viernes, 1 de agosto de 2025

Capítulo 247: Crónica de un error anunciado (Prefacio)

Sí, K, la gran K, todo sentido común y sensatez, me lo advirtió: no es buena idea. Una K que nunca se equivoca, que te mira a los ojos y no te engaña, una K que sabe lo que dice. Pero hay otra k, la k minúscula, que es la k que a veces quiero creer que existe, la que igual se equivoca. K me da consejos sabios, me dice lo que no quiero escuchar, lo que no soy capaz de asumir, por lo menos con una pequeña parte de mi ser. La k me dice que es humana, que solo es lo que piensa, que por qué no puede pasar otra cosa. Es la k que escudriña en mis ojos un deseo de escuchar algo que ansío por oír de sus labios, es una k bondadosa, una k amiga que sabe cuando es mejor no decir toda la verdad y darme vida.    

Es la crónica de un error anunciado, pero en mi caída no he encontrado nada donde agarrarme y no me importa caer más profundo. De entre todas mis desvirtudes hay una mayúscula: la procrastinación. Me miro al espejo y me digo: tienes tiempo, pero se agota. Reacciona. Reinvéntate. Atrévete a dar el paso. Y me quedo quieto, mirando. 

No, no he avanzado, no he dado ni un solo paso. Sigo en aquel 29, que ahora que lo pienso fue casi una broma macabra en forma de número, y veo pasar todo y a todos a mi alrededor mientras yo me quedo atrás.

Lo veo en el gimnasio, lo veo en la serie que acabo de terminar, lo veo en cada parte de ese mundo al que intento esquivar porque ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Cómo me van a pasar cosas buenas si la poca energía que me queda la destino a causas perdidas? Será el primer paso en mucho tiempo y, además de ser una malísima idea, será algo inútil y estéril, pero como que no he tenido ni una buena idea en milenios creo que necesito ya esa chispa que lo haga saltar todo por los aires. 

Soy consciente de todo lo ocurrido, de ese extraño juego de apariciones y desapariciones como si no fuera importante. Sé que sobrevivo porque no sé de la historia la mitad, porque a la vez que me destroza, creo que me protege en cierto modo con pequeños gestos que considero afrentas. Es muy duro vivir así, debo reunir el valor para decir basta. Pero cerrar la puerta y tirar la llave al mar es como eviscerarme yo mismo.

No soy ni capaz de reconstruirme, sabiendo que soy el único que puede hacer algo por mi mismo. Hoy acabé The White Lotus, la segunda temporada. No deja de ser una serie de gente que está años luz de nuestro mundo cotidiano, tan simple y vulgar. Pero tras todo el lujo y apariencias de vidas opuestas hay una cosa que nos afecta a todos de la misma manera: la estabilidad emocional, los celos, la incertidumbre, la inseguridad personal; el amor y el sufrimiento en todos los sentidos. 

Tal vez sea una historia ficticia, un juego maquiavélico para atrapar al espectador, pero si algo busca esta serie es hacerte sentir incómodo y vulnerable, que te des cuenta que la vida es una lucha constante por sobrevivir, donde si no comes, te comen, donde el más débil es hecho pedazos y nadie muestra lástima por él. Todo es egoísmo y gloria personal. Igual la lección que he aprendido de ella no es la más romántica ni la más legítima o la más recta, pero sí la más práctica para mi situación personal actual: haz lo que debas para sentirte bien. 

Sí K, es un error. No gano nada, pero puedo perder lo poco que me quedaba, mi supuesto orgullo. 

No k, no es un error. Hasta ahora he sido un faro apagado, una cueva sin eco, debo mostrar un poco de toda la luz que he estado ocultando, una fracción que pueda marcar un camino de vuelta.

Sí K, lo sé, no hay camino de vuelta. Nunca lo ha habido ni lo va a haber. Hay viajes que se hacen solo en una dirección, porque la decisión se tomó con tiempo. Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. No preguntes, no averigües, tras ciertas puertas no hay más que más dolor. Da igual un día que 2 años, el tiempo no pasa igual para todos. Da igual un día que 2 años, la decisión era irrevocable entonces y hoy. 

Sí k, lo sé, pero ¿y sí esto es diferente?,¿y si yo me gané el derecho a ser diferente?

