miércoles, 3 de enero de 2024

Capítulo 167: Noche y día - Noche (I)

(1:49 am) La noche ahora da miedo. Hace nada esperaba que cayera pronto para escuchar corazones latir mientras porcs senglars (porcsandglassis, jabalis en castellano) buscaban, con descaro, algo que llevarse a la boca. Y hoy tengo que escribir incluso antes que ayer porque me aterroriza meterme en la cama y caer en el pozo de pensamientos destructivos que menguan la poca racionalidad que me queda. 

No domino mi mente. Corto puentes pero siempre encuentra una forma de volver al origen, retorcer los conceptos y asociarlos a la perdición de mis días. He buscado un subterfugio para poder ser más libre, hablar claro, no divagar como por aquí, sin que ninguno de los que leéis se pierda en metáforas y frases demasiado ambiguas. No servirá para solucionar mi problema, solo alargará la agonía y no llegará a su destino.

Si me permitís, quiero hacer un pequeño inciso en mi deriva monotemática actual. ¿Quién lee esto?, ¿de quién son las visitas?. Me intriga, este blog estuvo muerto muchos años y ya no queda nadie de entonces. Solo tengo constancia de una persona, pero el resto, ¿quiénes sois?. Imagino que bots de la propia plataforma para que parezca que lo mío es predicar en el desierto, pero de no serlo, me gustaría saber si aporto algo. Hace poco leí una expresión que podría ofrecer un poco de luz al misterio, decía: “Nunca le cuentes tus problemas a nadie, al 80% de las personas no les importa, y el otro 20% se alegra de que los tengas”. Imagino que esa pocas visitas responden a eso, nos gusta que a los demás también les vaya mal y no sentir que somos los únicos en sufrir inmerecidamente.

De todas formas el karma no existe, hay personas que están protegidas por las estrellas y tienen impunidad divina para causar todo el daño posible sin que su consciencia y suerte se vean afectadas. Hay gente que pasa por la vida como si les hubieran tendido una alfombra roja, como si la moneda que marcara su destino siempre cayera del lado bueno, la suerte les sonríe sempiternamente. El problema es cuando su cara implica que la cruz seas tú. Al final deseas, por mucho que la quieras, que alguna vez también le esquive la fortuna y pueda empatizar con tu fatalidad. No fue el caso, el plan salió a la perfección, me adelantaron por la derecha y ni lo vi venir. 

Y a pesar del sentido común, de saber que fue lo mejor que podía pasar para que reaccionara, lo debería saber, sigo alargando la noche por miedo a encontrarme con pensamientos cargados de cruel verdad y recuerdos grabados a fuego. No puedo soportar haber perdido las ganas de caminar. Sacrificaría lo poco que me queda por la oportunidad de volver a ser feliz aunque fuera efímeramente.

El problema es que quién un día lo tuvo todo, saboreó la fórmula de la vida eterna, cuándo la pierde, el resto de la existencia se vuelve un espejismo, un triste reflejo de lo que un día fue. Otra cruz en mi cuenta, pavorosas noches.


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