solo que nunca. Una familia disfuncional que aprendió que la mejor manera de no llevarse mal es estar separada, parejas que, a pesar de tener otras virtudes, nunca supieron llenarme emocionalmente, amistades las cuales, igual por no cultivarlas como debiera, hacen lo que creen o pueden y a las que, moralmente, no puedo exigirles más porque el estar es algo que debería ser una elección. 

Por eso, cuando descubres que la vida no tiene por que ser así, que de la nada aparece alguien que demuestra un interés real e ininterrumpido, que la expresión “¿cómo estás?” no es una coletilla o una pregunta retórica, personas como yo, con un déficit de cariño exagerado y afectivamente necesitadas, no hacen más que volverse satélites de ese nuevo planeta. 

Gracias eso fui capaz de ser feliz contra viento y marea. Por ese motivo no necesitaba más que una rosa y un asteroide flotando en mitad de la nada donde posar mis pies para poder soportar ver como todo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor sin que eso me hiciera perder la sonrisa. Era feliz bajo la tormenta solo porque sabía que estaba ahí. Por eso ahora es tan duro, porque ahora nado en mitad de la nada, expulsado del juego como un impostor cuando tan solo era un simple tripulante que hubiera dado la vida entera por un segundo más en aquel viaje de ensueño.

La soledad con nostalgia es la peor de las combinaciones, un cóctel que desafía la entereza, la lucidez y la capacidad de supervivencia de cualquiera. Donde debería haber lucha solo hay resignación, donde debería haber rencor y odio solo hay recuerdos, donde debería haber olvido solo hay deseo. Sigo sin dormir, sigo maldiciendo las fiestas, sigo echando de menos los mejores días de mi vida, y a pesar que el tiempo pasa, yo sigo estancado en anhelos y eso es el peor Via Crucis posible, porque tras la penitencia y el calvario no hay resurrección, no hay milagro, no hay ángel de dorada estampa que venga, me coja la mano y me diga: Ya no estás solo. No volverás a estarlo. Estoy aquí de nuevo.

viernes, 8 de marzo de 2024

Capítulo 208: Bola de Drac eterna

"Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Tu amb mi: tots dos junts lluitarem.
Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Mai un amic sol no deixarem."

A veces, en la vida, cuando alguien se va, muere también una parte de ti. Normalmente suelen ser personas que han convivido contigo, seres cercanos o familiares que, de alguna manera, han marcado tu existencia con su conocimiento, su trato o su inspiración. Pero más allá de la impronta que puedan dejar esas personas, cada ser humano crece y toma forma a través de estímulos e influencia de otros referentes que se cruzan en su vida; una mezcolanza de inputs, a cual más variopinto, que terminan por cincelar tu yo real.  

En este caso, hoy he conocido la marcha del "formador" de una gran parte de mi adolescencia, así como de la gran parte de los que fueron mis coetáneos en esos años donde todos eramos tan impresionables. Ha muerto Arika Toriyama, dibujante y creador de las series manga "Dragon Ball" y "Dr. Slump". 

Más allá de la tristeza que me supone su muerte, es doloroso mirar atrás y ver que, la mayoría de los grandes nombres que hicieron de mi infancia un lugar más plácido, ameno y motivador, desaparecen poco a poco y dejan huérfana una parte muy importante de mí. 

Me crié, literalmente, viendo "Bola de Drac". La serie empezó a emitirse en Cataluña en febrero del 1990, y por aquel entonces, mi contacto con la lengua catalana era apenas residual. Eran unos dibujos espectaculares para el época, con unos protagonistas que rompían moldes y que te hacían desear ser ellos. Lejos del espíritu "woke" de hoy en día, en aquel entonces, la historia de dos aprendices de luchadores tutelados por un maestro pervertido y acompañados por una adolescente atractiva y aventurera, era una auténtica locura que nos abrió la mente como ninguna otra serie había hecho hasta el momento. Así aprendimos catalán una generación de chavales, la mayoría hijos de inmigrantes andaluces, y descubrimos los conceptos de la amistad, el esfuerzo, el sacrificio y la constancia. Fueron mucho más que unos simples dibujos animados, fue una fiebre de fotocopias, un acabar pronto los deberes para poder ver otro capítulo y una espera constante para que llegara el siguiente, un puente hacia una nueva forma de ver la vida, el inicio de vocaciones desconocidas y una ruptura de esquemas.