K/k, ya no tengo miedo, por mucho que me vuelva del revés y me desestabilice hasta un pequeño suspiro. Voy a cometer el error incluso sabiendo que será como escupir a una tempestad. Ciertas puertas solo se abren en un sentido: pueden salir pero tú no entrar. Lo que para mí pueda significar todo, para el mundo es solo un acto de constricción, un capricho de dama que aprende que puede tenerlo todo y desea comprobar si sigue poseyendo su poder. Pero me niego a creer que mi intuición pudiera estar tan equivocada, pues hay caprichos de amor que una dama no debe tener... peor para el Sol...

Tranquila, este error será el primer paso para poner fin a algo que me ha llenado por dentro de demonios y desdicha. Igual es ese acicate que haga que reúna todas las fuerzas que me faltan hoy para que de mis entrañas salgan las palabras justas que me permitan ser libre. Pagar el precio de una libertad para enfrentarme y poder librarme, por fin, del dolor infinito que da la esperanza ciega y la añoranza, y abrazarme de una vez al dolor profundo que me dejará al marchar lo que no fue y nunca ya será.

Pero hoy no puedo, porque mueve mi sangre, mueve mi mente, mueve mis ganas de ser algo más y es la emoción de mi mundo gris. Puedes hacer lo que quieras, puedes decir lo que quieras, no vas a cambiar mi forma de pensar... FSV



  

  

jueves, 15 de mayo de 2025

Capítulo 246: La última noche de nuestra vida

¿Qué pasaría si hoy fuera la última noche de vuestra vida? ¿Qué haríais? ¿Cómo afrontaríais el momento?
Puede que hoy sea la última noche de nuestra vida, quién sabe. 

Me imagino que desconocer un dato tan aterrador nos hace mantenernos cuerdos. No saber que estamos malgastando las últimas horas de algo que no se va a repetir, que tras ello solo quedará la nada más absoluta, como cuando te duermes profundamente y renaces al día siguiente como no hubiera pasado el tiempo, eso, eso es una liberación total.  

Pero saber cuando todo se acaba, no lo quiero ni imaginar. Me gusta dormir, tal vez porque mi vida muchas veces es mejor cuando la sueño que cuando la vivo, por añoranza, por sueños no cumplidos, por lo que sea, pero saber que mi tiempo se consume... eso me desquiciaría. ¿Quién podría dormir? Nos volveríamos locos solo de pensar que no las vamos a aprovechar al máximo. 

En cierta ocasión, cuando lo tenía todo, intentaba aferrarme a esos momentos. Pensaba para mí: "sé consciente de este momento, retenlo, alárgalo, saboréalo poco a poco". Lo intentaba, pero al final me dejaba llevar, pensando en que forzarlo de aquella manera lo estropeaba. Me sentía obligado a vivirlo a una intensidad que no era natural y eso lo corrompía todo.  Y volvía a la inconsciencia, a disfrutar de todo aquello que era para mí, y vivirlo sin más, pensando que lo tendría para siempre. Lo peor de todo es que nunca me llegué a cansar de repetirlo. El día que lo perdí me di cuenta de que no te puedes aferrar a ello como si no hubiera mañana, porque es como intentar retener arena en un puño. Por mucha fuerza que apliques, los granos se van filtrando por los pequeños pliegues de tu mano y acabas por perderla toda, de forma inexorable, hasta acabar con ella vacía. 

Una vez se lo dije: "Sé que estás conmigo mientras encuentras a la persona que buscas, y me temo que no falta mucho. Intentaré darte todos los besos que pueda ahora por si ese día llega pronto y ya no pueda dártelos más". 

¿Y si hoy es la última noche de tu vida? ¿A quién buscarías? ¿Quién es la primera persona en la que has pensado para pasar los últimos momentos de tu existencia?, ¿o simplemente buscarías una paz en solitario, te perderías en una montaña y te sentarías a ver el último amanecer pensando en las cosas buenas que te pasaron? ¿Sentirías pena por ti mismo? 

