sábado, 4 de mayo de 2024

Capítulo 213: Que la fuerza te acompañe

Hoy es el día de los frikis. Para aquellos que no lo sepan, se eligió este día por coincidir fonéticamente con el famoso lema de los Jedi, de la saga de Star Wars, “may the force be with you” (que la fuerza te acompañe) con la fecha del día de hoy en inglés, “may the forth” (mayo el cuarto día), es decir, 4 de mayo. La explicación está a la altura de las expectativas de una festividad como la de hoy: curiosa, rebuscada, y albergando ciertas dudas como dudoso es el sentimiento de orgullo de pertenecer a este “selecto” club para mucha gente.

Si buscamos la palabra “freak”, origen del concepto “friki”, en el traductor de Google aparece como primer término la palabra  “loco, loca”. Posteriormente, como otros sinónimos coloquiales, encontramos las palabras monstruo, anormal y fenómeno. Y cuando buscamos su derivado “freaky” o “friki”, su acepción hace referencia a algo o alguien raro, extravagante o excéntrico, haciendo incluso alusión a ciertos aspectos despectivos en su significado, definiéndolo como “aquel que practica de forma desmesurada y obsesiva una afición”.

Así que cuando un vocablo nace con un contexto tan cuestionable, a su trayectoria se le augura un futuro poco prometedor, tal y como así ha sido. Decir que alguien es friki es poco más que llamarle (pero de buen rollo ¡eh!) puto bicho raro e inmaduro, gracias pero no, gracias. 

Así me han hecho sentir a mí muchas veces, así me hizo sentir ella. “Eres un friki”. Detrás de una sonrisa y un tono jocoso se escondía un me diviertes, sabes muchas cosas que yo no sé pero tampoco las considero importantes porque no son socialmente valoradas ni cumplen los cánones para poder definirlas como conocimiento real de una persona culta y respetable como las que todos admiramos, pero no te preocupes, eres diferente y, aunque te resta atractivo varonil, no pasa nada, o eso creo. Siempre tuve la sensación de que, de una forma subliminal, me echaba en cara que llevar ropa con las iniciales de alguna marca para masas te hacia más distinguido y maduro que ponerte algo con la imagen de algún personaje del submundo que es el manga o que tener gustos que no encajaran con los estereotipos de su entorno y con los que se había criado me convertía en un chico “curioso”. Creo que nunca me llegó a tomar en serio, respetaba mi mundo pero se negaba categóricamente a conocerlo o probarlo. Me dolía que simplemente aceptara que yo fuera así como un mal menor asumible, ya que sabía que yo no iba a ser el definitivo y que todo esto era algo pasajero que no iba a tener que soportar el resto de su vida. 

Envidiaba a su prima (esta expresión, a pesar de que la voy a utilizar refiriéndome a mí como sujeto, perfectamente podría aplicársele a ella). Su marido era otro friki de manual, de los que llevaban su afición a límites insospechados. Había hecho construir vitrinas a medida para sus figuras y no contemplaba, bajo ningún concepto, coleccionar nada que no estuviera en sus cajas o que estas no estuvieran en un perfecto estado. Pero ella lo quería y estaba encantada con el hobby de su pareja, aún siendo su antítesis. Ella era una chica pija, de gustos caros y refinados, con un concepto de la vida donde la apariencia y la distinción eran su mantra. 

Por eso me creí, como me creí también otras tantas cosas, que el hecho de que me viera como un friki no iba a ser impedimento para que nosotros tuviéramos también un final feliz . A veces le sorprendía que, por gustarme la ciencia ficción, me emocionara a su vez leyendo historias de amor o que le pidiera consejo sobre alguna serie de las que le gustaban a ella, como si eso pudiera ser algo incompatible con el concepto que ella tenía de mí. Creo que jamás entendió que mi mundo interior era tan grande que podía abarcarlo todo, y que mis ganas por compartir cosas con ella hacía que mi mente estuviera excepcionalmente abierta y receptiva, dispuesta a absorber hasta el último gramo de su esencia y de todo aquello que pudiera o quisiera aportarme. Pensé que la de su prima y ese chico y la nuestra eran historias paralelas, pero no, falló un pequeño detalle: un detalle llamado valor y ganas.

Y hoy, cinco meses después, la losa sigue pesando como el primer día. He vuelto a llorar delante de la gente sin ser visto y he vuelto a ocultar mis ganas de gritar y mandar a todo y a todos a la mierda. Demasiado cerca, demasiados recuerdos, demasiadas marcas imborrables. Me enteré causalmente que se está examinado estos días y ese fue también mi examen. Y lo suspendí vilmente. Nada me hace recuperar las ganas, sigo sin dormir y el halo de su presencia me hace flaquear y volver al punto de partida: todos los caminos me llevan a Roma. Vivir así es deambular por páramos inertes, es como arrastrarse por un mundo que no se para ni te da consuelo. Ver como todo avanza mientras tu sigues atrapado en las lúgubres ciénagas de Dagobah, sin un pequeño maestro que te guíe ni te libere de tu carga, es como ahogarte poco a poco en el pozo de la amargura.

Igual sí soy un friki pero lo que me hace raro no es que crea en galaxias muy, muy lejanas, sino que recuerde como si fuera ayer el verde de tus ojos aunque haya pasado una eternidad. O que lo que me hace ser extravagante no sea que pueda tener una camiseta de One Piece para cada día de la semana, sino el que prefiera un gesto tuyo a cualquier otra deseo que me pueda conceder la vida. Y te aseguro no practico ningún tipo de afición de forma desmesurada ni obsesiva porque lo único que deseo con desmesura y obsesión es a t…

Que la fuerza os acompañe, porque las mías me abandonaron para siempre. Larga agonía y precariedad.




De lo único que me he sentido orgulloso hoy. En tu derrota y en la mía. 


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