martes, 20 de febrero de 2024

Capítulo 206: Past & Pain (II)

El pasado ha sido borrado. El futuro nunca ha ocurrido. No está presente. 

"1984" ha sido un descubrimiento. Entiendo por qué este libro estuvo censurado en EE.UU por pro-comunista y en la U.R.S.S. por anti-comunista, y sigue estándolo en Kenia, Bielorrusia y China. 

Más allá de su crítica al Totalitarismo y la salvaje idea de un Gran Hermano que controla toda la sociedad, "1984" me ha parecido un trágico libro de amor que, leído bajo ciertas circunstancias, deja un amargo sabor de boca a todo aquel que pasa por una situación parecida. 

Han reescrito mi pasado. Suele pasar cuando en una guerra hay un vencedor y un vencido. El ganador tiene el derecho y el poder de reescribir la historia, al perdedor no le queda nada, nadie quiere escuchar su realidad. Pero cuando reescribes la historia lo primero que muere es la verdad. 

Cuando pienso en todo lo sucedió, lo que se dijo, lo que se prometió, lo que sentimos, tengo una mayor seguridad de no estar loco. Como dice el libro, encontrarse en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significa estar loco. Hay verdad y lo que no es verdad, y si uno se aferra a la verdad incluso contra el mundo entero, uno no está loco. Yo sé lo que fue. 

El problema es que puedo conocer la verdad de lo que había, pero si supiera la verdad del por qué luego todo fue así (como me sugirió K), posiblemente no seguiría escribiendo ni una letra de todo esto. El castillo que parecía tener sólidos cimientos en realidad solo tenía como base inestables naipes en un difícil equilibrio, que aguantaron por un motivo que creo conocer. Solo cuando, cansado de esperar, empecé a tirar de la manta, tiró a bajo todo el edificio, borrando pasado presente y futuro, sepultando pruebas, los motivos y volatilizando la existencia de todo aquello en todas partes menos en una, en mi cabeza. Es el único lugar que no podía controlar. La cuestión es, ¿tanto me acerqué que al final no le quedó otra que arrasarlo todo?. Lo “bueno” es que tuvo todo el tiempo del mundo para hacer la mudanza.

Pero el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado. El problema es que quien gana tiene el suficiente poder para reformular ese pasado. Cuando te engañas a ti mismo pensando que pasó algo para tomar esa decisión, das por cierto que todos los demás están viendo lo mismo que tú, pero la realidad existe en cada mente humana y en ningún otro sitio más. Por eso nunca hubo testigos, por eso mi existencia se limitó a ser un acto de fe, por eso hoy nadie puede cuestionarle lo que hizo.

No existo porque yo no formé parte del todo, solo lo colectivo es inmortal y puede captar la realidad. Por eso nunca existí ni existieron mis pensamientos o mi lugar, mis razones y mi voz, mis esfuerzos o mi dedicación. Todo eso ya solo son cenizas al viento. Desapareceré por completo de esta historia, la posteridad no sabrá nada de mí o lo que realmente fui. Seré una anécdota a contar cuando pregunten por su vida. Por eso me duele tanto, porque si ya he desaparecido, ¿qué importancia tiene lo que esté escribiendo o pensando y para quién lo esté haciendo?. 

Yo solo quise una cosa, haber podido luchar. No este ejercicio de autocompasión y constreñimiento para que acabe mi dolor y poder sentirme libre. Merecía la oportunidad de luchar, de poder hacer frente una etapa difícil por la que supuestamente se pasaba y tener el derecho de cambiar lo que hubiera sido necesario, una oportunidad ganada a pulso con los años y mi dedicación incondicional. Yo siempre construí, yo quería mi casa, no un alquiler. Nadie lo deja todo por un simple capricho terrenal. El sacrificio solo se puede realizar cuando uno es consciente de tener que hacerlo, porque nadie en su sano juicio cambia algo que le dicen que va bien. Cuando no te dicen la verdad, cuando no hay ganas, los pequeños obstáculos del día a día que a veces complican tu existencia (la vida no es un camino de rosas) no se pueden hablar, ni se pueden arreglar, ni compensar ni superar. Una planta no se seca de un día para otro sin mostrar los síntomas en sus hojas, a menos que hagas lo indecible para ocultar esas señales porque desees que muera de sed y que, por mucha agua que tengas guardada para ella, sea inútil salvarla porque te lo reprochen cuando ya es demasiado tarde. 

Negar la posibilidad de ver otra salida, otras opciones, negar un ejercicio de resiliencia, superación y esfuerzo para salir más fuertes que nunca, a eso se le llama cobardía. Sí, en la vida hay altibajos, momentos en los que cuesta seguir adelante, pero lo que importa son las relaciones humanas, y un gesto completamente espontáneo, un abrazo, una lágrima, una palabra cariñosa dirigida a alguien afligido, poseen un valor en sí. 

Hasta en esos momento de reflexión sobre la vida, cuando se flaquea o se duda, siempre hay algo a lo que recurrir por muy emocionalmente perdido que estés. Cuando se ama a alguien, se le ama por él mismo, y si no hay nada más que darle, siempre se le puede dar amor.

Hubiera luchado y te hubiera protegido de todas las balas del mundo rodeándote con mis brazos aunque mi armadura hubiera sido de papel. 

El libro es duro, reflexivo, descorazonador, pero su historia de amor es como una gran bofetada en la cara, una fría realidad que jamás hubiera creído de no ser porque los futuros distópicos cada vez lo son menos y esa historia, por otra retorcida coincidencia, ya la he vivido.

¿Qué pasaría si supiera la verdad, la que nunca me atreví a preguntar y que dudo que sepa jamás?. Todo se limita a pasado y dolor. Si la vida me diera 10 minutos de una de esas Telepantallas del Gran Hermano posiblemente los 2 minutos del Odio se transformarían en una eternidad de gritos, golpes e insultos y quemaría y borraría todo esto, arrepintiéndome de todas las horas que estoy malgastando en ello. Y eso es lo peor, que nunca me he equivocado y se que ahora tampoco.