Yo busqué esa respuesta hoy en el lugar donde mi mente está más clara y centrada: la ducha. El agua me hace fluir las ideas como una cascada imparable, limpia toda distracción, purifica mis sentidos. Y sí, elegí a esa persona, y me vi, en mitad de la noche, llamando furtivamente a su puerta para decirle que tenía que volver a verla una vez más. Sabes que eres tú. 

Me gustaría vivir y tener el valor de esa hipotética persona, la que no tiene nada que perder, la que puede decir todo lo que desea sin pensar en el después, en las consecuencias, en el dolor. 

Pero, ¿y si hoy fuera tu última noche porque lo has elegido tú? Es extraño, pero no me la quito de la cabeza. No, no es extraño, es humano. Merche morirá mañana por la mañana. 

Es la una de la madrugada cuando estoy escribiendo esto. Llevo pensando en ella varios días, hablando con mi hermana, que ha afrontado el día a día, y afrontará el terrible mañana; perderá a una incalculable amiga. Pienso en sus conversaciones, en cómo le habrá mirado a la cara, en si estará intentando grabar los momentos en su mente,  en si hará de tripas corazón para mantener la entereza que Merche se merece, y si logrará, algún día, olvidar algo tan duro. 

Merche ha decidido morir porque no podía más. Porque no tenía esperanzas, no tenía objetivos, no tenía un futuro más allá del dolor, la dependencia y el ir viendo como, poco o poco, dejaba de ser la persona que fue. Mi madre, Merche, dos personas que eran pura luz, sufriendo el final más terrible, de la forma más cruel, entre sufrimiento y desesperanza. 

Hoy he intentado entenderla, y me pongo en su piel. Recuerdo a mi madre querer dormir todo el día, porque durmiendo olvidaba su injusta realidad. Cada despertar era como una puñalada, un bofetón cruel de realidad, que le recordaba que su enfermedad no era un sueño, era un hecho. Entiendo a Merche, ojalá nunca tengamos que estar en su lugar. 

Puedo resultar un cínico o un hipócrita, porque llevo todo el día pensando en mi pequeño mundo imperfecto. Mi hermana dice que no compita con los problemas, que los míos no dejan de ser importantes solo porque los de otra persona lo sean más, pero es imposible. Fui a verla solo una vez, como quien cumple con la cuota, y no puede ocultar mis lágrimas al verla. Y ella se dio cuenta. Fueron unos segundos, pero como con mi madre, ya no era la misma persona, ni por fuera ni por dentro. Pienso en ella y escribo todo esto, como si fuera un jodido influencer que quiere demostrar empatía o casuar ternura al lector, pero no, no lo pretendo. Nadie lee este blog, escribo solo para mí (¿entonces por qué lo publicas y no te lo guardas en algún documento perdido en tu ordenador, puto mentiroso?). 

Me siento culpable de pensar que, esta noche, me meteré en la cama, me iré a dormir, y mañana será otro día. No tengo que madrugar, no tengo planes, tengo todo el mundo para mí y solo una preocupación emocional. Pero ella, para cuando me levante, igual ya no está. No sé qué pasa por mi cabeza, no sé por qué me siento tan mal y culpable, llevo perdido tanto tiempo que ya no sé ni quién soy. 

Merche, mañana serás libre, mañana no tendrás que preguntarte más por qué a ti. No tendrás que luchar por discernir lo que es real y lo que no, ocultar a los demás que todo va bien cuando, parte de tu mente, es lúcida y funcional, y eres consciente de la decisión que te has visto obligada a tomar. Espero que seas feliz sabiendo que todo el dolor se va a acabar, que la vida de mierda que has llevado se va a volver oscuridad y descanso, parte del pasado, y que todos los que han estado a tu lado te han querido tanto que nunca se hubieran cansado de estar junto a ti, tomaras la decisión que tomaras. 

Creo que es el post más largo que he escrito en años, y no puedo parar de escribir porque, cuando lo haga, es como si eso significara que despido definitivamente de ti. Quiero pensar que, de alguna manera, al escribir y pensar en ti, tú puedes estar escuchándome, y bueno, no sé... que no me quiero ir.