Y los que crecimos entre parques, la hora de los estudios, extraescolares, cómics y Son Goku, fuimos una generación muy feliz. A día de hoy, pasados ya algunos años, soy capaz de cantar de memoria las canciones tanto de "Bola de Drac" como de "Bola de Drac Z", cabecera y cierre incluidas. La esponja que eramos en esos tiempos marcó para siempre lo que somos ahora, y es una de esas cosas que mucha gente, ajena a aquel fenómeno excepcional, nunca entenderá. 

Ha habido personas, muy cercanas a mí tanto física como emocionalmente, que no ha llegado a entender lo importante que fue criarse en un momento como aquel. "Pero qué friki eres". Esa expresión, aparentemente inofensiva, siempre ha guardado un punto de desprecio y desdén como si el hecho de ser ya un adulto implicara una falta de madurez o seriedad por seguir disfrutando de aquel universo. Pero es que leer Ibañez me enseñó a no ponerle puertas a mi imaginación y aprender a dibujar, ver "Bola de Drac" me enseñó a hablar catalán, socializar y romper poco a poco los muros de mi tremenda timidez y a conocer y valorar el significado de la amistad, jugar con bloques de construcción ("Tentes") y playmobils desató mi creatividad y el don de buscar más salidas de las que unas simples instrucciones pudieran indicarme, devorar la bibliografía completa de Terry Pratchett (muchos ignorantes dirán que es un autor infantil) hizo explotar en mí el gusto por la lectura, por la escritura y, por primera vez en mi vida, tuve un ídolo real al que seguir, admirar y en el que desear convertirme. Todos aquellos años sacaron lo mejor de mí, los que me llamaron friki después y no supieron valorarme, lo peor.

Igual tú no entenderás que con 14 años prefiriera cantar "Arare-chan" antes que alguna canción de Raw Alejandro o Bad Bunny, o que ver al Senbei Norimaki (Doctor Slump) echar sangre por la nariz al ver las braguitas a la Señorita Yamabuki me parezca mucho más adecuado que escuchar las explícitas letras de cualquier reggetonero del tres al cuarto. También prefiero pagar 10 euros por una camiseta con Monkey D Luffy en el pecho que 30 por llevar el logo de Dolce&Gabanna o de Jack and Jones y que así parezca que tengo más clase; igual es cosa de "frikis", ¿no?. 

La cuestión es que no se ha muerto alguien cualquiera, se ha muerto una persona que regaló una infancia alucinante a millones de niños sin unos referentes claros ni sanos y que posiblemente forjó la última generación de gente que sabe lo que es el amor, el compromiso, luchar por su ideales y el no rendirse jamás, una generación que sería capaz de levantar las manos para dar su energía vital a quien la necesitara. 

Hoy vuelve a ser un día triste en mi existencia, y van demasiados. Busco motivos y salidas para empezar a ver la luz al final del túnel pero la nostalgia es un lastre demasiado pesado que no deja de arrastrarme hacia la oscuridad. Lo peor es que, incluso viendo como parte de mi vida se difumina, mi gran losa sigue sobre mis espaldas, infiltrándose en cualquier tema de mi vida, llevándome todos los caminos al mismo lugar, a la misma persona. Akira Toriyama creo infinidad de personajes pero siempre me sentí identificado con Krilin. Su historia de personaje secundario, que luchaba con todas sus fuerzas a pesar de ser inferior a todos sus amigos, me hizo ver que el autor construía relatos para gente común. Historias de amor y redención, como cuando el propio Krilin pide como deseo al Dragon Shenron que salve la vida al Androide 18, convirtiéndola en humana y logrando su pequeña victoria, tal vez mucho más importante que la que consiguieron el resto de los héroes. 