Apenas 50 días (muchos más lo sé) y se acabaron la señales. Todos mis miedos se han hecho realidad en apenas un suspiro de tiempo. No voy a hacer más spoilers pero en un momento determinado del libro buscan cuál es mayor miedo de cada persona, a lo que más se teme, para usarlo en su contra. Pensé en cuál sería mi punto de fractura y rendición total; si el vértigo, las telarañas, la muerte, la traición... pero descubrí que por encima de todo eso hay una cosa que me causa aún más pavor:

La vida no se justa, hubiera luchado hasta el final, pero me robaron ese derecho. Al final resultó ser verdad que 2+2 son 5 y que 1+1 nunca fue 1 sino 3.


lunes, 19 de febrero de 2024

Capítulo 205: Past & Pain (I)

Febril, como la carta de amor de un preso, así estoy yo, sin ti.

Tras mes y medio sin apenas dormir, apenas comer, múltiples visitas a hospitales, urgencias y rehabilitación, al final he caído. No sé si es gripe o costipado pero me duele todo el cuerpo, no paro de moquear y me siento chafado. Vamos, como hasta ahora pero a nivel físico. De lo otro sigo igual o peor, es un 24/7 de preguntas, recuerdos, sensación de añoranza y rabia, mucha rabia. 

El tiempo no lo cura todo. No es lo mismo pasar 4 días en cama y deshacerte de un virus molesto que te arranquen de cuajo partes de ti y te quedes cojo, ciego o acárdico. La gran diferencia es lo dentro que lo llevarás, lo profundo que hubiera calado en ti.

Algo que nace, crece poco a poco, se infiltra bajo cada poro de tu piel, que con el tiempo pasa a tu sangre y a tu sistema nervioso, late, piensa y respira en armonía contigo, que acaba guiando tus pasos y finalmente lo acabas asimilando como tu otro ser, eso, cuando repentinamente desaparece sin explicación, sin síntomas que te anunciara la gravedad de la situación, sin poder poner remedio, eso es la muerte en vida. Y ni el tiempo ni el sentido común pueden hacerte recuperar la vitalidad de la que un día disfrutaste. Secuelas terribles que nada ni nadie podrá evitar.

Pero si para ti solo fue un rasguño, un corte superficial, si tu piel, a pesar de ser suave y estar dorada por el sol, es dura e impermeable, esa “accidente” se cura tapándolo cierto tiempo y sobretodo evitando que vuelva a ocurrir. Y si tienes a alguien que pueda lamer tus heridas, curarlas y darles calor, en dos días ni siquiera recordarás qué te ocurrió porque no dejará ni marca. No somos iguales.

A base de vida y experiencias, no siempre las más positivas, aprendí ciertas cosas sobre lo que los médicos llaman la Escala del Dolor o EVA (Escala visual analógica). Es el baremo que utilizan para intentar valorar el grado dolor que sufren sus pacientes para poder determinar el tratamiento más adecuado en cada caso. En esa escala hay cuatro tramos: ausencia de dolor, moderado, severo y máximo dolor. Lo excepcional del caso es que el dolor no puede ser cuantificado de forma categórica, sino que se trata de una ponderación basada en sensaciones emocionales ya que cada uno lo vive de una forma determinada. Lo que para una persona puede ser una punzada para otra puede significar el dolor más extremo ya que la resiliencia y el umbral de dolor de cada uno es completamente distinto y personal.

Por ello es tan injusto que, generalmente los que nos causan ese dolor, valoren lo soportable que es en sí el dolor que han inflingido, nos digan lo que tardaremos en superarlo y sean absolutamente ajenos a él siendo algo que han provocado. Y lo peor es que, una vez sufres ese dolor por el motivo específico, haya un dolor incluso más terrible que es el proviene de la forma en que se ha gestado el dolor primigenio: el que jamás esperaras que lo causara la persona que lo causó. Es un mal derivado de la traición, de la decepción, del sentirte roto por dentro, del no verlo venir. Por desgracia hay personas que están tan perdidas que ni sufriendo lo indecible son capaces de claudicar o sentir un odio que les permita soltar la mano. Masoquistas se les llama.

Una herida física se cura, un partir consensuado sana, un adiós por la espalda no.

Esta semana pararon el corazón a mi padre y estaba muy asustado por cómo sería el resto de su vida. Cómo decirle que yo sé lo que es eso y lo dura que es la verdad.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Capítulo 204: San Valentín



 Simplemente in love. Feliz San Valentín. So sad.

martes, 13 de febrero de 2024

Capítulo 203: Mil cosas que haría por ti (1a parte)

 “Mil cosas que haría por ti” es una película (comedia romántica) de 2017. El asunto no va mucho más allá del hecho que uno de los actores sea Peyu, un gran humorista catalán que me gusta bastante, y el curioso título de la propia película que me ha servido de excusa e inspiración. Mil cosas que haría por ti:

- Encontrar la fórmula de la eterna juventud a tus ojos.

- Cortar siempre yo la cebolla para que de lo único que llores sea de felicidad.

- Aprender a no dar portazos cerrando el maletero de tu coche.

- No volver a mentir sobre el color de tus ojos.

- No esconder más tonterías por los rincones de tu coche solo para ver cuándo las encontrarás.

- Que nunca te falte queso, ni un beso.

- No querer ni volver a jugar a las Damas con nadie que no seas tú.

- Dibujar caminos interminables sobre tu suave piel.

- Que te nunca falte strawberry cheese cake al ir a la heladería.

- No mentirte más.

- No dejar que me mientas más.

- Poner a tu nombre todas los olas de mar.

- No volver a llegar tarde por no perderme ni un segundo de ti.

- Dedicarte el doble de tiempo del que te mereces aunque sea la mitad del que deseo estar a tu lado.

- No olvidarte en 19 vidas y 500 noches.

- No tener números rojos en la cuenta de besos a dar.

- Ser el guardián y el refugio de tus sueños cuando te duermas entre mis brazos.

- No dejar de escribirte, no dejar de escribir nuestro pasado, porque escribir es disparar contra el olvido.

- Leer en silencio compartido.

- No tocar la batería en el salpicadero de tu coche con los palillos del japonés.

- Acompañarte cuando camines sola por el Boulevard de los Sueños Rotos.

- Cantar a pleno pulmón todas las canciones que te gusten, entrar en tu mundo y disfrutar.

- Menjar-me una síndria, sucosa que regalima.

