lunes, 15 de abril de 2024

Capítulo 211: Hughie o el Eterno Retorno

Hace un rato acabé de ver el capítulo seis de la segunda temporada de "The boys". Una escena me llamó la atención: The Butcher y Starlight tienen una pequeña conversación sobre Hughie, que está delante de ellos, inconsciente, en la cama de un hospital. Tras reírse sobre su afición a lavarse con champú de niños con olor a fresa ( debo reconocer que yo hice lo mismo hasta hace poco tiempo), Starlight, reflexiva y con cierto remordimiento, dice en voz alta: 

- Pero realmente... nunca se rinde contigo, ¿verdad? 

A lo que The Butcher responde: 

- No, y te sigue a todas partes como un perrito.

Finalmente Starlight replica: 

- Es demasiado bueno para nosotros...

-Sí.

A veces me siento como Hughie. Tengo la sensación de no haberme rendido jamás con nadie que entrara en mi vida. Suelo ser una persona bastante hermética y el umbral de acceso a mi confianza es bastante elevado, pero aquellas personas que lo cruzan lo hacen para siempre. Una vez estás dentro, estás dentro

Y una vez en mi mundo es como si llevaras una pulserita del "todo incluido", como en esos resorts de vacaciones. Todo incluido, o casi todo. Ese privilegio ha correspondido, generalmente, a personas que se han hecho dignas de mi confianza por méritos propios, un círculo de oro inquebrantable, que, a pesar de su solidez, se ha roto en demasiadas ocasiones para mi gusto.

Imagino que encontrar gente así es maravilloso para aquellos que pasan por la vida arrasando todo lo que tocan. Personas que tienen la capacidad de controlar de forma magistral sus conciencias y que pueden permitirse el lujo de exprimir el amor y la confianza de quienes les acompañan para posteriormente cambiar de huésped y volver a repetir el ciclo sin sentir el más mínimo remordimiento. Lo que empieza como una relación simbiótica acaba como un parasitismo donde el individuo fuerte desarrolla su capacidad de supervivencia utilizando al elemento más ingenuo para que cubra sus necesidades básicas y vitales y luego, a otra cosa, mariposa.

Lo que sea para sobrevivir, lo que sea para que el camino sea imparable y exitoso. Poco importa el estado en que quede la víctima: el cuco pone los huevos en otros nidos y una vez sale el polluelo de su cáscara empuja al vacío la puesta original eliminando así toda competencia, la mantis religiosa devora la cabeza del macho al realizar la cópula, el muérdago penetra en la corteza de los árboles y se nutre de su savia y nutrientes hasta la muerte del mismo. En estos casos no hay marcha atrás, pero ¿qué sucede cuando el afectado sobrevive?

Cuando sobrevive, la víctima pierde la esencia de lo que un día fue. Las secuelas y las cicatrices hacen languidecer cada célula de su ser y el resto de la existencia es un deambular errático e inconexo, lejos del vigor y las ganas de vivir que se tuvo en su día. Normalmente el tiempo cura los destrozos del paso de estos huracanes devastadores y aprendes por las malas que debes alejarte de su camino como alma lleva el Diablo. Pero a mí la naturaleza no me dotó con el don del sentido común o con el instinto de supervivencia de los seres vivos. Yo, como Hughie, de forma voluntaria y conscientemente, no me rindo ni me alejo, muero abrazado a mi perdición.

A todas las personas a las que he querido, sea solo de forma afectiva o sentimental, las he intentado mantener a mi lado, indiferentemente de las circunstancias que dieran fin a aquella relación. Mi más que recurrente maldición de no poder olvidar los buenos momentos pero sí enterrar los malos, ha provocado  situaciones donde, incluso siendo yo el agraviado, he seguido dando y haciendo todo por la otra persona. 

He intentado no perder el contacto, he intentado perdonar "errores", he concedido tiempo y espacio de forma inmerecida, he luchado, me he preocupado y empatizado con personas que tuvieron cero arrepentimiento hacia mí por su egoísmo desmedido. Tras años he intentado reencuentros, les he escrito preocupándome por ellas, he insistido más de una vez a lo largo de tiempo a pesar de no obtener respuesta. Las pocas personas que sí respondían me agradecían el gesto y reconocían que no habían conocido a nadie como yo, pero cuando dejaba de insistir volvían a desaparecer para quedar ya definitivamente en el olvido. 

Creo que me falta esa capacidad de pasar página que tienen los demás. Para mí, todos los libros de mi vida tienen un marcador a partir de donde sería capaz de continuar la historia como si la hubiera dejado de leer ayer mismo. No he aprendido a asimilar que la gente cambia, que mucha gente no mira atrás. En sus batallas no se hacen prisioneros y el pasado deja de existir porque de haberlo querido realmente hoy seguiría siendo su presente.    

Pero yo no abandono. No por que no deba, no porque se lo merezca; no abandono porque si un día tuve un motivo para morir por ello, ese motivo seguirá existiendo siempre para mí. Porque me niego a creer que la gente que creía conocer y a quien entregué todo mi mundo, a quien mostré mis debilidades y mis flaquezas, sean capaces de hacerme daño siquiera por omisión. Cuando le dices a alguien que lo dejarías todo ella, que no necesitarías a nadie más a tu lado de aquí al fin de tus días, que solo necesitas una mirada para saltar al vacío porque podrías dejar tu vida en sus manos sin dudarlo un segundo, entonces, solo entonces, la palabra rendición desaparece de tu vocabulario. 

Sí, existen todavía tontos que son (somos) capaces de esto y mucho más. Existe gente que no necesita más que un punto de apoyo para mover el mundo, aunque ese apoyo se hallara en mitad un terremoto. Conocía todas las mentiras, era consciente de ser una cachipolla efímera en un bosque de pinos contadores (Terry Prattchet reference), se que mis 20 veces cada día luchan contra su media vez en 4 meses, y se que el perrito del que hablaba The Butcher en realidad es un perro viejo abandonado en una gasolinera y con su collar colgado ya del cuello de otro perro, pero, ¡por Dios!, por mucho que lo intento no encuentro la manera de rendirme dentro de mí.