Akira transformó un robot en humano. Es una pena que sea demasiado tarde para que vuelva a hacer lo mismo. 

Descansa en paz, Gran Maestro, tu recuerdo y tu esencia perdurarán mucho más allá de cuando nosotros nos hayamos ido, porque tu herencia es una experiencia vital que poder transmitir a las nuevas generaciones para hacer de este un mundo un lugar mejor. 

Me uniré a la búsqueda de las 7 bolas de dragón para obrar el milagro, y sí, volveré a hacerla humana de nuevo. Lo siento.
 

  

 


viernes, 1 de marzo de 2024

Capítulo 207: Superado

Todavía tiemblo. Imagino que ninguna familia es perfecta pero la mía se sostenía sobre un único pilar. El equilibrio económico, emocional, el nexo de unión entre gente muy distinta lo aportaba la única persona que sabía dar lo que es imprescindible: amor. 

Pero todo eso se vino abajo el  día que se activó su cuenta atrás. Cuando desapareció todo fue oscuridad y gente extraña y, aquella persona que había estado siempre a su sombra, finalmente se quitó la máscara liberando el ser lúgubre que llevaba dentro. 

He conocido muchas personas tóxicas, egoístas, narcisistas y déspotas, pero nunca pensé que la peor de ellas la tendría, por desgracia, tan cerca en mi vida. Es como una maldición y un castigo, imagino que por no ser la mejor persona del mundo, por engañar y engañarme tanto, por no ser justo y tener una tendencia enfermiza a lo complicado, lo insano y lo roto.

Normalmente, las personas más insignificantes y limitadas, aquellas que han vivido siempre entre la mediocridad y las sombras, cuando obtienen algo de poder se convierten en el peor de los monstruos. Esa necesidad de sentirse superiores por una vez en la vida, de devolver todos esos años en los que no han podido mirar hacia arriba y se han sentido insignificantes, años soñando con el día en que por fin hubiera alguien por debajo de ellos y se volvieran las tornas. Ignorantes, inseguros, buscadores de grandeza, quiero y no puedo de la vida deseosos de devolver todas esas humillaciones multiplicadas por tres en lugar de simpatizar con los que estuvieron una vez en su lugar.

Yo, por mis malas decisiones, llevo estos años siendo la cabeza de turco de una de las peores personas que he conocido en mi vida. Hoy se le llama buying, acoso, maltrato psicológico, pero toda la vida ha conocido como ser un hijo de la gran puta, un dictador, un psicópata sin escrúpulos. Aguanto porque no puedo hacer otra cosa, porque he llegado a un punto donde todo mi entorno se ha derrumbado hasta tal punto que no puedo hacer nada más que soportarlo y esperar que pronto, el destino, me libere de esta pesadilla. 

Hay gente que es mala por naturaleza, estirpes y linajes que llevan el veneno en la sangre y que ni sienten ni padecen ante sus actos. Unas mentes trastornadas, ajenas al bien y al mal, que desconocen el concepto empatía y que nada ni nadie consigue hacerles ver la sin razón de sus comportamientos o forma de pensar. No se puede hablar con ellos, no se les puede hacer razonar, no entienden más lógica ni razón que la suya, son impermeables al sufrimiento ajeno. Estás con ellos o en su contra, transiges con sus ordenes y mandamientos o eres un elemento a eliminar, un traidor y un enemigo, una simple alimaña a la que despreciar y desposeer de su carácter humano para facilitar el odio.