- Absorber tu mala suerte, ser tu talismán por siempre. 

- Dejarte notas cada vez que me vaya para que un trozo de mí se quede allí.

- No rechazar un regalo nunca más. No cambiarlo. Ni a ti.

- Crear un futuro, exprimir el presente, mejorar el pasado.

- Aprender catalán para tener que estemos empatados en barbarismos y risas.

- Hablar las cosas cuando algo no vaya bien, cambiar las cosas para mejorar, luchar por superar los malos tiempos. No rendirse.

- Ser tu apoyo, tu amigo, tu todo, tu esclavo.

- No dejar de quererte.

- Pensar 1000 cosas más que hacer por ti.

lunes, 12 de febrero de 2024

Capítulo 202: Extractos (1984)

Cuando ella dijo que no podía venir, había sentido como si lo estafaran. Pero en aquel momento la multitud los aplastó el uno contra el otro y sus manos se unieron y ella le acarició los dedos de un modo que no despertaba su deseo, sino su afecto.

Una honda ternura, que no había sentido hasta entonces por ella, se apoderó súbitamente de él. Le hubiera gustado en aquel momento llevar ya diez años casado con Julia. Deseaba intensamente poderse pasear con ella por las calles, pero no como ahora lo hacía, sino abiertamente, sin miedo alguno, hablando trivialidades y comprando los pequeños objetos necesarios para la casa. Deseaba sobre todo vivir con ella en un sitio tranquilo sin sentirse obligado a acostarse cada vez que conseguía reunirse. […]

No te acerques demasiado a la ventana. Y no te vuelvas hasta que yo te lo diga. Winston obedeció y se puso a mirar abstraído por los visillos de muselina. Abajo en el patio la mujer de los rojos antebrazos seguía leyendo y viniendo entre el lavadero y el tendedero. Se quitó dos pinzas más de la boca y cantó con mucho sentimiento:

Dicen que el tiempo lo cura todo, dicen que siempre se olvida, pero las sonrisas y las lágrimas a lo largo de los años me retuercen el corazón. […]

Tenía Winston la sensación de que podría penetrar en ese mundo cerrado, que ya estaba dentro de él con la cama de caoba y la mesa rota y el reloj y el grabado e incluso con el mismo pisapapeles. Sí, el pisapapeles era la habitación en que se hallaba Winston, y el coral era la vida de Julia y la suya clavadas eternamente en el corazón de cristal. […]

Solo quiero…

sábado, 10 de febrero de 2024

Capítulo 201: Love and hate

Música, música y más música. De repente todo es música. Todas aquellas letras que antes no escuchaba ahora tienen sentido y sus mensajes aporrean salvajemente los muros que protegen a mi cabeza del derrumbamiento físico y moral.

Se puede vivir aislado de un concepto, de un suceso, de unas circunstancias tal y como nuestro cerebro es capaz de excluir de nuestra visión la nariz o la sensación de gravedad y presión sobre nuestro cuerpo, pero una vez ese trampantojo se esfuma o difumina, aquello que se obvió con absoluta facilidad no deja de aparecer una y otra vez como si te persiguiera e hiciera de su existencia un reto personal. 

Sigo sin poder dormir la siesta, al final me ha arrastrado a su mundo. Algo que antes disfrutaba ahora es un camino más para sufrir de una ensoñación que traslada al mundo real uno que ya no lo es. Ahora es un solo pienso en que estrella estará, como decía Nena Daconte, también es un me pasaré la vida sin dormir.

Cocinaba en casa y del silencio salió C-Tangana. No recuerdo si era por un programa que escuchaba en el móvil u otra casualidad de la vida de esas de las que antes no era consciente. Era una de sus canciones más antiguas, una que debí cantar como mil veces  a dos voces y que solo se volvió profética cuando pasó el tiempo, como una maldición, como un veneno lento pero letal. Letras tan reales y exactas que te das cuenta que nuestra naturaleza humana es egoísta y recurrente. Ni el primero ni el último, podría haberla escrito yo. 

No logro entender a la gente que inspira versos así y entiendo demasiado a los que los escriben para intentar arrancar de sus entrañas un dolor que no se separa de la carne ni de la mente. No hay honor, no hay cultura del sacrificio, ya no queda lealtad. Si no hay empatía es que nunca hubo amor. Cuando más te necesitaba, cuando más falta hacía, cuando menos lo esperaba, cuando más te quería.

Hoy, gran día de Carnaval, también escuche una canción de la gran Celia Cruz, que me hizo reflexionar. Es difícil no llorar, aunque la vida sea un carnaval, y vivir cantando. No es fácil pensar que todo va a cambiar, que la vida no es cruel o que todo lo malo pasará, porque cantar es un acto de fe y solo canta quien tiene alma y un motivo. 

Estoy terminando de ver “Ángeles y demonios”, los mismos que luchan dentro de mí hace tanto, y todo sucede en Italia. Justo hoy, justo ahora. Mi mensaje de redención sigue en el limbo de los que ya no quieren ver, de los que no recuerdan, de los que no les importa. Nápoles está lejos, pero mucho menos de lo que estás tú.

Por eso me debato entre el amor y el odio, entre lo insensato y el sentido común. Quiero odiar con todo mi ser pero he amado demasiado antes, va a ser imposible invertir las tornas porque como decía Kpru, mi memoria y recuerdos emocionales van mucho más allá de lo común, fluctuando entre el don y maldición por solo recordar las cosas buenas de las personas,  más allá de la eternidad. 

Hay una mano negra que no me deja avanzar. Amore e odio, è la vera verità. Per sempre.


(Editado: Es la 1:47 de la madrugada del domingo. Terminaba de ver la trilogía de películas basadas en los libros de Dan Brown: El código Da Vinci, Ángeles y demonios e Inferno. En esta última, caprichos del destino, una conversación:


La vida es un chiste de mal gusto, un dedo en la llaga. Robert Langdon, un servidor, un estigma. Voy a volver a creer en las casualidades, en los imposibles, porque sean historias de verdad o no, la realidad es mucho más increíble. Las cosas buenas pasan en los portales, yo saldré del Inferno de Dante y no dejaré que Beatriz se case con otro. Sí pero no, no se ha acabado.

