domingo, 13 de marzo de 2016

Capítulo 145: Idus Martii

Que la vida te libre de los Idus de Marzo, de los buenos augurios y fiestas de guardar.

Marte, el Dios de la Guerra romano, vela armas. Con su yelmo encrestado otea atentamente el horizonte terrenal, dispuesto a ensartar con su lanza al que muestre el menor símbolo de debilidad.

Temo a Marzo como los desamparados a las sombras de la noche. Para mí es un mes a temer, un mes con pasado sombrío y mala reputación, que señala amenazántemente y hace temblar.

Resulta irónico que, a dos días del Idus de Marzo, el día de los buenos augurios que corresponde a este mes, me sienta más como Julio Cesar entrando al Senado que como cualquier otro del resto de los mortales.

No han sido buenos mis marzos, y soy generoso con la definición. Desde que tengo memoria solo recuerdo malos momentos, pésimas noticias y despertares de realidad de lo más dolorosos.

Tal día como ayer, hace un año, murió mi totem inspirativo. Dudo que exista una persona por la que pueda sentir más admiración que él, intelectual y creativamente hablando. Todos tenemos un referente, la respuesta a la pregunta: "¿Quién te gustaría ser si pudieras elegir?". En este caso, él era esa persona. Ya solo me quedan sus libros, pocos de los cuales me tengo pendientes por leer pero para lo que no estoy preparado todavía.

En un Marzo cualquiera, de cuyo nombre no quiero acordarme, perdí para siempre lo que ya había perdido y no sabía. Perdí la inocencia, la fe en las personas que estando tan cerca, están muy lejos, y perdí algo que posiblemente nunca llegué a tener y que, a fin de cuentas, tampoco era tanto perder (eso lo sé ahora mismo). Cuando te dejan, nos dejamos, hago que nos dejemos, te dejo porque esperabas que nos dejaramos, punto y final. Pero se termina dignamente, porque si algo no funciona, no funciona. Que te vaya muy bien, fue un placer conocerte, seremos amigos, esto no se acaba, solo cambia de formato. Así funcionan las cosas de verdad, las adultas, las leales. Pero un día, ese sonido extraño en tu cabeza que te alerta que algo no encaja, activa el resorte del sentido común y abres los ojos, viendo un mundo de mentiras te hiela el corazón y hacer hervir la sangre. No eras tú, no era ella, era él (igual eramos demasiados). Ese fue mi Marzo de la traición sentimental. Perdí un futuro, gané otro, pero con una hipoteca de años irrecuperables.

Y finalmente, un Marzo y Marina, una persona que no volveré a ver y que odiaré de por vida de forma injusta, me sacó de mi mundo de negación ante la realidad e hizo de Dante Alighieri a las puertas del Infierno. Ella mató toda las posibilidades de esperanza, me hizo reconocer que sabía que la perdía. Dudo que en mi vida sienta tanto miedo y vacío interno como sentí aquel día. Ya sé lo que es llorar desconsoladamente. La peor noticia de mi vida nació un mes tal cual este y se hizo realidad varios meses después. Mi hundimiento personal y emocional tiene forma de Marzo.

Por todo esto temo, racional o irracionalmente, esta época del año. Porque es un mes de traiciones, de revelaciones dolorosas y de perdidas irrecuperables.

Hoy es día 13 y ya he tenido mi prodotio. La conjura de los optimates se ha fraguado y solo he podido decir: "¿Vosotros también, familia mía?". Pero ya no duelen las puñaladas, sino que los asesinos de Cesar eran ex Pompeyanos e incluso algunos, de la propia familia Julia, sangre de su sangre, a los que este perdonó la vida tras la derrota de Pompeyo en Farsalia.

Como dijo Shakespeare en su obra Julio Cesar: "¡Cuídate de los Idus de Marzo!"


Frase del día: "Sueltaló, sueltaló, no lo puedo ya retener, sueltaló, sueltaló, ya no hay nada que perder" (Sueltaló - Frozen)
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