domingo, 14 de enero de 2024

Capítulo 178: Mi pequeña Miss Sunshine

Dale al play antes de empezar a leer: 



57 días después he vuelto a coger la bicicleta. He hecho el mismo recorrido que la última vez. Al pasar por el sitio de la caída he hecho el saludo militar. Bien jugado, fue un digno rival. Hubiera sido tan fácil como pasar por encima del badén. Mientras terminaba el trayecto pensaba en la vez que lo hice antes del accidente, lo feliz que me sentía al notar el viento en mi cara y el latir de mi corazón. No era consciente la de cosas que perdería en cuestión de un mes. 

Ayer volví a ver Pequeña Miss Sunshine. Una de las mejores películas que recuerdo. Cuando la ves en perspectiva gana en profundidad, un alegato de la dura lucha que tienen las personas humildes que no han tenido una vida fácil, de como sobrevivir a una sociedad que te menosprecia y devora por el simple hecho de seguir intentándolo. 

Yo soy esa furgoneta y ese viaje. Yo soy el padre que lo intenta todo y aún así fracasa. Yo soy esa madre que no sabe si todavía siente amor y piensa en divorciarse. Soy ese abuelo que se da cuenta que se le ha escapado la vida y se arrepiente de no haber follado con más chicas en su juventud. Soy el hermano que ve el sueño de su vida frustrado para siempre por unas circunstancias que no puede controlar, por haber nacido como ha nacido, y también soy el tío que no quiere seguir adelante porque el amor de su vida le ha roto el corazón de la forma más cruel. Soy todos ellos en un viaje para y por el sueño de mi pequeña Miss Sunshine, haciendo de tripas corazón, empujando la furgoneta para que arranque una vida que no es mía. 

Hay una alusión a un escritor sobre el sufrimiento:

“-¿Conoces a Marcel Proust? Escritor francés. Un completo perdedor. Nunca tuvo trabajo. En los temas de amor no correspondido, gay, gastó 20 años en escribir un libro que casi nadie lee. Pero probablemente es el mejor escritor desde Shakespeare. De todos modos, va a lo fundamental en su vida y mira hacia atrás y decide que todos los años de sufrimiento, esos fueron los mejores años de su vida, porque le hicieron lo que es. ¿Todos los años que fue feliz? Un completo desperdicio. No aprendió nada. Así, que si duermes, ¡piensa en todo el sufrimiento que vas a perder!.”

No estoy de acuerdo. A mí me ha convertido en un auténtico amargado, he dejado de hacer cosas que llevaba años haciendo. Sufrir solo me ha servido para escribir y regocijarme patéticamente en mi desgracia. Sufrir es sufrir, no hay nada poético en ello.

No pequeña Miss Sunshine, el tiempo no lo cura todo. Un corte cicatriza con tu propia carne, una enfermedad sana con medicación, pero lo otro no se remplaza, es un vacío, una parte que te arrancan, es un trozo de ti que ya no estará. Puedes intentar vivir sin ello, pero la vida nunca será igual. No puedes decirme que todo se pasa cuando para cada uno ha tenido un valor diferente. Lo que para ti pudiera ser perder el bus para otra persona igual significa perder el tren de su vida. Quien dice que el tiempo lo cura todo es porque realmente no ha perdido nada, es porque probablemente nunca quiso lo que tuvo.

Llevo 15 días dándolo todo, 15 días que ni un segundo he dejado de estar, pero objetivamente, para quien debería escuchar, solo he sido un “no, no me presento” porque ni sabe que esto existe. He desaparecido. Le he hecho un favor más.

Mi pequeña Miss Sunshine, a veces, la gente que más te quiere lo sacrifica todo para que tú, joven OliVe, hagas el viaje de tu vida, te prepares para cumplir tu sueño y nada ni nadie te robe esa oportunidad. A veces uno muere por dentro para que no seas consciente de lo difícil que es acompañarte en un trayecto donde al final el premio se lo pueda llevar otro. Si tú no eres capaz de darte cuenta de ese sacrificio es que a lo mejor no lo merecías. 

Crecer implica madurar, crecer implica ser justos con los demás, crecer implica haberte dado cuenta que era mi último viaje sin posibilidad de retorno, de que quemé todas mis naves en él.



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