Tengo mil motivos, mil desprecios y mil señales. Todo lo que se me pudo hacer me lo hizo, todo lo que más daño podía causarme lo usó contra mí. Noto, al pensar en todo ello (los cuernos, los engaños, los subterfugios insostenibles para justificar cada decisión y cada acto) como mi corazón se desgarra y grita de dolor. Me enfurece y me dan ganas de ahogarme a mi mismo por imbécil, por débil y por pusilánime; por ser un "simp" como dicen los americanos. Pero cuando pasan unos minutos toda esa efervescencia se desvanece y vuelve el Hughie que, aunque es maltratado, manipulado y humillado constantemente, solo desea volver a ser feliz y recuperar a la Luz Estelar de su vida.

No rendirse es duro y agotador, y lo peor, casi siempre es en vano. Seguir adelante cuando no hay esperanza y todo el esfuerzo es inútil es absurdo. Es un punto de la vida donde el resistir se convierte en un ejercicio de resilencia fútil y en un suplicio que lo enturbia todo. El problema es que no podemos evitarlo, ser demasiado buenos no es una decisión, es un acto reflejo, una impronta imborrable que se impone sobre cualquier otra reacción natural que podamos tener. Igual el problema sí que está en todos aquellos que, al detectarlo, lejos de alejarse para no hacer daño estas personas, se aprovechan de la situación y la explotan en su propio beneficio hasta que ya es demasiado tarde y el mal provocado se vuelve inasumible y eterno. Pero qué más les da, ya no están ahí para lidiar con las consecuencias.

Me quiero rendir y no puedo. Pero a su vez solo quiero estar ahí, porque es lo que deseo, quiero verle feliz, apoyarle, ser la red de seguridad que le permita llegar a todo y brillar por encima de las estrellas mientras me coge de la mano y me impulsa a su vez. Quiero que abras los ojos, ser el yang en tu oscuridad, ser tu canario. Quiero no merecerlo, quiero que pienses que soy demasiado bueno para ti; quiero ser tan tan bueno que no puedas permitirte el lujo de perderme.  



miércoles, 10 de abril de 2024

Capítulo 210: Sangre de mi sangre

- ¿Es la primera vez que donas sangre?

- No, ya lo he hecho varias veces, aunque no me gustan mucho las agujas y por eso ya ha pasado algo de tiempo desde la última vez. En realidad me obligo a venir porque se que mi sangre es muy necesaria, es de la rara, y se somos muy pocos.
 
- ¿De la rara?
 
- Sí, de esa que sirve para todos y …
 
- Ah sí, “0 negativo”. Yo la tengo igual, aunque yo la llamo sangre de la buena: nosotros siempre podemos dar a todo el mundo pero nadie nos da a nosotros.
 
- Ya, la historia de mi vida...
 

Fui a donar sangre hace un par de semanas, hacia mucho que no iba. Fue en parte culpa mía, por pura dejadez, y en parte porque ella nunca quería (una red flag tan grande como todas las otras que me comí por perderme en un camino con tantas curvas). El centro había cambiado de lugar, ahora está en un módulo prefabricado, ubicado justo a la salida del metro, colocado allí con la esperanza de atraer a más gente a donar al estar en un sitio más concurrido. Almas de cántaro, los altruistas que solían hacerlo ya casi no pueden debido a su edad y las nuevas generaciones por no dar no dan ni las gracias.

Me habían pinchado mucho en este último año pero al llegar a la camilla pasó lo de siempre. Volví a montar mi espectáculo "pre-punción", un recital de chascarrillos manidos y verborrea incesante derivada de unos nervios que mi enfermera, una señora mayor muy bregada en este tipo de lances, supo aplacar de forma firme y eficiente. Aun y así conseguí hacerle reír un par de veces y es que ella puede que ya hubiera visto de todo en este mundo pero subestimó la capacidad inventiva de un cobarde cuando le van a clavar una aguja en el brazo. Lo más curioso es que esta enfermera también tenía sangre “0 negativo” y cuando le conté que tanto la directora del centro como yo teníamos su mismo tipo y que para ser solo el 9% de la población ya era casualidad que nos hubiéramos juntado allí tres mochuelos de un mismo olivo, ella me dijo de forma seria y algo teatral:

-¿A sí?. Pues lleva aquí 10 años y no ha donado ni una sola vez. Voy a tener que hacerle una visita.

Imagino que series como “Los Soprano” nacen de personas y situaciones como esta porque llegó a helarme la sangre tan solo por el tono en que lo dijo. 
 
Pero como si esto no fuera suficiente, el otro enfermero que trabajaba allí  también parecía sacado de otra serie, más concretamente la que hubiera surgido de un crossover entre “Dexter” y “Crónicas Vampíricas”. Tez blanca, ojos profundos y brillantes, no muy alto, extremadamente entusiasta con su trabajo y siempre saltando de máquina en máquina y de paciente en paciente como si tratara de devolver a la vida a nuevos Frankesteins en un día de tormenta. Así que no fue de extrañar que, cuando una chica joven, de piel clara y cabello oscuro, de paso dubitativo y la viva imagen de una primeriza, apareció por la sala, él cayera sobre la pobre infeliz como un autobús del Imserso cae sobre el buffet libre de un hotel. 

- Túmbate aquí. ¿En qué lado prefieres que te pinche?.
 
- Me da igual. Bueno,igual mejor en el izquierdo.
 
- A ver, remángate, déjame ver ambos brazos. Uy, en el derecho tienes muy buenas venas, qué bonitas. A ver el izquierdo. Aquí también se ven bien, pero las del derecho se ven mucho mejor.
 