Apenas nos conocimos, hablamos alguna vez, y siempre tenías una sonrisa en la cara, pero te agradezco profundamente que quisieras tanto a mi hermana. Espero que esta sea la mejor noche de tu vida, que hayas logrado lo que deseabas, que se acabe el dolor y tan solo quede paz. Muchas gracias por las lecciones de vida que me has enseñado, que son muchas y muy importantes. Igual, con tu marcha no deseada, todavía puedes provocar en mí algo que me ayude a reaccionar y se obre el milagro. Y aunque no sea así, gracias igualmente. 

Sueña con una vida entera esta noche, con la que hubieras deseado, porque en sueños todo vale, todo se puede y también es vivir. Te llevaré en el recuerdo para que no desaparezcas nunca. Prometido. 

¿Y si fuera esta noche la última noche de tu vida? 


 
Va por ti, lo sabes. Tú eres la última noche de mi vida. 

lunes, 12 de mayo de 2025

Capítulo 245: Mi debilidad

Hoy ha sido un buen día, un buen día de mierda, un día, una mierda, todo junto y a la vez por separado. 

Me quise mantener activo y ocupado, y como cuando lanzas una moneda al aire muchas veces, cayó de todos lados. Bueno, malo y peor,  y no precisamente en ese orden. 

Muchas cosas salieron mal, sobre todo una, que va a poner en peligro mis estudios. Otras fueron bien, una honrada compañía, una visita al centro de mi desaparecido universo, comida frugal y deseada, gente que se acuerda de mí. 

Pero otras salieron mal: 4 décimas que me alejan de mis planes, unas clases llenas de gente con la que no tengo nada en común, unas preguntas que sonaron a todo menos a sinceridad. Y lo peor (aunque en mi interior lo peor tiene nombre de veracidad desaparecida) es la decisión de Merche: el jueves va a elegir morir. 

No se puede ser persona, humano, hombre justo y pecador al mismo tiempo, sin caer en la incongruencia y el cinismo constantemente. Es un día difícil de gestionar, más en mi estado, cuando he quemado todos los cartuchos que pudieran darme algo de vida el día de mañana. Estoy aquí sentado y no me queda nada a lo que agarrarme, solo seguir adelante sin un rumbo ilusionante, y sin la certeza de llegar a donde  me he planteado llegar. ¿Lo peor? Me da igual no conseguirlo. 

Soy débil porque mi felicidad no depende de mí, porque cometo errores que me gritan al oído que lo son, porque no sé qué hacer para que la elección sea la correcta. Y soy tan absurdo que ni tan solo sé si tengo alguna opción de acertar. 

La desestabilización ha llegado, puntual a su cita, en forma de interrogatorio  y sin más motivo que la mera curiosidad. Estoy calmado, como quien ha sido mordido por un áspid con una toxina lenta y sigilosa. Apenas duele el mordisco, pero sé que ese veneno se extenderá por todo mi cuerpo y en breve estaré emponzoñado, de arriba abajo, por esa maldición que se llama esperanza. 

No he encontrado el antídoto en todo este tiempo, y a pesar de que debería ser inmune al dolor que forma parte de mí, sigue provocándome episodios de locura y desasosiego que me dan ganas de arrancarme las entrañas, corazón y alma para no sentir más. 

Soy débil porque cuatro frases me van a hacer sobre pensar, porque ni siquiera soy capaz de decir que no a perder la poca dignidad que me quedaba. Es más fuerte que yo, lo será toda la vida, aunque no lo sepa.

Mientras lloro para mis adentros, alguien está en su cama terminando de pensar. Eres muy valiente, Merche, eres todo lo que yo no seré en la vida. Mucha suerte, no a ti, sino a todos los que sentimos pena por tu destino, porque somos tan débiles y tan ilusos que no sabemos que la que debería sentir pena eres tú por nosotros. Pena por no saber que, el día de la gran función final, temblaremos todos como borreguitos, al borde del abismo, mientras tú, mujer encomiable, tuviste el valor de mirarle los ojos y gritar su nombre.  

Merche, todos mis respetos. 

domingo, 11 de mayo de 2025

Capítulo 244: Y no me crees

Debe ser el quinto post que empiezo diciendo que hace mucho que no escribo, que no es por falta de necesidad, sino de piedad y no caer más bajo. Y es que no es verdad eso de "no news, good news".