Sufro regularmente este acoso de la persona de la que menos debería sufrirlo, fue su elección. Hay un sentimiento anquilosado por no haber salido a su imagen y semejanza. Es duro lidiar con acusaciones y amenazas de alguien que se sabe por encima de ti, de no poder decir las cosas que uno quiere, de no poder poner en su sitio a quien vive en una burbuja de irrealidad y fantasías, creadas para sentir que su bota de hierro pisotea con fuerza y justicia la voluntad y razones de quien no merece ser escuchado. No hay nadie peor que aquel que cree que posee el conocimiento absoluto, que es dueño y señor de la verdad, el discurso y de la sentencia final. 

Ningún ser humano debería poner al resto por delante de su propia sangre. Quien reniega de los únicos seres que van a estar de forma incondicional merece el peor de los castigos: la soledad. No se puede comprar el amor, no se puede exigir el cariño, son cosas que uno debe ganárselas con la misma moneda y que jamás supo hacer. Nunca tendrá su carisma, nunca tendrá su bondad, no conseguirá que la gente le quiera por lo que es y mucho menos por lo que pretende aparentar. Cuando no sabes diferenciar entre buenas intenciones, consejos y palabras veraces por muy dolorosas que sean, entonces estás abocado un mundo de farsantes, mentirosos, impostores y gente que sacará provecho de tu frágil personalidad, y lo tendrás bien merecido. 

A veces noto esa ira por mis venas, siento esa personalidad que nunca pedí oculta tras mi endeble escudo de paciencia y me maldigo. No quiero ser como él. Por  suerte tuve quien terminó de completarme y su naturaleza afable y generosa compensa con creces ese lado oscuro del que tanto me avergüenzo. Solo sé que quiero escapar de sus garras lo antes posible, que tantos años  de  sumisión no han conseguido hacerme inmune y me sigue afectando como el primer día. Me consuela que sus seres más queridos, si es que alguna vez los quiso de verdad, hayan podido huir hace tiempo y que la persona que más lo sufrió por fin descanse en paz y no pueda ver en lo que finalmente se ha convertido. 

Me he dado cuenta que siempre he acabado en manos de gente tóxica y manipuladora. He creído tener el control pero ha sido una mera ilusión de lo que realmente ha sucedido. He intentado agradar a los que menos se lo han merecido, inconscientemente he pensado que cumpliendo todos sus deseos conseguiría sumar a sus ojos, que claudicar ante todas las imposiciones cuando no aceptaban un no por respuesta les demostraría la clase de persona que era, que me ganaría su corazón eternamente. Y no, mi error fue pensar que alguien que quiere controlarlo todo y exige que estén incondicionalmente por y para él/ella van a tener suficiente con lo que ya tienen. Estas personas no tienen fondo, su ego es tan grande que incluso su generosidad está hecha para vanagloriarse a sí mismos. Nunca tienen bastante, nadie es suficiente, seguir luchando por su aceptación es humillarse y la propia autodestrucción. Sus conciencias seguirán inquebrantables porque no hay más razón que su propios pensamientos, su capacidad de autoconvencerse es suficiente para que la realidad imperante sea la suya. No puedes luchar contra ellos, nunca reconocerán un error, nunca se sentirán culpables, no les harás cambiar de opinión. La única solución es salir de sus vidas. 

En el pecado llevo la penitencia. Mi luz y mi oscuridad eran la misma persona con cuerpos distintos. A lo que me agarré para huir de un mundo de tristeza y vejaciones me dio la espalda de la misma manera. Psicológicamente estoy destrozado, no soy ni la sombra de lo que un día fui. Cuando falte del todo en su vidas, ¿qué pasará?. ¿Me echarán de menos o solo echarán en falta lo que les hacía sentir?. Quererlos como a nadie, ser capaz de dejarlo todo, mostrarles el daño que eran capaces de hacerme cuando mostraban su crueldad hacía mí, ¿será eso lo que más añoren cuando no esté?. 

No, porque al igual que un espejo, siempre encontrarán la luz de algún otro con el que creer que lo suyo es poder brillar.