- Bueno, pues entonces, si puedo elegir, prefiero en el izquierdo, si te va bien.
 
- Sí claro, se puede pinchar aquí, pero déjame mirar de nuevo el lado derecho. A ver, en el izquierdo puedo hacerlo, pero las venas del derecho es que son preciosas, mira como se marcan. (Mirada fija y sonriente como quien tiene todo el día para esperar que le digan que sí).

- Jajaja... jaja... (risa nerviosa). Sí, ya, pero da igual, si dices que en el izquierdo también se ven, pues en ese. (Se mira el brazo, lo mira a él, se vuelve a mirar al brazo, lo vuelve a mirar a él, sonríe como bien puede). 

- Venga, pues nada, en el izquierdo. (Resignación). Te pongo la goma y vemos dónde te pincho. En el derecho no hubiera hecho casi falta apretar, porque de verdad, no había visto unas así en mucho tiempo.  Vale, listo, vamos haya, respira profundo, solo notarás un pequeño pinchazo y ya está... (Silencio)... No, en serio, ¿seguro que no prefieres...?

La chica me miraba de refilón, nerviosa, como diciendo “pero qué coño… ayuda…”. Así que, para desviar el tema y sacarlo de ese bucle "veno-obsesivo", le pregunté lo primero que se me pasó por la cabeza. Nos llegó a contar que trabajaba por la mañana en el laboratorio, haciendo análisis de sangre, y por la tarde en el banco de sangre, por si no había tenido suficiente dosis de agujas. Acabó confesándonos que le encantaba pinchar pero no que le pincharan. Disfrutaba con su trabajo y no le aburría ni lo más mínimo, a pesar pasarse todo el día haciendo lo mismo, cosa que nos habíamos empezado a oler hacia rato y que empezó a preocuparnos por el hecho de que nosotros estábamos atados a esas camillas y él no. Ya no sabíamos ni donde mirar. Al final no pude reprimirme y le acabé soltando:

-Entonces tú, cuando ligas con una chica, ¿qué le dices: "Me encantan tus ojos pero... buf, esas venas, Dios como me ponen?". 
 
Se puso a reír y a la chica no le quedó otra que girar la cabeza para contener la carcajada. Al final mi bolsa se acabó de llenar. Aquello parecía una bota de vino a punto de reventar. No sé por qué pero me vino a la mente las panzas de esos mosquitos a los que "dono" sangre 400 veces cada verano y que apuran hasta la última gota para acabar pareciendo morcillas con alas. 
 
Era hora de marchar. Me supo mal dejarla en manos de ese psico hemato-belonefílico pero era ella o yo. Al abandonar la sala de pinchazos pude ver, en la distancia y mientras me despedía, como intentaba decirme con la mirada "corre tú que puedes". Antes de salir definitivamente de aquella casa de locos y mientras me ponía tibio a base de zumos de piña, vi al enfermero peleándose con una máquina que pitaba como si el reactor de Chernobyl estuviera a punto de fusionarse para, más tarde, ponerse a ver un tutorial de Youtube y conseguir aprender a envasar al vacío una bolsa de plasma de un hombre que llevaba allí media tarde y al que no les iba a quedar más remedio que tener que adoptar. Pensé, ¿y en tres meses debo volver por aquí?. Ni tan mal oye.

Cuento todo esto porque a raíz de mi donación hoy he recibido un mensaje al móvil. Decía que mi sangre se ha enviado al Hospital Vall d' Hebron para un paciente y me daban las gracias. He estado pensado en ese pobre desgraciado o desgraciada. Desde este momento lleva una pequeña parte de mí. Mi idiosincrasia corre por su venas, infectando ya todo su cuerpo. Desconozco su vida y sus circunstancias, aunque obviamente no serán las mejores si está en la cama de un hospital y ha necesitado una transfusión, pero pienso en lo que implica la putada de que mi sangre esté corriendo por sus venas. ¿Se pegará el destino?. ¿Desde hoy notará la mala leche que me invade cada día?. ¿Notará la pena, el cansancio, la ira contenida, la impotencia, la mala suerte congénita y el desaliento que forman parte de mi vida desde hace casi un año a esta parte?. ¿Odiará como odio yo el sentirse tan solo, tan insignificante, el vagar por la vida como un alma en pena atrapada en el limbo, sin nada que haga que la sangre vibre o corra desbocada y que en su lugar solo hierva por los recuerdos, las mentiras y el abandono inmisericorde?. Quiero pensar que mi sangre puede salvar vidas y no volverlas más pesadumbrosas.

Desde hoy somos colegas de penares, por fin alguien conoce de ciencia cierta qué estoy pasando. Ahora tengo otro hermano u hermana de sangre. Espero que, si alguna vez se cruza con ella por la calle, un algo irracional le haga sentir rechazo y antipatía, como cuando un perro gruñe al percibir una amenaza en el ambiente, que mi sangre haya servido de detector de ingratos. Ojala me hubiera servido a mí, ojala no hubiera acallado todas las señales y advertencias que zumbaban en mi cabeza, ojala hubiera sabido que todo tiene un precio. La vida te da regalos mágicos pero luego se los cobra, vaya si se los cobra, lo estoy pagando con sangre y lágrimas. Lo peor, volvería a hacerlo.
 