No me extenderé, no es el día, pero quiero aparecer por aquí. Malo es cuando borro más que escribo, eso quiere decir que o no lo tengo claro o que igual no debería estar aquí. 

Ya qué más da, este blog está más muerto que mis esperanzas. Solo quería contar lo que pudo y no fue este año.

- Pudieron haberse ido los sueños, pero volvieron con más fuerza que nunca. Sigues apareciendo, torturando mi alma y mis ganas de olvidar. Todos ellos son dolorosos, crueles, explicativos. Todo lo que no se cerró ahora retorna al cajón de las cuentas pendientes y me cuenta lo que ya sé, lo que ya me temía. No me dejas ni olvidarte. 

- Puede haber conocido a grandes personas, pero se quedó en un soplo de realidad. Nada encaja, nadie quiere querer ya. Conocidos, traidores, decepciones, personas que su sino es pasar. Estar rodeado por tanta gente y aun así sentirse solo. 

- Pude haber encontrado el camino de mi vida, pero cada vez tengo más dudas. Igual no es el destino, es con quien vayas hacia él. No estoy motivado, pero hay que seguir caminando. Ir a donde no quieres ir sabiendo que no vas a encontrar la felicidad es la peor de las condenas. 

- Pude haber recobrado mi entereza, pero me desmorono. Estoy, literalmente, al borde del colapso total. 

- Pude haber encontrado alternativas, pero he dejado pasar el tiempo. Un tiempo que no va a volver, un tiempo que marca mi piel, mi rostro. Se está haciendo demasiado tarde para lo pronto que es todavía dentro de mí. 

Me gustaría seguir escribiendo, pero mi piano sigue afinado en clave de pena mayor. ¿Por qué he llegado a este punto? ¿por qué el tiempo no cura nada? ¿por qué estoy peor que nunca? 

Una compañera, hace unas semanas, me regaló una flor por haber acabado mi tiempo con ella. Una persona que no me hacía sentir nada más que compañía circunstancial, alguien fácil de olvidar. Pero al regalarme esa flor me hizo llorar. Una don nadie, sin ninguna cosa en común más que el tocarnos estar ahí, desgarró mi frágil armadura, con una puta flor... Hay personas que no te esperas, podría haber sido una gran amiga, ese hombro que todos necesitamos, pero deseo que le vaya muy bien. 

Quedan horas para las dos veces al año. Hace mucho que no disfruto de ese día, porque ya no es mío, porque, aunque nunca fue una fiesta, ahora ya es funeral. Solo temor y decepción. No quiero verlo, no quiero reconocer que, como dice Sabina, todavía tienes esa capacidad de hacerme daño.   

No quiero que el resto de mi vida sea así, porque deambular sin más no es vivir, porque sumar en negativos es restar.  


PD: Y hace poco reapareció esta canción, maldito efecto mariposa... batió las alas y en la otra parte de su mundo causó un cataclismo infinito. 



domingo, 5 de enero de 2025

Capítulo 243: Grandes Ilusiones (Noche de Reyes)

Otra noche de Reyes. De no ser que sigo siendo un niño y lo seré toda la vida, sería una noche más, pero no lo es. Mi capacidad de conservar la esperanza es inversamente proporcional a mi sentido común, y es por ello que este año he hecho las cosas bien y vuelvo a insistir aún con más ganas. He escrito mi carta para los Reyes Magos, y se la he entregado a un paje, al mini-vasquito ( un chavalín con cara de vasco que ya conocía y que, por caprichos de la vida, no ha crecido lo suficiente para su edad). Él la ha dado a una asistenta del rey Melchor y la han depositado en el buzón real. Alea jacta est.

El año pasado no debí hacer bien las cosas, o no debí portarme bien, o sus majestades miraron para otro lado, pero este año me lo he currado, este año me esforcé. Sufrí como nunca, he llorado, he rabiado, me he hundido y he odiado al mundo con todas mis fuerzas, pero seguí adelante. Merezco que mis deseos se hagan realidad porque sigo creyendo en la justicia divina. Por eso creo en vosotros, reyes de oriente, porque lo podéis todo, haced vuestra magia. Esta noche dormiré poco porque estoy muy nervioso, esperaré ansioso los primeros rayos de sol de día, ya que mañana, al despertar, mi vida volverá a empezar.