Capítulo 200: Carnaval-Viernes: Impostor

Iba a escribir poco hoy porque no tenía ningunas ganas de disfrazarme ni hacer más el paripé con dobles sentidos, metáforas estériles y demás añoranzas pasivoagresivas de algo que no tiene marcha atrás.

Sigo con los sueños, con las referencias, viviendo en otro lugar que no es el mío, donde no me esperan y en el que no tengo sitio. No sé cuanto durará pero no me queda otra que apechugar y rezar porque sea lo más breve posible, porque indoloro está claro que no lo será.

Intento no pensar en viajes, en las pocas cosas que quedan y sobre las que tengo aún conocimiento y en qué pasará cuando ya no quede ni una excusa para mostrar que se está. No quiero pensar en fechas señaladas y en la tontería que no debo hacer, que no merece hacerse y que haré.

Abstrayéndome del mundo irreal en el que vivo, hoy iba a buscar algún tema trivial para no romper la tradición de escribir, pero viniendo para el hospital por otra emergencia inesperada, ha ocurrido algo que ha cambiado todos mis planes.

Hoy comencé a leerme “1984”, de George Orwell. Lo empecé en el gimnasio y, aprovechando el largo trayecto de metro, lo retomé ya bien avanzado. De repente se ha subido en una parada una persona de las que suelen pedir limosna habitualmente. Mirando de soslayo he visto que se trataba de una mujer de edad indeterminada, con una apariencia y estado físico muy deteriorado. Estaba extremadamente delgada y caminaba con dificultad, sus facciones rozaban lo cadavérico y creo que le faltaban la mayoría de los dientes. Es triste decirlo pero parecía una yonki demacrada por la droga, de las que venden su cuerpo por unos míseros euros para subvencionarse el próximo chute. Hablaba en un idioma que me ha costado identificar, aunque por el acento probablemente era rumano, intercalando palabras en castellano como “comida” y “monedas”. Dudo que incluso fuera inteligible para los suyos por el mal estado que presentaba. 

¿Lo peor? Iba persona por persona, parándose unos segundos para que le dieran las monedas que con tanta lástima suplicaba. Yo tenía en mi radio de visión a tres personas, a las dos sentadas enfrente de mí y a la de mi lado. Ninguno de los cuatro hemos levantado la mirada de los aparatos que estábamos atendiendo cuando ella se ha parado frente a nosotros. No nos hemos dignado a mirarle a la cara para decirle que no. No le hemos dado el derecho de sentirse persona, de tratarla como se merece alguien que existe y convive entre nosotros, gente privilegiada que no tiene que arrastrarse como un perro por un trozo de pan o implorar al menos un trato digno. 

Lo más irónico es que mientras ella me hablaba yo seguía leyendo el libro, justo la parte donde explica la deshumanización de los individuos bajo el Gran Hermano, donde todo el mundo se limita a hacer su función sin quejas, sin cruzar una mirada, sin importarle mucho más que su propia existencia. Un mundo donde el sufrimiento de otros es ajeno a la persona, donde el inadaptado sobra, se le vaporiza y desaparece de la historia para siempre. 

Me he sentido muy mal, muy cínico e hipócrita, y ante todo un impostor. Un impostor porque antes de que llegara a mí ya había decidido que no le miraría a la cara, esperando que pasara de largo. La he observado de lejos y solo la he vuelto a mirar cuando ya se iba. Lo he hecho apropósito y a sabiendas de que esto me había ocurrido en otras ocasiones y me había prometido que no volvería a pasar, que aunque no le diera dinero no le robaría su derecho a un trato humano. Soy un jodido impostor y además cobarde. Cobarde por no tener el valor de mirar a la cara a la desesperación, a la miseria, a alguien que me pedía una ayuda que iba más allá de darle unas simples monedas. No me he atrevido a mirarle a los ojos por miedo a no poder olvidarlos.

Me he preguntado el montón de malas decisiones que debió tomar esa mujer en su vida, la mala suerte, las malas compañías, el caprichoso destino que la arrancó de su tierra y la llevó a deambular sin rumbo entre individuos que ni siquiera en ese instante fueron conscientes de su existencia y la olvidaron incluso antes de verla desaparecer entre la gente.

He sido afortunado en mi vida porque yo si tuve la capacidad de elección, yo si tuve la oportunidad de poder ser lo que hubiera querido ser aunque no la aprovechara, yo me he labrado mi destino a pesar de tener todas las herramientas para poder llegar a ser mucho más. La única duda que tengo es si el camino alternativo que he decido tomar ha valido la pena y si he llegado a ser feliz.

Pues a veces creo que sí. No regrets.

jueves, 8 de febrero de 2024

Capítulo 199: Carnaval-Jueves: Chico Burbuja

Hoy he dado el primer paso para el inicio del resto de mi nueva vida, otra vez. Vuelvo a ser chico burbuja (PompiBoy). 

He empezado las clases presenciales para sacarme lo que espero que sea la primera pieza en mi rompecabezas laboral, a la espera de ver la evolución de mi clavícula. 

Echaba de menos esas aulas, las mesas grises con asientos abatibles y ligeramente inclinadas donde otras tantas veces escribí mini chuletas con lápiz, pizarras donde creo recordar que las cosas se veían bastante más nítidas y proyectores que siguen esquivando con esmero la llegada de las nuevas tecnologías. 

Me he puesto mis mejores galas (que en graduación Yo V.S. El Mundo sería lo que se pondría cualquier persona para ir a comprar el pollo al ast un domingo por la mañana), una libreta con apuntes varios de mi medio millón de intentos anteriores oposiciones, un buen ramillete de bolígrafos, rotuladores y demás material escolar, y unas ganas bestiales de no destacar el primer día. 

Gente muy diversa; desde una señora de pueblo con un acento cerrado e incontinencia verbal, pasando un no binario reivindicando el "totis", un par de bomberos, tres criminólogas jovencitas, un profesor de matemáticas con camiseta mega estampada de Dragon Ball y bambas homenaje a Célula, hasta una china con mejor acento que ninguno, un fan de One piece y seguro que otras perlas que están por descubrirse. Y entre todos ellos yo. 