 
 
PD: Hoy tuve visita de control de mi clavícula. Sorpresa, palabras textuales: "Lo que a ti te ha pasado no suele ser muy normal, una hebra se ha quedado enganchada a la placa que llevas, tendremos que quitártela y volverte a operar, para ver si se suelta, pero no antes de septiembre". Un año con dolor de clavícula y músculos del brazo para luego a volver a empezar. Hipotecado otro año, otro sueño que se esfuma. No gano para pagar facturas vitales. Ni un respiro, ni un plan intacto, ni un golpe de suerte. Aposté todo al verde y ha salido el rojo sangre y en negro oscuridad. Desafortunado en el juego y desafortunado en amores. Joder, ¿qué será lo próximo?.




sábado, 30 de marzo de 2024

Capítulo 209: Penitencia y calvario

Imagino que, de pequeño, era cristiano por influencia materna; ella creía en Dios, en su bondad, en su justicia y en su omnipotencia. Lo mío era una fe prestada, simple mimetismo, una fe que en cuanto empecé a leer libros perdí a base de empirismo puro y duro. Mi madre tardó algo más en darse cuenta que no hay Dios, ni Rey ni Patria, como rezaban los carlistas. Cuando marchaba descubrió que nadie superior veló por ella. Nadie respondió a sus plegarias, supo que nacemos solos y morimos solos por mucho que alguien sostenga tu mano hasta el final. Un mundo de creencias y fe que acabó el mismo día que ella, años atrás, creyó en la providencia.

Y desde entonces un camino de calvario y penitencia se libra dentro de mí, solo que esta Semana Santa la cruz que llevo a mis espaldas es más pesada y profunda. Debería ser una época en que se propiciara un cambio interior, un arrepentimiento sincero y la renovación espiritual para salir como una nueva persona; pura y libre de pecado y pena. Pero no, yo me siento más triste, atormentado y solo que nunca. Han pasado ya tres meses pero dentro de mí nada ha cambiado. Todo son recuerdos, añoranzas y una rabia que apenas puedo contener. He sido crucificado en vida y mi Poncio Pilatos se ha lavado las manos.

Me siento como si me hubieran robado la vida, como si me hubieran quitado por segunda vez la única cosa que me hacía realmente feliz, solo que en esta ocasión ha cambiado de manos y han dejado en bucle la película de lo que nunca más tendré. 

Más que nunca, estos últimos meses, me he dado cuenta que estoy (estamos) solos. Entiendo que la soledad sea, cada vez más, la peor enfermedad que un ser humano pueda padecer y que no hay remedio efectivo conocido que asegure curarla. Nadie puede recetarte a alguien en particular porque solo uno sabe, mediante prueba y error, qué y quién puede hacerte sentir acompañado. A su vez, necesitar a alguien no implica que esa persona vaya a tener un sentimiento mutuo que le consiga reconfortar tal y como ella te reconforta a ti. No hay dosis, no hay horarios de administración, a veces ni siquiera hay solución alternativa que pueda funcionar y, en la mayoría de las ocasiones, con el tiempo te vuelves inmune o resistente al remedio o hay efectos secundarios. Son pocos los que encuentran la panacea de la felicidad, el elixir de la vida eterna, su otro yo.

Estar solo es una opción, sentirse solo una maldición que no eliges. Los anglosajones, cuyo vocabulario es 300.000 palabras más extenso que el nuestro, tienen dos vocablos para diferenciar ambos sentimientos: alone (estar solo) / lonely ( sentirse solo). Yo siempre he necesitado mi espacio (creo que todos, en mayor o menor medida, lo necesitamos) pero es ahora cuando tengo la sensación de estar más solo que nunca. Una familia disfuncional que aprendió que la mejor manera de no llevarse mal es estar separada, parejas que, a pesar de tener otras virtudes, nunca supieron llenarme emocionalmente, amistades las cuales, igual por no cultivarlas como debiera, hacen lo que creen o pueden y a las que, moralmente, no puedo exigirles más porque el estar es algo que debería ser una elección. 

Por eso, cuando descubres que la vida no tiene por que ser así, que de la nada aparece alguien que demuestra un interés real e ininterrumpido, que la expresión “¿cómo estás?” no es una coletilla o una pregunta retórica, personas como yo, con un déficit de cariño exagerado y afectivamente necesitadas, no hacen más que volverse satélites de ese nuevo planeta. 

Gracias eso fui capaz de ser feliz contra viento y marea. Por ese motivo no necesitaba más que una rosa y un asteroide flotando en mitad de la nada donde posar mis pies para poder soportar ver como todo mi mundo se desmoronaba a mi alrededor sin que eso me hiciera perder la sonrisa. Era feliz bajo la tormenta solo porque sabía que estaba ahí. Por eso ahora es tan duro, porque ahora nado en mitad de la nada, expulsado del juego como un impostor cuando tan solo era un simple tripulante que hubiera dado la vida entera por un segundo más en aquel viaje de ensueño.

La soledad con nostalgia es la peor de las combinaciones, un cóctel que desafía la entereza, la lucidez y la capacidad de supervivencia de cualquiera. Donde debería haber lucha solo hay resignación, donde debería haber rencor y odio solo hay recuerdos, donde debería haber olvido solo hay deseo. Sigo sin dormir, sigo maldiciendo las fiestas, sigo echando de menos los mejores días de mi vida, y a pesar que el tiempo pasa, yo sigo estancado en anhelos y eso es el peor Via Crucis posible, porque tras la penitencia y el calvario no hay resurrección, no hay milagro, no hay ángel de dorada estampa que venga, me coja la mano y me diga: Ya no estás solo. No volverás a estarlo. Estoy aquí de nuevo.

viernes, 8 de marzo de 2024

Capítulo 208: Bola de Drac eterna

"Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Tu amb mi: tots dos junts lluitarem.
Volant, volant, sempre amunt, sempre amunt.
Na-na-na. Mai un amic sol no deixarem."

A veces, en la vida, cuando alguien se va, muere también una parte de ti. Normalmente suelen ser personas que han convivido contigo, seres cercanos o familiares que, de alguna manera, han marcado tu existencia con su conocimiento, su trato o su inspiración. Pero más allá de la impronta que puedan dejar esas personas, cada ser humano crece y toma forma a través de estímulos e influencia de otros referentes que se cruzan en su vida; una mezcolanza de inputs, a cual más variopinto, que terminan por cincelar tu yo real.  

