domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo 139: Crónicas Peregrínicas (I)

Han pasado apenas tres semanas de mi retorno de la aventura santiaguera y todo espíritu de buen samaritano, ansías de caminar y fuerzas telúricas de leyendas templarias con las que me imbuí, han desaparecido como si de fuegos fatuos se tratara. Ahora solo quedan un par de secuelas de lo más variopintas, todas ellas a nivel físico. Algún que otro dolor de tobillos, repudia absoluta al calzado utilizado y color de piel atigrao.

A día de hoy sería el modelo perfecto para un anuncio de United Colors of Benetton. Ya no es solo el moreno paleta habitual en estos casos, la cuestión es que ni siquiera las zonas bronceadas son uniformes. Digamos que, de construirse un Frankestein con trozos de Steve Urkel e Iniesta, el resultado no variaría mucho de mi actual imagen. Caminar siempre dando el mismo lado al sol es otra broma más del Camino.

De todas formas y afortunadamente, también quedan en mi cabeza un sin fin de curiosidades, consejos y anécdotas que, agotando las últimas reservas de generosidad adquiridas en la travesía, narraré de forma altruista a continuación. Buena lectura.


El tópico de las Nacionalidades: 

Cuando alguien os venga con uno de los tópicos habituales sobre nacionalidades y demás, antes de responder eso de "eso es solo un tópico", contar hasta diez o caminar dos semanas junto a gente rara salida del culo del mundo. (Es curioso que se contrarreste el valor de un tópico llamándolo tópico a su vez, ¿irónico, verdad?)

Breve resumen de los pájaros del camino:

-Una irlandesa: Pelirroja y llena de pecas, muy especial ella. Ni media palabra de español y siempre con una botella de vino a mano. Pasó olimpicamente de todo aquel que no viviera en una isla en el Atlántico.

-Un grupo de alemanes: No les vi beber agua jamás. Hasta en los pueblos más desolados acababan con varias latas de cerveza en la mano. A todas horas. Iban siempre juntos, no se relacionaron con nadie más que no fuera kartoffen. Ellos con pinta de vikingos, ellas muy modernas y riquísimas todas (pero tela). Ni para dar las gracias abrían la boca, como mucho alguna hizo un gesto en plan "agradezco lo que has hecho, espero que mi mirada significativa te haya servido de recompensa". Solo una hablaba español, fue sola casi todo el viaje.

-Dos holandesas: Más sosez del Norte. Una rubia y otra Cantinflas. El "holandesismo" y el llevar bigote empiezan a ir siniestramente de la mano.

-Un grupo de italianos: Sabías por donde andaban a todas horas. Se gritaban entre ellos, escandalosos como una mala cosa. Su actitud tendría gracia de no ser que la llevaban a cabo incluso a las 5:30 de la mañana, cuando de forma unánime decidían la hora en que los demás TAMBIÉN debíamos levantarnos. Su vestimenta tan solo podía ser definida como "italianos tenían que ser". Otros que no tiraban de agua, siempre acompañados de vino tinto, hasta para ducharse.

-Un inglés: Ashley, o Ash, como él nos pedía que le llamáramos. Un tío majísimo. Vivió 3 años en Málaga, así que su español y su visión de la buena vida está más que dada por hecho. Muy simpático y pausado, pachorra a más no poder. Se podía hablar de todo con él siempre y cuando no lo pillaras en el bar cogiendo un buen pedal. Como todos los ingleses, no entendía ni palabra a los españoles cuando intentábamos decirle algo en su idioma. En Pamplona decidió hacer el resto del recorrido en bicicleta. Aún y así le adelanté DOS VECES, y eso yo iba A PIE.

-Demasiadas francesas: No sé si fue el Inserso francés o sus maridos divorciados, pero enviaron a un regimiento de gavachas mal folladas tan grande como para tomar Moscú dos veces. Mujeres mayores, en rebaño, secas y mal educadas. Del Bon Jour no las sacabas. Se me colaron una vez en la cola para hacer la cena. Me vengué. Salvó la reputación francesa una chica más joven, la excepción que cumplió la regla.

-Un mexicano: Cansino, muy cansino. Flirteaba con toda la que se le cruzaba. Pelín machista pero de los pocos que sabía algo de las costumbres del Camino y del país que pisaba. De poco le rompo la guitarra en la cabeza la noche que quiso conquistar corazones con su arte musical. ¿He dicho ya que era muy cansino?

-Un grupo de americanos: Jubilados norteamericanos que también vivían en su mundo. No les sacabas de su inglés y solo se relacionaron con los anglosajones. Coincidí con ellos varias veces en la cocina. Ellos hacían la cena, yo la comida del medio día. Grupo bastante cerrado. Menos Bob, que merece capítulo a parte, y que lo tendrá.

-Españoles con cuenta gotas: un donostiarra con afán protagonista y más sobrao que Tarzán nadando en una bañera, era fotógrafo pero tuve que enseñarle a quitar el flash a su cámara compacta, unos valencianos soseras que iban a su bola, unas catalanas muy majas que me salvaron el pescuezo un par de noches con el tema de los albergues, y alguna que otra pareja más que hizo su propio camino al margén de la comunicación. Como los de Intereconomía se enteren de la poca unión nacional que hay en el Camino, lo excomulgan.

No se puede generalizar, pero en momentos así te das cuenta que cada uno es de su padre y de su madre, y estamos cortados a ojo y semejanza del lugar donde nacemos y sobre todo, de donde pacemos. 


