domingo, 26 de mayo de 2024

Capítulo 219: Simplemente un día más

No, el tiempo no lo cura todo. Hoy sigue siendo un día especial aunque cada vez lo sea para menos gente; la suficiente. 

Que nadie me diga que el tiempo lo cura todo, no cuando la perdida es incalculable e insustituible. El tiempo, cuando el amor ha sido puro y el vínculo se ha forjado con vivencias irrepetibles, no pasa, se detiene enredado entre recuerdos y añoranzas. Quien dice que el tiempo lo cura todo es que nunca ha perdido una parte importante de su vida.

Hoy hubiera hecho 76 años, seguramente malcriando a su nieta, que la llamaría mi yaya favorita, abrazándome en el sofá y consolándome como solo una madre lo sabe hacer, diciéndome que esta vez sí, que el tiempo nos dará la razón, ¿quién mejor que su hijo?, y sintiéndose enormemente orgullosa de la mujer en la que se ha convertido su propia hija, siendo tan buena madre como lo fue ella con nosotros.

El tiempo me ha enseñado que cuando el epicentro de tu vida desaparece uno acaba deambulando sin rumbo en la nada, sin esperanza, sin objetivos. ¿Lo que más echo de menos? El cariño, el sentirme importante para alguien, la ilusión, las ganas.

No se olvidan a personas así, nunca, ni en dos vidas. Lo único que se puede hacer es seguir viviendo con la mitad, sobrevivir sabiendo que lo mejor ya pasó. No volveré a ser tan feliz, no volveré a sentirme tan pleno, solo me queda pensar que una parte ya no volverá pero que ya no sufre, y la otra me hará sufrir  porque no puede volver lo que nunca estuvo.

El tiempo pasará pero no curará nada, y es lo que deseo, que aunque me duela jamás olvidar ni un solo minuto, ni un solo recuerdo, porque es lo que menos te mereces, olvidarte. Estoy dispuesto a pagar el precio.

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