En este caso, hoy he conocido la marcha del "formador" de una gran parte de mi adolescencia, así como de la gran parte de los que fueron mis coetáneos en esos años donde todos eramos tan impresionables. Ha muerto Arika Toriyama, dibujante y creador de las series manga "Dragon Ball" y "Dr. Slump". 

Más allá de la tristeza que me supone su muerte, es doloroso mirar atrás y ver que, la mayoría de los grandes nombres que hicieron de mi infancia un lugar más plácido, ameno y motivador, desaparecen poco a poco y dejan huérfana una parte muy importante de mí. 

Me crié, literalmente, viendo "Bola de Drac". La serie empezó a emitirse en Cataluña en febrero del 1990, y por aquel entonces, mi contacto con la lengua catalana era apenas residual. Eran unos dibujos espectaculares para el época, con unos protagonistas que rompían moldes y que te hacían desear ser ellos. Lejos del espíritu "woke" de hoy en día, en aquel entonces, la historia de dos aprendices de luchadores tutelados por un maestro pervertido y acompañados por una adolescente atractiva y aventurera, era una auténtica locura que nos abrió la mente como ninguna otra serie había hecho hasta el momento. Así aprendimos catalán una generación de chavales, la mayoría hijos de inmigrantes andaluces, y descubrimos los conceptos de la amistad, el esfuerzo, el sacrificio y la constancia. Fueron mucho más que unos simples dibujos animados, fue una fiebre de fotocopias, un acabar pronto los deberes para poder ver otro capítulo y una espera constante para que llegara el siguiente, un puente hacia una nueva forma de ver la vida, el inicio de vocaciones desconocidas y una ruptura de esquemas.

Y los que crecimos entre parques, la hora de los estudios, extraescolares, cómics y Son Goku, fuimos una generación muy feliz. A día de hoy, pasados ya algunos años, soy capaz de cantar de memoria las canciones tanto de "Bola de Drac" como de "Bola de Drac Z", cabecera y cierre incluidas. La esponja que eramos en esos tiempos marcó para siempre lo que somos ahora, y es una de esas cosas que mucha gente, ajena a aquel fenómeno excepcional, nunca entenderá. 

Ha habido personas, muy cercanas a mí tanto física como emocionalmente, que no ha llegado a entender lo importante que fue criarse en un momento como aquel. "Pero qué friki eres". Esa expresión, aparentemente inofensiva, siempre ha guardado un punto de desprecio y desdén como si el hecho de ser ya un adulto implicara una falta de madurez o seriedad por seguir disfrutando de aquel universo. Pero es que leer Ibañez me enseñó a no ponerle puertas a mi imaginación y aprender a dibujar, ver "Bola de Drac" me enseñó a hablar catalán, socializar y romper poco a poco los muros de mi tremenda timidez y a conocer y valorar el significado de la amistad, jugar con bloques de construcción ("Tentes") y playmobils desató mi creatividad y el don de buscar más salidas de las que unas simples instrucciones pudieran indicarme, devorar la bibliografía completa de Terry Pratchett (muchos ignorantes dirán que es un autor infantil) hizo explotar en mí el gusto por la lectura, por la escritura y, por primera vez en mi vida, tuve un ídolo real al que seguir, admirar y en el que desear convertirme. Todos aquellos años sacaron lo mejor de mí, los que me llamaron friki después y no supieron valorarme, lo peor.

Igual tú no entenderás que con 14 años prefiriera cantar "Arare-chan" antes que alguna canción de Raw Alejandro o Bad Bunny, o que ver al Senbei Norimaki (Doctor Slump) echar sangre por la nariz al ver las braguitas a la Señorita Yamabuki me parezca mucho más adecuado que escuchar las explícitas letras de cualquier reggetonero del tres al cuarto. También prefiero pagar 10 euros por una camiseta con Monkey D Luffy en el pecho que 30 por llevar el logo de Dolce&Gabanna o de Jack and Jones y que así parezca que tengo más clase; igual es cosa de "frikis", ¿no?. 

La cuestión es que no se ha muerto alguien cualquiera, se ha muerto una persona que regaló una infancia alucinante a millones de niños sin unos referentes claros ni sanos y que posiblemente forjó la última generación de gente que sabe lo que es el amor, el compromiso, luchar por su ideales y el no rendirse jamás, una generación que sería capaz de levantar las manos para dar su energía vital a quien la necesitara. 

Hoy vuelve a ser un día triste en mi existencia, y van demasiados. Busco motivos y salidas para empezar a ver la luz al final del túnel pero la nostalgia es un lastre demasiado pesado que no deja de arrastrarme hacia la oscuridad. Lo peor es que, incluso viendo como parte de mi vida se difumina, mi gran losa sigue sobre mis espaldas, infiltrándose en cualquier tema de mi vida, llevándome todos los caminos al mismo lugar, a la misma persona. Akira Toriyama creo infinidad de personajes pero siempre me sentí identificado con Krilin. Su historia de personaje secundario, que luchaba con todas sus fuerzas a pesar de ser inferior a todos sus amigos, me hizo ver que el autor construía relatos para gente común. Historias de amor y redención, como cuando el propio Krilin pide como deseo al Dragon Shenron que salve la vida al Androide 18, convirtiéndola en humana y logrando su pequeña victoria, tal vez mucho más importante que la que consiguieron el resto de los héroes. 

Akira transformó un robot en humano. Es una pena que sea demasiado tarde para que vuelva a hacer lo mismo. 

Descansa en paz, Gran Maestro, tu recuerdo y tu esencia perdurarán mucho más allá de cuando nosotros nos hayamos ido, porque tu herencia es una experiencia vital que poder transmitir a las nuevas generaciones para hacer de este un mundo un lugar mejor. 

