viernes, 17 de mayo de 2024

Capítulo 218: Victus Barcelona 2024

Creo que os aburro. Me he sentado a escribir por la necesidad de siempre: no estar en silencio y no escuchar a mi cabeza cuando simplemente me dejo llevar. Es una ocupación obligada. Debo buscar más. Tengo planes a meses vista, pero en mi mundo el tiempo pasa muy muy despacio. Me acuesto a la hora que me iba siempre pero ahora me despierto a la hora que te sueles despertar tú. Dormir 5 horas es un lujo para mí, ya no existe la siesta nunca más. 

Soy un pájaro agorero, negro como un cuervo en mitad de la noche que grazna y trae malas noticias. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Operaron a Merche y no ha ido como todos hubiéramos querido. 24 horas vitales, una espera para confirmar algo que casi se da, por desgracia, por seguro, y a rezar por que no queden secuelas y sí soluciones.

Hay luchas que son desiguales. A veces nos sentamos en la mesa y jugamos con las cartas marcadas; es imposible poder ganar porque todo, circunstancias, destino y poder están en manos del contrario. Cuando no se lucha en igualdad de condiciones no es una pelea digna, es una masacre, una farsa. Que las cosas no dependan de ti, que te toque ser valiente y poner toda la carne en el asador cuando ya es demasiado tarde, porque la suerte está echada y la otra parte ya tiene todas las bazas a su disposición y ya ha movido pieza, es como aletear freneticamente cuando caes al vacío. 

Hoy me intentaron explicar que en estos casos hay que saber asumir la derrota, hay que dejar de luchar vacuamente, como quien intenta parar las olas del mar con las manos, y pasar página. ¿Cómo se puede asumir una derrota cuando lo que pierdes es la vida?. Mi madre, tantas personas que he conocido que hicieron lo imposible por no rendirse. Claudicar no era una opción. Pero cuando sale cruz, sale cruz: ni las ganas, ni el deseo, ni hacerlo por gente a quien no puedes abandonar consigue cambiar las cosas. 

Por eso es tan importante saber cuándo hay que luchar y por qué luchar. Siempre existe un punto en el que estamos a tiempo de hacer algo. Que no os quiten nunca ese derecho y que no os engañen porque, para cuando finalmente descubres el juego de tu oponente, ya no hay nada que hacer o el juego se ha acabado.

Dios quiera, y apelo a Dios porque cuando no quedan respuestas la mística es lo que nos queda como gran último recurso, que Merche salga de esta y salga como merece salir. Espero que el pesimismo que me invade hace tiempo ( yo siempre he dicho que no soy pesimista, solo que tengo un don para ver claro cuando las cosas pueden ser y cuando no) esta vez solo sea un fallo de cálculo. Confío en los doctores, confío en la providencia, en que la voluntad puede mover montañas, aunque sea solo en estos casos. Con Gloria salió cara, a esa victoria me agarro como si fuera un niño de teta. 

Yo he perdido. Pocas veces se habla del desconsuelo del derrotado, de dónde va, de cómo asume la perdida y sus consecuencias, de su duelo, de su futuro inmediato, de las heridas tanto físicas y morales que atormentarán sus pensamientos durante tanto tiempo. Estoy leyendo "Victus: Barcelona 1714" y hablan un poco de todo esto, del trauma de tener que convivir el resto de tu vida con la derrota. Simplemente uno se queda con la terrible sensación de no haber podido hacer más y se maldice por ello eternamente.  

La clave es que el vencedor nunca tiene remordimientos y la indolencia hacia el perdedor acrecienta esa sensación de pesar. El olvido es la mayor humillación del derrotado.

Siempre he creído en las películas, en las historias de los demás, en la gente que ha tenido una segunda oportunidad y la han aprovechado. ¿Por qué a mí nunca se me ha concedido?. Esta vez, esta sí, realmente la quería.

 

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