¿Que qué he pedido este año? Pues he hecho un Mariah Carey:

ALL I WANT FOR XMAS (y Reyes) ITS YOU…

martes, 31 de diciembre de 2024

Capítulo 242: Revelaciones (29d a 29d)

Este año he aprendido que, tristemente, los muertos ya no están, ya no existen. Solo son un puñado de cenizas debajo un árbol o dentro de una bolsa en un pequeño baúl. Son recuerdos imborrables, pero el verdadero esfuerzo debe ser para los vivos. Lo siento, mama.

He aprendido que familia no siempre es lo más importante. A veces se olvidan de que existes, otras son capaces de hacer lo impensable por echarte de sus vidas. Es una lección dura de aprender, pero hay que asimilarla. Ya han pasado 10 años donde la noche que solía ser la más feliz de nuestras vidas la paso solo o lejos de los que son verdaderamente míos. 

He aprendido una sabia lección que Robin Williams dejó plasmada en una frase: “Pensé que la peor cosa en la vida es estar solo. No lo es. La peor cosa en la vida es estar con gente que te hace sentir solo”.

He sido consciente de que el segundo peor año de mi vida tiene mucho en común el peor año de mi vida: perder algo a alguien realmente importante en tu vida. Echo de menos a esas personas, pero creo que he descubierto que lo más echo de menos es la sensación de sentirme querido, importante. Todos necesitamos cariño. Yo lo necesito para ser feliz, para poder con todo lo demás.

He descubierto que los sueños no se cumplen, que solo son maldiciones que te recuerdan aquello que deseas y no lograste alcanzar. Son anhelos incumplidos, es la película que tu mente te hace ver, noche tras noche, para recordarte lo que no tienes en la realidad. He tenido muchos sueños así, por eso que sé lo que quiero, pero ¡joder! duele mucho asumir que nunca llegará. 

He aprendido a que en la vida hay que apostar por aquello donde la suerte intervenga lo menos posible. Debo centrarme en cosas que dependan solo de mí y de mi capacidad como persona, no del destino. La suerte me esquiva, debo aprender a vivir sin ella, a luchar el doble, a ganármelo a pulso y sin ayudas.

Me he dado cuenta de que ha pasado un año, pero en mí no ha pasado ni un día. El olvido se ha olvidado de mí y vivir así una tortura. Debo pasar página, como sea, porque es urgente vivir, como decían nuestras camisetas. Ella tomó nota, yo no.

He aprendido que las expresiones “para siempre”, “no quiero que nunca te vayas”, “solo quiero estar contigo”, “nunca me olvidaré de ti” son expresiones vacuas, no tienen valor. Debía haber aprendido hace tiempo que nada es para siempre y que las personas ya no tienen honor. Una promesa se puede incumplir, una mentira no tiene coste, joder la vida de la gente sale gratis. Otro año más que mi inocencia me la juega. 

He aprendido a vivir sin lo que más me gusta, he aprendido a tener resiliencia, a intentar contener mis frustraciones y convivir con la impotencia y el desasosiego. Me he puesto retos para ponerme a prueba, como dejar el azúcar de forma radical y así endurecer mi camino. Quiero una catarsis por la vía del sufrimiento. Debo perderlo todo para hacerme fuerte, para no volver a sentirme expuesto y frágil. Quien pasa con lo mínimo cae desde menos arriba.

He descubierto que lo que tantos años me hizo feliz ahora ya no me hace sentir igual. Todo lo que tocó se ha marchitado y está corrompido. No solo he perdido la brújula, he perdido los lugares y el camino. No he vuelto a poner un pie en su letra “E”. Debo renovarme o morir, pero no ha sido justo, se jugó siempre en mi campo.

He aprendido que no se puede recuperar lo que no fue nunca tuyo.

He descubierto que puedo lograr lo que me proponga por mí mismo. Aprobé el curso que decidí hacer, he entrado en la nueva etapa que me marqué como meta. También he descubierto que ganar sin tener con quién realmente celebrarlo es peor que perder con alguien que siente y te abraza en tus derrotas.