Me uniré a la búsqueda de las 7 bolas de dragón para obrar el milagro, y sí, volveré a hacerla humana de nuevo. Lo siento.
 

  

 


viernes, 1 de marzo de 2024

Capítulo 207: Superado

Todavía tiemblo. Imagino que ninguna familia es perfecta pero la mía se sostenía sobre un único pilar. El equilibrio económico, emocional, el nexo de unión entre gente muy distinta lo aportaba la única persona que sabía dar lo que es imprescindible: amor. 

Pero todo eso se vino abajo el  día que se activó su cuenta atrás. Cuando desapareció todo fue oscuridad y gente extraña y, aquella persona que había estado siempre a su sombra, finalmente se quitó la máscara liberando el ser lúgubre que llevaba dentro. 

He conocido muchas personas tóxicas, egoístas, narcisistas y déspotas, pero nunca pensé que la peor de ellas la tendría, por desgracia, tan cerca en mi vida. Es como una maldición y un castigo, imagino que por no ser la mejor persona del mundo, por engañar y engañarme tanto, por no ser justo y tener una tendencia enfermiza a lo complicado, lo insano y lo roto.

Normalmente, las personas más insignificantes y limitadas, aquellas que han vivido siempre entre la mediocridad y las sombras, cuando obtienen algo de poder se convierten en el peor de los monstruos. Esa necesidad de sentirse superiores por una vez en la vida, de devolver todos esos años en los que no han podido mirar hacia arriba y se han sentido insignificantes, años soñando con el día en que por fin hubiera alguien por debajo de ellos y se volvieran las tornas. Ignorantes, inseguros, buscadores de grandeza, quiero y no puedo de la vida deseosos de devolver todas esas humillaciones multiplicadas por tres en lugar de simpatizar con los que estuvieron una vez en su lugar.

Yo, por mis malas decisiones, llevo estos años siendo la cabeza de turco de una de las peores personas que he conocido en mi vida. Hoy se le llama buying, acoso, maltrato psicológico, pero toda la vida ha conocido como ser un hijo de la gran puta, un dictador, un psicópata sin escrúpulos. Aguanto porque no puedo hacer otra cosa, porque he llegado a un punto donde todo mi entorno se ha derrumbado hasta tal punto que no puedo hacer nada más que soportarlo y esperar que pronto, el destino, me libere de esta pesadilla. 

Hay gente que es mala por naturaleza, estirpes y linajes que llevan el veneno en la sangre y que ni sienten ni padecen ante sus actos. Unas mentes trastornadas, ajenas al bien y al mal, que desconocen el concepto empatía y que nada ni nadie consigue hacerles ver la sin razón de sus comportamientos o forma de pensar. No se puede hablar con ellos, no se les puede hacer razonar, no entienden más lógica ni razón que la suya, son impermeables al sufrimiento ajeno. Estás con ellos o en su contra, transiges con sus ordenes y mandamientos o eres un elemento a eliminar, un traidor y un enemigo, una simple alimaña a la que despreciar y desposeer de su carácter humano para facilitar el odio.

Sufro regularmente este acoso de la persona de la que menos debería sufrirlo, fue su elección. Hay un sentimiento anquilosado por no haber salido a su imagen y semejanza. Es duro lidiar con acusaciones y amenazas de alguien que se sabe por encima de ti, de no poder decir las cosas que uno quiere, de no poder poner en su sitio a quien vive en una burbuja de irrealidad y fantasías, creadas para sentir que su bota de hierro pisotea con fuerza y justicia la voluntad y razones de quien no merece ser escuchado. No hay nadie peor que aquel que cree que posee el conocimiento absoluto, que es dueño y señor de la verdad, el discurso y de la sentencia final. 

Ningún ser humano debería poner al resto por delante de su propia sangre. Quien reniega de los únicos seres que van a estar de forma incondicional merece el peor de los castigos: la soledad. No se puede comprar el amor, no se puede exigir el cariño, son cosas que uno debe ganárselas con la misma moneda y que jamás supo hacer. Nunca tendrá su carisma, nunca tendrá su bondad, no conseguirá que la gente le quiera por lo que es y mucho menos por lo que pretende aparentar. Cuando no sabes diferenciar entre buenas intenciones, consejos y palabras veraces por muy dolorosas que sean, entonces estás abocado un mundo de farsantes, mentirosos, impostores y gente que sacará provecho de tu frágil personalidad, y lo tendrás bien merecido. 

A veces noto esa ira por mis venas, siento esa personalidad que nunca pedí oculta tras mi endeble escudo de paciencia y me maldigo. No quiero ser como él. Por  suerte tuve quien terminó de completarme y su naturaleza afable y generosa compensa con creces ese lado oscuro del que tanto me avergüenzo. Solo sé que quiero escapar de sus garras lo antes posible, que tantos años  de  sumisión no han conseguido hacerme inmune y me sigue afectando como el primer día. Me consuela que sus seres más queridos, si es que alguna vez los quiso de verdad, hayan podido huir hace tiempo y que la persona que más lo sufrió por fin descanse en paz y no pueda ver en lo que finalmente se ha convertido. 

Me he dado cuenta que siempre he acabado en manos de gente tóxica y manipuladora. He creído tener el control pero ha sido una mera ilusión de lo que realmente ha sucedido. He intentado agradar a los que menos se lo han merecido, inconscientemente he pensado que cumpliendo todos sus deseos conseguiría sumar a sus ojos, que claudicar ante todas las imposiciones cuando no aceptaban un no por respuesta les demostraría la clase de persona que era, que me ganaría su corazón eternamente. Y no, mi error fue pensar que alguien que quiere controlarlo todo y exige que estén incondicionalmente por y para él/ella van a tener suficiente con lo que ya tienen. Estas personas no tienen fondo, su ego es tan grande que incluso su generosidad está hecha para vanagloriarse a sí mismos. Nunca tienen bastante, nadie es suficiente, seguir luchando por su aceptación es humillarse y la propia autodestrucción. Sus conciencias seguirán inquebrantables porque no hay más razón que su propios pensamientos, su capacidad de autoconvencerse es suficiente para que la realidad imperante sea la suya. No puedes luchar contra ellos, nunca reconocerán un error, nunca se sentirán culpables, no les harás cambiar de opinión. La única solución es salir de sus vidas. 