Quiero seguir haciendo esto, que es lo único que creo que se hacer medianamente bien, estudiar. Me gusta el ambiente, me siento como en casa, me sale natural prestar atención a la profesora, escudriñar a mis compañeros, planear en mi mente cuál será el siguiente paso para superar este reto. Lástima que para llegar a esto haya tenido que venir precedido de todo lo que rige mi mundo últimamente. Lo primero que se me pasa por la cabeza por la mañana y lo último que recuerdo cuando me duermo. Es una maldición, como vivir en una burbuja donde respiras una y otra vez el mismo aire. 

Hoy, en otro de esos flash-backs aleatorios que mi cabeza decide reproducir de forma espontánea, posiblemente el más definitivo para pinchar esa burbuja. Es una partida de barquitos:

- C2. 

-Aigua

-Estamos en puntos distintos...

-Tocado y hundido. 

Una semana de Carnaval difícil, un Jueves Lardero o Jueves Grande para despedirse de los placeres de la carne, se acabaron los festines. Se acerca una época de vacas flacas y es lo que peor llevo. Por eso no quiero salir de mi burbuja, que como decía Navajita Plateá, fuera hace demasiado frío, frío sin ti.


miércoles, 7 de febrero de 2024

Capítulo 198: Carnaval-Miércoles: Payaso

Hola amigüitos, ¿cómo estaíssssh?. Chi, choy yo, el payasooooo. 

No iba a faltar el disfraz más manido y recurrente del carnaval, el de payaso (obviando obviamente todos aquellos que lleven el prefijo puti, que ganan por goleada en el acerbo popular).

Otro disfraz sufrido donde los haya. Yo soy un payaso, solo me faltaba parecerlo. Hay quien dirá que con las camisetas, sudaderas y gorras temáticas que uso, a mi edad, un poco el payaso ya voy, pero ay, almas de cántaro, mi actos me delatan más que mi apariencia. 

A la hora de disfrazarme de payaso he tenido que elegir modalidad. Resulta que hasta para ser payaso debes saber dónde encajar. Al parecer hay tres clases de payasos según los cánones artísticos y no solo basándose en lo gilipollas que es uno en la vida. La cuestión es averiguar cuál soy más. 

Payaso Cara Blanca: 

Por el color de mi piel hay quien diría que este es el mío, (ay qué blanquito eres) pero este payaso se caracteriza por ser elegante, tener una personalidad centrada y ser inteligente. Digno y autoritario, asociado con el "deber ser" y todo un espectro de cosas que una persona deja de hacer cuando pasa al mundo adulto. Vamos, no hay por donde cogerlo, está en las antípodas de lo que yo pudiera ser. 

Payaso  Augusto:

Es un payaso con la nariz roja, un maquillaje que busca enfatizar los rasgos de la persona y así hacer las facciones más expresivas. Pícaro, juguetón y muy sociable, de vestimenta llamativa y deslumbrante que expresa su personalidad. Sus intervenciones implican que la catástrofe está asegurada. Si contamos que mi mala suerte aneja (hoy descubrí este adjetivo, me encanta) causa catástrofes pero focalizadas todas sobre mí, que mi ropa es de colores llamativos porque mi criterio de imagen se limita a combinar la ropa limpia que tenga en ese instante, y que mi sociabilidad últimamente roza el sociopatismo, tenemos aquí otro payaso al que mejor descartamos. 

Payaso Vagabundo: 

Dármelas de vagabundo, na-na-na-na-na, y aunque a veces me confundo y creo que voy a olvidar, tu dejaste ese vacío que nadie va a llenar. (Empieza a encajar). Payaso de apariencia solitaria y silenciosa que cuando lo miras de cerca llegas a entender su gracia y el por qué de su personalidad. Incluye que a veces es burlado por otros payasos, es demasiado reflexivo y hasta triste; a este personaje le sale todo mal en la vida, que es en lo que reside su esencia cómica. Su vestimenta suele incluir ropa de apariencia desgastada o incluso rota, su look es un tanto descuidado aunque sea un payaso muy limpio. 

Pues eso, toda la vida buscando una vocación y ahora resulta que descubro lo que todo el mundo ya sabía hace tiempo, que soy un vulgar payaso vagabundo. Y si tú la ve', tú la ve', dile que yo sigo soltero, que me hago el que la quería y en verdad todavía la quiero, te sueño en la noche y te pienso to' el día, aunque pase un año, no te olvidaría.

Voy, soy un payaso. Actúo como un payaso, para un público que me considera un payaso. Payaso en lo qué digo, en cómo pienso, payaso por intentar levantar y alegrar vidas mientras la mía es pura miseria. Deben reírse mucho cuando animo, cuando tropiezo y me rompo algo, cuando apoyo y digo que tú victoria es mi victoria porque la siento como mía, mientras el público sabe la verdad y se parte de  risa con mi ignorancia. Soy un payaso por seguir intentando hacer malabarismos sabiendo que todo se va a desmoronar sobre mi cabeza, que ya no se ríen conmigo, se ríen de mí.  

"-Niños, esta es mi flor y me gusta regarla, pero hay un payaso malo que se la quiere llevar, si aparece por detrás me avisáis, ¿Vale?".

"-¡Siiiiiiiií!... ¡Ahooooraaaaaaa, ahoraaaaaaaaaaaaaaaa!".

"-¿Cómo?,¿hay alguien?"

-"-¡Siiiiiií!... Detrás, detrás... ¡correee, que se van! Se están llevando la flor".

-¿Dónde, dónde? Yo no veo nada, seguro que mi flor sigue aquí.

-"¡Noooooooooo! Se la llevan (risas).

-"La la la, qué feliz soy. Qué bonita es mi fl.... ¡Aghhh, no está! ¿Dónde estaaaaaá?"

-"Está con el payaso blanco moreno, tu flor se ha ido, ella solita (risas)."

-"...(lloros)".

Ser un payaso es muy duro, nadie ve lo que hay bajo el maquillaje, un payaso anima la función y cuando la función acaba se sienta en un rincón mientras el público marcha contento para casa. Todo el mundo quiere tener cerca a los payasos pero nadie quiere serlo. Estás obligado a hacer reír, estás obligado hacer constantemente el papel por el cuál te han elegido, porque cuando alguien busca un payaso vagabundo es para que lo entretenga y haga que los momentos difíciles sean más llevaderos. Para el resto de la vida buscan un payaso blanco. 