He vuelto a recordar que la gente está de paso. He conocido este año a más personas de las que conocí en los 7 anteriores y se fueron como llegaron. No me molesta y no me importa porque esta lección ya la tenía aprendida, porque me daba igual y ya que sabía que pasaría. Me apena que la vida sea esto, gente que pasa como pasa el paisaje por la ventanilla de un tren o como las hojas por la calle en un día de viento. Igual soy yo, pero ya no lo sé.

He aprendido que la pena se debe llevar por dentro, porque la gente no quiere saber cómo estás y nadie recordará tu dolor a la mañana siguiente. Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Prefiero dar rabia que dar pena.  

No he aprendido a olvidar, ni a desmitificar, ni a pasar página. Sigo esperando a que pase algo y es el peor error de este año y, me temo, que del siguiente. Ojala pase algo que te borre de pronto.

He reaprendido a no sentirme mal si algo no me sale bien.

He aprendido a saber que no soy capaz de recordar la fecha de un aniversario, pero sí la fecha de una pérdida. Imagino que la felicidad se vive de una forma inconsciente y gozosa, pero la pena se recuerda a sangre y lágrimas. 

He sido consciente de que si quieres que algo se haga, hazlo tú, y si quieres que algo se arregle, cede tú. Imagino que soy el eslabón más débil, veremos que pasa cuando se cambien las tornas.

He vuelto a conocerme en lo personal. Soy capaz de levantar las manos y rendirme, y de marcharme en silencio, sin batallar y sin quemar Roma, sin que la derrota salga más cara para quien venció que para el vencido. Puedo ser la persona más cruel, insensible y destructiva del planeta, pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Sé hacer muchísimo daño, pero soy demasiado sensato como para permitírmelo. 

Estoy aprendiendo a gastar mi dinero en el hoy, no en el mañana. No voy a permitir no disfrutar de los caprichos que me merezco.

Me estoy reconciliando con la música.

He leído muchísimo este año, no sabes lo orgullosa que estarías de mí.

No he aprendido a vivir sin ti.

 

Feliz 2025.


(Dos fechas, dos vidas.) 






miércoles, 27 de noviembre de 2024

Capítulo 241: Te sigo soñando


El mejor sueño, la peor pesadilla. ¿Por qué sigues apareciendo? Ya ha pasado mucho tiempo, deberías haber desaparecido de mi vida. Tengo mil motivos para que quedes anclada en el pasado y que tu recuerdo sea simplemente imágenes dispersas en mi memoria. 

“Albertito, mi Albertito”. ¿Por qué sueño que volverás cuando ya hasta dudo si llegaste a estar? Mi cerebro, tan torpe e ingenuo, empieza a cuestionarse de qué lado está. Siempre creí iba con ella, pero ahora empiezo a descubrir que, alguna parte oscura y rebelde, se ha dado cuenta de a quién debe verdadera pleitesía. Quiso volver, con su imagen dorada pero de rostro borroso, pidiendo aquello que alguna vez fue. Tan solo una pregunta: “¿por qué?” deshizo el hechizo. Desperté. Me despertó. Un cerebro cansado de sufrir un dolor físico insoportable cortó de por lo sano lo que iba a ser un espejismo de nostalgia e irrealidad.

Ya ni en sueños me creo que haya marcha atrás, a pesar de que sigas apareciendo constantemente y a todas horas. Pero por suerte ya hay alguien que vigila por mí, que me cuida cuando me fundo con lo onírico. No me librará de ti, jamás lo hará, pero no acepta que sufra en vano la idealización de lo que ya no existe, de lo que ya nunca volverá a ser igual. 

No puedo olvidarte, nada ni nadie te podrá sustituir, pero tampoco busco ni deseo aquello que te pueda igualar. Murieron y mataste mis ganas de querer, de amar. Tienes el monopolio de mi felicidad, pero no iré a buscarla ni te pediré que me la  devuelvas, aunque seas la única pueda conseguirlo. Seguiré un camino que no quiero andar, dejaré pasar un tiempo que terminará por borrarme de una playa donde ya se escribieron otros nombres sobre el mío. Sé quien eres, sé quien soy, por lo que es mejor seguir sentado en este banco desde donde escribo, dejando que el sol termine de cegar unos ojos que me ven caminar hacia una oscuridad sin ti, pero siempre conmigo.