En el pecado llevo la penitencia. Mi luz y mi oscuridad eran la misma persona con cuerpos distintos. A lo que me agarré para huir de un mundo de tristeza y vejaciones me dio la espalda de la misma manera. Psicológicamente estoy destrozado, no soy ni la sombra de lo que un día fui. Cuando falte del todo en su vidas, ¿qué pasará?. ¿Me echarán de menos o solo echarán en falta lo que les hacía sentir?. Quererlos como a nadie, ser capaz de dejarlo todo, mostrarles el daño que eran capaces de hacerme cuando mostraban su crueldad hacía mí, ¿será eso lo que más añoren cuando no esté?. 

No, porque al igual que un espejo, siempre encontrarán la luz de algún otro con el que creer que lo suyo es poder brillar.


martes, 20 de febrero de 2024

Capítulo 206: Past & Pain (II)

El pasado ha sido borrado. El futuro nunca ha ocurrido. No está presente. 

"1984" ha sido un descubrimiento. Entiendo por qué este libro estuvo censurado en EE.UU por pro-comunista y en la U.R.S.S. por anti-comunista, y sigue estándolo en Kenia, Bielorrusia y China. 

Más allá de su crítica al Totalitarismo y la salvaje idea de un Gran Hermano que controla toda la sociedad, "1984" me ha parecido un trágico libro de amor que, leído bajo ciertas circunstancias, deja un amargo sabor de boca a todo aquel que pasa por una situación parecida. 

Han reescrito mi pasado. Suele pasar cuando en una guerra hay un vencedor y un vencido. El ganador tiene el derecho y el poder de reescribir la historia, al perdedor no le queda nada, nadie quiere escuchar su realidad. Pero cuando reescribes la historia lo primero que muere es la verdad. 

Cuando pienso en todo lo sucedió, lo que se dijo, lo que se prometió, lo que sentimos, tengo una mayor seguridad de no estar loco. Como dice el libro, encontrarse en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significa estar loco. Hay verdad y lo que no es verdad, y si uno se aferra a la verdad incluso contra el mundo entero, uno no está loco. Yo sé lo que fue. 

El problema es que puedo conocer la verdad de lo que había, pero si supiera la verdad del por qué luego todo fue así (como me sugirió K), posiblemente no seguiría escribiendo ni una letra de todo esto. El castillo que parecía tener sólidos cimientos en realidad solo tenía como base inestables naipes en un difícil equilibrio, que aguantaron por un motivo que creo conocer. Solo cuando, cansado de esperar, empecé a tirar de la manta, tiró a bajo todo el edificio, borrando pasado presente y futuro, sepultando pruebas, los motivos y volatilizando la existencia de todo aquello en todas partes menos en una, en mi cabeza. Es el único lugar que no podía controlar. La cuestión es, ¿tanto me acerqué que al final no le quedó otra que arrasarlo todo?. Lo “bueno” es que tuvo todo el tiempo del mundo para hacer la mudanza.

Pero el que controla el pasado controla el futuro, y el que controla el presente controla el pasado. El problema es que quien gana tiene el suficiente poder para reformular ese pasado. Cuando te engañas a ti mismo pensando que pasó algo para tomar esa decisión, das por cierto que todos los demás están viendo lo mismo que tú, pero la realidad existe en cada mente humana y en ningún otro sitio más. Por eso nunca hubo testigos, por eso mi existencia se limitó a ser un acto de fe, por eso hoy nadie puede cuestionarle lo que hizo.

No existo porque yo no formé parte del todo, solo lo colectivo es inmortal y puede captar la realidad. Por eso nunca existí ni existieron mis pensamientos o mi lugar, mis razones y mi voz, mis esfuerzos o mi dedicación. Todo eso ya solo son cenizas al viento. Desapareceré por completo de esta historia, la posteridad no sabrá nada de mí o lo que realmente fui. Seré una anécdota a contar cuando pregunten por su vida. Por eso me duele tanto, porque si ya he desaparecido, ¿qué importancia tiene lo que esté escribiendo o pensando y para quién lo esté haciendo?. 

Yo solo quise una cosa, haber podido luchar. No este ejercicio de autocompasión y constreñimiento para que acabe mi dolor y poder sentirme libre. Merecía la oportunidad de luchar, de poder hacer frente una etapa difícil por la que supuestamente se pasaba y tener el derecho de cambiar lo que hubiera sido necesario, una oportunidad ganada a pulso con los años y mi dedicación incondicional. Yo siempre construí, yo quería mi casa, no un alquiler. Nadie lo deja todo por un simple capricho terrenal. El sacrificio solo se puede realizar cuando uno es consciente de tener que hacerlo, porque nadie en su sano juicio cambia algo que le dicen que va bien. Cuando no te dicen la verdad, cuando no hay ganas, los pequeños obstáculos del día a día que a veces complican tu existencia (la vida no es un camino de rosas) no se pueden hablar, ni se pueden arreglar, ni compensar ni superar. Una planta no se seca de un día para otro sin mostrar los síntomas en sus hojas, a menos que hagas lo indecible para ocultar esas señales porque desees que muera de sed y que, por mucha agua que tengas guardada para ella, sea inútil salvarla porque te lo reprochen cuando ya es demasiado tarde. 