Yo solía hacer reír, yo entretenía horas y horas de conversaciones, llenaba pantallas, exageraba, inventaba, construía solo castillos de naipes. Pero el tiempo de las risas se acabó, ahora solo me queda medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda

Show must go on, show had to go wrong. 




martes, 6 de febrero de 2024

Capítulo 197: Carnaval-Martes: Disfraz reversible

Siempre que miro la señal me paro. Es un stop, un dirección prohibida, un prohibido aparcar. Se me han llevado el coche y las ganas.

Hoy me voy a disfrazar de Ok. Un Ok de domingo por la mañana, tras un par de buenas noches, de varios días sin siquiera pensar cómo estará.

El disfraz me lo han hecho rápido, sin perder mucho tiempo y con lo primero que había a mano. Básicamente como cuando toca un martes de disfraz elegante para los niños y lo mandas para el cole con una corbata de su padre mal anudada al cuello.

El Ok es sobrio, impersonal, como si fuera un disfraz de grano de arena en una playa. Me viene a mí como le vendría a otro, hecho así para no destacar. Está fabricado con la tela justa y no abriga nada, que siendo inicios de Febrero no es la mejor época para ello. Era el disfraz más barato de la tienda, no había nada de peor calidad pero servía para salir del aprieto, responder la pregunta ¿qué tienes para mí? sin ganas responder.

Yo esperaba algo más bonito, algo que pudiera lucir con orgullo, tras tantos años ayudando a que el otro disfraz diera el pego y nadie la reconociera. Pero no, este año lo importante son los carnavales italianos, famosos por su elegancia y lo espectacular de sus máscaras, lucidas con arte y misterio para nunca revelar la verdadera identidad de quien se oculta, para desaparecer entre las sombras.

Me he visto. Estoy mal y lo sabes, ¿no?. Ok.

Definitivamente no ha sentado bien. No es tan horrible como pensaba pero con las horas el disfraz se vuelve reversible. Estas dos putas letras, que representan tan poco, ni siquiera se acercan a su significado real. Explican que OK significaba que durante un enfrentamiento, probablemente en la Guerra Civil de Estados Unidos, si no había habido bajas en ambos bandos, se escribía en una pizarra “0 Killed” (cero muertos) y de ahí podía venir dicha expresión. En este caso sí hay un muerto, pero por dentro.

Ok, el disfraz de Halloween que más miedo me dio durante años, es ahora el que me tengo que poner. Hiela la sangre, aturde los sentidos, borra de un plumazo cualquier mirada atrás que haga reconocible la existencia de todo aquello, del sastre que diseñó lo que hoy debo llevar puesto. 

Es reversible, antes era un cruel ok, ahora es un ko.

lunes, 5 de febrero de 2024

Capítulo 196: Carnaval- Lunes: Disfraz de mala persona

Empieza la semana de Carnaval en los colegios. Cada día una temática. Este año no me van a explicar de que van a ir y me voy a perder fotos a coleccionar como oro en paño, pero copiaré esta tradición y me voy a disfrazar todos los días de lo que más me pegue. 

Hoy lunes el disfraz más idóneo es el de mala persona, que engloba un millón de cosas que soy a la vez.

Mal hijo: Solo me ha hecho falta el apellido y ya lo he clavado. Irrespetuoso, faltón, respondón, egoísta, vago, perro, y así unas 30 páginas de la RAE. Nunca son suficientes visitas, nunca son suficientes llamadas, ni la razón ni la lógica están de mi parte. Soy el perfecto mal hijo, un don natural que fluye por mis venas de fracasado. Me queda tan bien que podría dudarse si no es este mi atuendo habitual y el de buen hijo es realmente el disfraz.

Mala pareja: Una sonrisa, pantalones rotos del uso y tres nubes de colonia. Conversaciones mediocres y altaneras, generalmente aburridas y resabidas. Genero monotonía, no se darme cuenta cuando algo ha dejado de ser divertido o molesta, no se llevar las riendas, mi “entertain me” no es constante ni creativo. No se darme cuenta cuando algo no va bien aunque parezca que todo va bien, mi disfraz no sabe leer entre líneas ni sabe leer la mente. Dejar mensajes escondidos, notas afectivas, dar apoyo moral y estar siempre ahí, expresar de forma natural lo que siento, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, intentar crear paz, seguridad y futuro no es lo mío. Predecible, lo que hacen los otros es mejor. Mis limitaciones jamás son compensadas con mis virtudes. Darlo todo no es suficiente, aquel otro va mejor disfrazado mejor que tú. Te queda fatal, ahí te quedas.

Mentiroso: Me sombreé la nariz para que no pareciera tan grande. Este disfraz va bajo la piel, y al contarlo hoy más que llevarlo parece que me lo esté quitando. He mentido, miento y mentiré, o no tendría hueco en esta sociedad. Mentir es un acto de supervivencia, o mientes mejor y más fuerte que el otro o no duras ni un suspiro en la carrera. Como decía Luz Casal: tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que me te creo. Este disfraz ha sido el mejor airbag y la mejor armadura que he tenido, ha minimizado daños desde el día que descubrí que se miente para conseguir cosas, no para no hacer daño a los demás.  Mentirme a mí mismo ha sido lo más desleal que he hecho en la vida, mentir a gente que he querido, a pesar que resulte cínico, ha supuesto que crecieran como personas, mentir al resto apenas ha pasado porque me ha importado poco lo que pensaran de mí. Si contara la verdad creo que mi disfraz de mala persona rozaría la perfección, porque las verdades que he callado no quieren ser escuchadas.

Mal ser humano: Me he puesto una apariencia de persona del montón y gafas de “ese no ha roto un plato en su vida”. Pero alargo las duchas, disfruto del “schadenfreude”, soy celoso, ni perdono ni olvido, soy inconstante, soy felón, estoy decepcionado con ciertas amistades, soy un crédulo, guardo demasiados secretos y he empezado a querer disfrutar de la vida por mucho que vaya en dirección prohibida. Me han quitado muchos puntos por ir por el carril de la derecha a 80, va siendo hora de adelantar por la izquierda.