Blisters and snoring: 

Dos términos básicos para sobrevivir al Camino. Si no los conoces los aprendes, si ya sabes por donde va la cosa, los sufres igual. Has de estar concienciado porque es vital para llegar entero a tu destino y sobre todo, para no acabar marginado en algún albergue ya que suponen el 75% de las conversaciones que tendrás con el resto de los peregrinos. O tú acabas con ellos o ellos acaban contigo. Es como llevar un Alien, no lo sientes hasta que te estalla en todo el cogollo del asunto.

 
La lluvia siempre cae hacia arriba

Ya lo dijo una vez Terry Pratchett, caminar bajo la lluvia está sobre valorado. Caminar bajo la lluvia en plena montaña, está sobre sobre valorado. Llevar gafas lloviendo en plena montaña es una pesadilla inenarrable.

Varios consejos básicos: primero, intentar llevar el máximo de ropa impermeable. De no poder ser así, si se moja la ropa, el propio sudor del cuerpo la irá secando cuando amaine un poco la lluvia. Si llevas ropa impermeable un trozo y en otro no, cueces medio cuerpo en tu propio calor e hipotermias el otro medio con el agua y el viento. Así que la jodienda es completa.

Nunca, nunca, saltar charcos para no mojar el calzado, es de gilipollas. Con una mochila pesada a la espalda lo más probable es que al posar el primer pie de apoyo te desequilibres y acabes de morros contra el suelo con una mano sangrando, la cadera amoratada y con pinta de caracol intentando cruzar la calle. El orgullo se cura rápido, el resto no. Ni una pregunta de cómo he podido aportar una información tan detallada al respeto, ni una.

Sí llueve y estás en zona montañosa, lo mejor es usar dos palos como apoyo. Si no tienes dos palos, lo mejor es usar un palo e ir alternándolo de mano. Si no tienes un palo, da pasos cortos y haz fuerza con las piernas. Si no tienes dos piernas, a saltitos con la que tengas. Si no tienes piernas, Hodor.


Puente de la Reina / Estella 

El Ying y el Yang. Dicen que el peregrinaje es un acto de fe, que en realidad no son unas vacaciones, no eres un turista en el amplio sentido de la palabra. Caminas para conseguir llegar a tu destinos, lo sufres, lo peleas. Es por ello que, después de 6 o 7 horas de camino, deseas encontrar un lugar donde te den cobijo y donde recuperar las fuerzas, tanto físicas como morales. Por ello te vas a dormir a las 10 y a las 8 de la mañana ya estás fuera, porque no son hoteles, y por ello compartes habitación con más gente, porque ellos son como tú y tienen una misma necesidad y mentalidad.

Pero al parecer, en apenas 20 km de distancia, las cosas son muy distintas. Mientras en Puente de la Reina, lugar donde se junta el Camino Navarro y el Camino Aragonés, son una panda de ladrones, en Estella, la atención roza lo humano y lo divino.

Sí, voy a gritar a los 4 vientos que Puente de la Reina es una villa de timadores y ladrones. En la única farmacia del pueblo nos cobraron una vendas un euro y medio más caras que en el precio que aparecía en la caja registradora, que pude ver de soslayo.Y 10 minutos más tarde, el frutero de único supermercado del lugar, el cual no me dejó elegir la fruta que quería comprar, me vendió un melocotón con una picada podrida donde cabían dos dedos, escondiendo el agujero a propósito y sonriendo como si me vendiera oro en paño. Contando que a su vez alguien me robó mi única sudadera, a la que le tenía mucho cariño, acabé de Puentes y Reinas hasta las gónadas. ¿Así se recibe a la gente que te da de comer y engrandece la fama de tu pueblo? No paréis allí, pasad de largo.

En cambio, en Estella, tuve la suerte de dormir en el mejor albergue en el que he estado jamás. Pertenece a la Asociación Anfas y a pesar de no ser un lugar de lo más selecto, el trato, los voluntarios y el servicio que nos ofrecieron desde el primer momento son dignos de ser contados una y otra vez.

Lugares así te hacen sentir el verdadero espíritu del Camino, te incitan a ser más generoso, a querer hacer algo por el prójimo de la misma manera que esas personas, anónimas y que nunca más volverán a verte, lo hacen por ti.

Allí, una persona que en otro lugar del mundo no le hubiera dejado ni tomarme la temperatura, curó mi blister mejor que cualquier médico atravesándola con una aguja y desde ese momento no volvió a molestarme. Yo intenté compensar esa generosidad aportando mi granito de arena, empezando por dar la mitad de lo que había cocinado a sus chicos, comprándo allí la vieira para la mochila y lanzándoles la promesa de extender su buen nombre allá donde fuera.

Espero estar cumpliendo un poco mi la palabra ahora mismo con lo que animo a todo aquel que pase por Estella, una ciudad preciosa donde las haya, a hacer noche en ese albergue, que bien ganado se lo tienen.

No creo en el karma ni en la justicia divina, pero a veces debería haber un poco de equilibrio entre las fuerzas que rigen este mundo y hacer que ciertas personas tengan un poco más de suerte de la que hasta ahora han tenido.   

(Fin de la primera parte de Crónicas Peregrínicas)



Frase del día: "Tenía tanto, que darte, tantas cosas, que contarte, tenía tanto amor, guardado para ti" (Nena Daconte)
-Y que cada vez que cada vez que escucho una canción de este grupo, de forma detenida, vea que alguien me advertía a gritos el devenir de las cosas. Nene date cuenta, y yo no me la daba.

Camino despacio pensando volver hacía atrás,
No puedo en la vida las cosas suceden no más...
Aún pregunto que parte de tu destino se quedó conmigo,
Pregunto que parte se quedó por el camino 
 

Tenía tanto que a veces maldigo mi suerte, a veces la maldigo...