Negar la posibilidad de ver otra salida, otras opciones, negar un ejercicio de resiliencia, superación y esfuerzo para salir más fuertes que nunca, a eso se le llama cobardía. Sí, en la vida hay altibajos, momentos en los que cuesta seguir adelante, pero lo que importa son las relaciones humanas, y un gesto completamente espontáneo, un abrazo, una lágrima, una palabra cariñosa dirigida a alguien afligido, poseen un valor en sí. 

Hasta en esos momento de reflexión sobre la vida, cuando se flaquea o se duda, siempre hay algo a lo que recurrir por muy emocionalmente perdido que estés. Cuando se ama a alguien, se le ama por él mismo, y si no hay nada más que darle, siempre se le puede dar amor.

Hubiera luchado y te hubiera protegido de todas las balas del mundo rodeándote con mis brazos aunque mi armadura hubiera sido de papel. 

El libro es duro, reflexivo, descorazonador, pero su historia de amor es como una gran bofetada en la cara, una fría realidad que jamás hubiera creído de no ser porque los futuros distópicos cada vez lo son menos y esa historia, por otra retorcida coincidencia, ya la he vivido.

¿Qué pasaría si supiera la verdad, la que nunca me atreví a preguntar y que dudo que sepa jamás?. Todo se limita a pasado y dolor. Si la vida me diera 10 minutos de una de esas Telepantallas del Gran Hermano posiblemente los 2 minutos del Odio se transformarían en una eternidad de gritos, golpes e insultos y quemaría y borraría todo esto, arrepintiéndome de todas las horas que estoy malgastando en ello. Y eso es lo peor, que nunca me he equivocado y se que ahora tampoco.

Apenas 50 días (muchos más lo sé) y se acabaron la señales. Todos mis miedos se han hecho realidad en apenas un suspiro de tiempo. No voy a hacer más spoilers pero en un momento determinado del libro buscan cuál es mayor miedo de cada persona, a lo que más se teme, para usarlo en su contra. Pensé en cuál sería mi punto de fractura y rendición total; si el vértigo, las telarañas, la muerte, la traición... pero descubrí que por encima de todo eso hay una cosa que me causa aún más pavor:

La vida no se justa, hubiera luchado hasta el final, pero me robaron ese derecho. Al final resultó ser verdad que 2+2 son 5 y que 1+1 nunca fue 1 sino 3.


lunes, 19 de febrero de 2024

Capítulo 205: Past & Pain (I)

Febril, como la carta de amor de un preso, así estoy yo, sin ti.

Tras mes y medio sin apenas dormir, apenas comer, múltiples visitas a hospitales, urgencias y rehabilitación, al final he caído. No sé si es gripe o costipado pero me duele todo el cuerpo, no paro de moquear y me siento chafado. Vamos, como hasta ahora pero a nivel físico. De lo otro sigo igual o peor, es un 24/7 de preguntas, recuerdos, sensación de añoranza y rabia, mucha rabia. 

El tiempo no lo cura todo. No es lo mismo pasar 4 días en cama y deshacerte de un virus molesto que te arranquen de cuajo partes de ti y te quedes cojo, ciego o acárdico. La gran diferencia es lo dentro que lo llevarás, lo profundo que hubiera calado en ti.

Algo que nace, crece poco a poco, se infiltra bajo cada poro de tu piel, que con el tiempo pasa a tu sangre y a tu sistema nervioso, late, piensa y respira en armonía contigo, que acaba guiando tus pasos y finalmente lo acabas asimilando como tu otro ser, eso, cuando repentinamente desaparece sin explicación, sin síntomas que te anunciara la gravedad de la situación, sin poder poner remedio, eso es la muerte en vida. Y ni el tiempo ni el sentido común pueden hacerte recuperar la vitalidad de la que un día disfrutaste. Secuelas terribles que nada ni nadie podrá evitar.

Pero si para ti solo fue un rasguño, un corte superficial, si tu piel, a pesar de ser suave y estar dorada por el sol, es dura e impermeable, esa “accidente” se cura tapándolo cierto tiempo y sobretodo evitando que vuelva a ocurrir. Y si tienes a alguien que pueda lamer tus heridas, curarlas y darles calor, en dos días ni siquiera recordarás qué te ocurrió porque no dejará ni marca. No somos iguales.

A base de vida y experiencias, no siempre las más positivas, aprendí ciertas cosas sobre lo que los médicos llaman la Escala del Dolor o EVA (Escala visual analógica). Es el baremo que utilizan para intentar valorar el grado dolor que sufren sus pacientes para poder determinar el tratamiento más adecuado en cada caso. En esa escala hay cuatro tramos: ausencia de dolor, moderado, severo y máximo dolor. Lo excepcional del caso es que el dolor no puede ser cuantificado de forma categórica, sino que se trata de una ponderación basada en sensaciones emocionales ya que cada uno lo vive de una forma determinada. Lo que para una persona puede ser una punzada para otra puede significar el dolor más extremo ya que la resiliencia y el umbral de dolor de cada uno es completamente distinto y personal.

Por ello es tan injusto que, generalmente los que nos causan ese dolor, valoren lo soportable que es en sí el dolor que han inflingido, nos digan lo que tardaremos en superarlo y sean absolutamente ajenos a él siendo algo que han provocado. Y lo peor es que, una vez sufres ese dolor por el motivo específico, haya un dolor incluso más terrible que es el proviene de la forma en que se ha gestado el dolor primigenio: el que jamás esperaras que lo causara la persona que lo causó. Es un mal derivado de la traición, de la decepción, del sentirte roto por dentro, del no verlo venir. Por desgracia hay personas que están tan perdidas que ni sufriendo lo indecible son capaces de claudicar o sentir un odio que les permita soltar la mano. Masoquistas se les llama.

Una herida física se cura, un partir consensuado sana, un adiós por la espalda no.

Esta semana pararon el corazón a mi padre y estaba muy asustado por cómo sería el resto de su vida. Cómo decirle que yo sé lo que es eso y lo dura que es la verdad.