Me he mirado al espejo probándome gafas nuevas y solo veo una sombra de quien quisiera ser. Estamos en Carnaval, es decir, “quitarse la carne”, una época en casi todo esta permitido. A mí no me hace falta máscara para resguardar mi reputación, así que, como pagano que soy, voy a conseguir lo que deseo aunque sea con engaños. Como buena persona no conseguí nada, como mala que soy voy a ser lo peor y voy a ir a por lo peor. 

Espera, pero si ya lo te…

Pues eso… ni yo me lo creo, just kidding…


domingo, 4 de febrero de 2024

Capítulo 195: Dreaming my dreams with you

Estaré soñando en mis sueños contigo.

No sé si será eternamente como podía haber sido o simplemente es que forma ya parte de mí. Una cama grande, un lugar tranquilo, almohada mullida y paz. El lugar ideal para que empiece a soñar mis sueños contigo. 

Un sueño que es la respuesta a mi grito de socorro, al no, nunca más, no puede ser, lo lamento. En mis sueños también es el no la respuesta, es la desesperación de despertar y darte cuenta que ya no hay ni un lugar donde los sueños se hagan realidad. Me asusta y me entristece porque es la primera señal de la rendición incondicional. 

Estaré soñando en mis sueños contigo. 

Un montón de sueños sin contar, un montón de realidades por construir que tan solo le faltó un vale. Tenía mil sueños reales por contar, mil sueños para soñar despierto. Con un poco de valor y el mismo amor me hubiera bien ido lejos, al fin del mundo si hubiera sido necesario. 

Mis sueños eran un lugar lejano, cerca de nuestra tierra, donde poder caminar sin mirar a los lados, solo adelante. Crear allí un epicentro, un lugar seguro, el sitio donde acudir cuando las cosas fueran mal, el punto de equilibrio y de esperanza de toda una vida en común. Desarrollarnos como personas, sacar de nosotros mismos lo mejor de nuestros sueños personales, conseguir la cuadratura del círculo laboral e intelectual, sentirnos satisfechos cada mañana al despertar y cada noche al irnos a dormir, fuera lunes, viernes, domingo, enero, agosto, 2024, 2050. 

En mi sueño dejaríamos huellas en el camino en forma de lo mejor de ambos en un solo cuerpo, de nuestra alegría, de tu empeño, de mi creatividad, de tu fuerza de voluntad, de mi amor por las pequeñas cosas, de nuestro fluir armonioso y de nuestras ganas de no irnos jamás. De dos improbabilidades que se encuentran, se unen y crean un milagro que desafía el qué dirán. 

En mi sueño conquistamos el mar sin alejarnos de la orilla, en mi sueño vivimos nuestras propias historias paralelas sentados juntos sin silencios incómodos, escandalizamos a la autoridad desacatando los límites del disfrute y la química, subimos montañas sin perder el aliento y observamos a todos por encima del hombro. En mi sueño me importa bien poco si el viento no peina hilos dorados, en mi sueño el verde tiene un reflejo marrón y el marrón un verde infinito. En mi sueño no me importa si la sombra en forma de guitarra que te dibuja el sol crees que no pueda gustar, en mi sueño la perfección está construida tal como Dios la trajo al mundo, sin cambiar ni una coma y sin ganas de un punto final.

Mi sueño suena a voz tímida, fuerte y creíble, a no puedo fijarme en nada del camino cuando soy yo el que camina detrás. Mi sueño es la ceguera selectiva porque no quiero ni veo nada más, es siempre un poco a poco deseo quedarme un ratito más.  

En mi sueño, que no era un sueño, todas las palabras que había oído encajaban a la perfección, en mi sueño te preguntaba que tras el desenfreno, la pasión y el morbo, a quién querías tener entonces a tu lado cuando solo quedara todo lo demás. Yo me hice esas preguntas y la respuesta para todas ellas fue la misma siempre igual.

Está ahí fuera, está ahí fuera, si me quieres estaré aquí. (No need to argue).  



 


viernes, 2 de febrero de 2024

Capítulo 194: Every breath you take, every move you make

Every bond you break, every step you take, I´ll be watching you.

Las sombras de invierno este año son particularmente más largas y oscuras de lo normal. Parece como si todos los males vinieran juntos y Diosito, recién despierto de su letargo de no mover un meñique por la humanidad, hubiera decidido que era una gran momento para ponerme una prueba bíblica al estilo abrahámico y así atestiguar mi fe (o cordura mental) pero sin ejecuciones familiares o practicar escalada.

La cuestión es cuando creía que no se podían aprender más maneras de hacer añicos un corazón o reducirlo a una masa viscosa y quejumbrosa, el destino se reinventa y te sorprende dando un nuevo salto mortal con triple tirabuzón y peineta final para dejarte, como dice mi sobri, con cara de: guaaat?. ¡Parkour!. 

He aprendido, por las malas, que el corazón es como un capitán Francesco Schettino al mando del buque Costa Concordia de tu vida. Él, de forma autónoma y basado en sus propias premoniciones y pálpitos (nunca mejor dicho), puede decidir incondicionalmente que el jefe de máquinas de tu cuerpo meta la velocidad de crucero aunque aquel arrecife que se ve claramente desde la proa del barco esté peligrosamente cerca.

Que un corazón esté casi muerto y solo funcione un 15% de él no implica que su velocidad de latidos no pueda ser demencial. Una cosa es su fuerza y otra su capacidad de ordenar, mediante impulsos eléctricos, el ritmo de palpitaciones por minuto. Conclusión: un corazón regula el número de contracciones en función de las necesidades puntuales del sujeto, de las amenazas o estímulos que pueda recibir. Es decir, es un auténtico kamikaze que funciona a base de “corazonadas”, que igual te salvan la vida como te llevan “pel camí del pedregar” con pase vip y carril preferente.

Es por eso que empiezo a entender por qué mi vida ha sido un auténtico caos de valoración de riesgos, de toma de decisiones y conclusiones extraídas. La cabeza solo asesora y tiene la función de almacenar datos para futuros “te-lo-dije”. Es el corazón el que lo mueve todo, el que decide.

En el caso que me atañe estos días, un corazón quemado del todo, ha estado mandando sobre un DAI (desfibrilador automático implantable), un aparato de última generación casi nuevo de trinca. Cuando se dice que un corazón combativo y cabezón lo puede todo es que es así: a base de mandar impulsos eléctricos más fuertes ha dejado a la máquina callada y a rebufo. Empiezo a pensar que sí que voy tener más genes de los que esperaba de esta parte de la familia. Lo malo: ser así casi lo mata.

Cada movimiento que haces. Hoy mi corazón ha vuelto a latir por libre, desoyendo una semana de desconexión. He visto la señal, el intento de hacer ver que si estoy mal es por la herida. Claro que es por la herida, pero si cada movimiento que haces la que me duele no es la operada, es que lo que me duele es otra cosa. (Pom pom).

¿Mi? corazón también naufraga. El capitán de mi Titanic solo vio la punta de iceberg y tiró por el recto, como hacen los valientes, los inconscientes. Se va hundiendo lentamente pero la orquesta sigue tocando al son de sus latidos, que siguen siendo fuertes pero sensibles. La brecha en el casco es grande, pero cada movimiento que haces, cada paso que das, ahí estoy yo, sintiéndote.

La tabla es suficiente ancha para los dos, y este Leo no le tiene miedo al veintiséis. Hazme un hueco, anda.

(Pom pom, pom pom).

jueves, 1 de febrero de 2024

Capítulo 193: Un mes 31 días

Doctora: Buenos días, ¿qué tal se encuentra?     

Yo: Buenos días doctora, me encuentro igual o peor que hace un mes.

Doctora: Vaya, ¿y eso?. ¿Se ha tomado todo lo que le receté?

Yo: Sí, doctora, como usted me dijo. Una al día desde principios de enero. 

Doctora: ¿Eltempo Locuratodoil?

Yo: Exacto. Y no me ha hecho ningún efecto, sigo con las mismas molestias y me siento igual de chafado. 

Doctora: Pues no lo entiendo. Es una medicación que por regla general siempre funciona en estos casos. A ver, no es que yo lo haya recetado alguna vez pero mis colegas dicen que es la mejor solución cuando se tienen estos problemas.

Yo: Ya, bueno, yo ya le dije que estaba seguro que conmigo no iba a funcionar, no me ha funcionado en otras ocasiones y sabía que esta no iba a ser la excepción porque esta vez lo he cogido con mucha fuerza. Entonces, ¿qué me recomienda ahora?

Doctora: La verdad es que no lo sé. Nunca me había encontrado un caso así. Yo le recomendaría que se tomara lo mismo un par de meses más a ver si...

Yo: ¿Haber si qué?. ¿No le estoy diciendo que voy a peor, que me cuesta dormir, que tengo la cabeza siempre en otro sitio? Le he escrito por la aplicación infinidad de veces y no me ha respondido y yo no puedo seguir así, necesito que se implique más en mi problema.

Doctora: Yo le entiendo, y lo siento mucho pero tengo más pacientes requieren actualmente de mi atención absoluta. Su caso es más grave de lo que me pensaba y se me escapa un poco de las manos. 

Yo: ¿Perdón?. Pero si yo ya se lo avisé. Llevaba muchos meses diciéndole que notaba una serie síntomas que no me gustaban nada y cada vez que le preguntaba usted me respondía que todo estaba bien. Le rogué atención para poder prevenir que la enfermedad se extendiera y se volviera incontrolable y usted insistió en que eran cosas mías, a pesar de que no respondía a mis mensajes y apenas me llamó una vez. ¿Y ahora me dice que no puede hacer nada más por mí y me receta más de lo mismo una y otra vez ?.

Doctora: A ver, usted puede opinar lo que quiera, pero yo ya le dije lo que había. Usted ya tiene una cierta edad, hay una serie de circunstancias que agravan el problema. Ciertos comportamientos no me gustaron nada y bueno, al final tuve que tomar una determinación. No puedo estar dedicándome a usted toda la vida, sabía desde el principio que lo suyo no tenía futuro. 

Yo: Dios, ¿ y por qué no me avisó cuando aún podía cambiar de vida y de costumbres? He sido un paciente muy paciente, confié en su tratamiento a pesar de no creer necesarias todas su exigencias: me tragué todas las pastillas que me recetó, cambié de hábitos y dejé de visitar a otros especialistas de los que usted recelaba hasta que finalmente acabé completamente en sus manos. No ha sido profesional, me siento engañado.  

Doctora: Sí, comprendo su enfado pero sabe que esta relación paciente-doctor es atípica. Sabe perfectamente que sigo formándome y me han interesado otros campos desde hace tiempo, aunque le agradezco infinitamente que confiara en mis métodos, gracias a usted he hecho grandes avances en mi carrera y le voy a estar siempre muy agradecida. Pero como usted bien sabe, mi vocación siempre ha sido la de Médico de Familia y estoy pensando en especializarme en pediatría, así que lamento que nuestra relación profesional acabe aquí. De todas formas, a pesar que deje de ser mi paciente, siempre puede consultarme en lo referente a lo que sea que con sumo gusto seguiré por aquí para atenderle puntualmente. 

Yo: ¿Y ya está?, ¿así, sin más?. ¿Me larga sin anestesia después de tanto tiempo de exitosos avances científicos y un diagnóstico vital tan favorable?. ¿Me está diciendo que he sido su conejillo de indias, que su intención nunca fue darme la mejor de las vidas, que a pesar de dejarme viviseccionar, abrirme en canal, experimentar conmigo y poner toda mi vida en sus manos, ahora me echa de su consulta como quien se deshace del ratón A en un ensayo clínico que ha salido mal?. Pensaba que su profesión estaba regida por un juramente hipocrático, jamás pensé que fuera a romperlo cuando más necesitaba de su ayuda.

Doctora: Lo siento, pero nunca hubiera sido un buen momento. Lamento no poder seguir atendiéndole, pero un nuevo paciente requiere de mi atención y su pronóstico es más favorable que el suyo para llegar a buen puerto. Espero que tenga mucha suerte en la vida, me quedaré con lo mejor del proceso. Muchas gracias por todo. Buenos días. Siguiente.

Yo: Pero... 

 

PD: Imagino que el destino es caprichoso y retorcido. Según acababa este post un familiar se ha puesto bastante enfermo y nos vamos de urgencias. Premios nunca, pero al parecer cuando uno frivoliza cae todo el peso del karma sobre él. Dos corazones parados, vaya familia.