viernes, 16 de marzo de 2012

Capítulo 94: Los Idos de Marzo

Tiempos extraños, abyecto devenir. Quizás la culpa la tenga esa primavera incipiente, que nos altera a todos y nos hace pasar del letargo invernal a una explosiva erupción de sentimientos incontrolados y efervescentes. Hormonas en pie de guerra, estados anímicos variables, circunstancias con cola, como los cometas. Ninguno estamos a salvo de las influencias de la vida del planeta, desde los organismos más simples a los mamíferos más evolucionados. En el fondo somos una pieza más de todo este mecanismo de entropia universal y seguimos regidos por las mismas leyes, sin distinguir naturaleza, sexo, morfología o número de ojos.

Esta última semana han sido muchos los acontecimientos han orbitado en torno a mí, como si  de un tiovivo de feria ochentera se tratara. Tal vez sin esa musiquita repetitiva e infernal pero con el incesante subir y bajar de protagonistas de la película de serie B que es mi vida.

Empezó o terminó, según se mire, con un reencuentro largamente aplazado. Un cine, con risas y película mala o peor, como ha de ser, con una vieja amiga que decididamente tiene un pacto con el diablo (ella se mantiene eternamente joven y, a cambio, el diablo puede caminar tranquilo por el Infierno sin que matones a sueldo se hagan un cinturón con su cola).

Vuelta al gimnasio y a la realidad de ser un círculo en un tetris de piezas cuadradas. Hay tres tipos de gimnasios; los que están llenos de tías buenas, los que están llenos de tíos buenos para ligarse a las tías buenas y el mío, los que están llenos de macarras que se gritan en el vestuario y hablan un lenguaje incomprensible incluso para los orcos de Mordor. Fuí a descargar tensión emocional y fue como apagar fuego con gasolina. Quería hacer bici y nadar, y al mirar en la bolsa, ¡su puta madre!, me dejé las toallas. Pensé, me seco con la chaqueta, yo quiero nadar. Vuelvo de la sala, busco el bañador y, ¡su puta madre!, ¿también me he dejado esto?. Pues a la ducha y dos piedras. Me seco como puedo, busco los calzoncillos y ¡...!. Me encanta ir al gimnasio, monos con mallas y tatuajes, optimistas con sobrepeso queriendo bajar un culo que está allí desde los años 50 y la constatación real de que voy al gimnasio que me merezco.

Escribí mails que debía y otros que me apetecía. Curiosamente unos en subida, y otros en bajada. Es posible que a veces se espere demasiado de un medio así, y, con las mismas manos, la misma mente, cuán diferente puede escribir uno. Posteé para empezar una etapa en paz conmigo mismo y el bosque, por fin, dejó ver los árboles. Ahora estoy, ahora no estoy, ahora estoy... mañana, obviamente, no estarás.

Acudí a lo más parecido a una reunión de alcohólicos anónimos de gente que está en paro y necesita reorientación. Caras bajas, timidez y luego un sin fín de confesiones personales que derivaron en un Diario de Patricia con extras de segunda. Conclusión: chavales, la clave está en la informática, aprender a usar el ratón. Gracias por la terapia y por la mañana perdida. Estoy un paso más cerca de convertierme en Edward Norton y montar un Club de la Lucha.

Aparecieron personas y supe de vidas de gente que estaba perdida. Descubrí como algunos han hipotecado sus vidas y la de los demás, de idas y venidas, de uniones y desencuentros. La vida da tantas vueltas como mi tiovivo personal.

Sufrí una gran perdida, otra más. Mi novia peluda decidió vivir eternamente, ya que terminó de repartir todo el amor y fidelidad de la que estaba hecha en este mundo. Se llamaba Lara y era un pequeño leoncillo con genes maños. Cabezona e independiente, vivió como una reina y enseñó a cuatro princesas a no tener miedo a lo desconocido. Les enseñó más que eso. Les enseñó que el cariño no se gana con dos caricias, sino con la constancia y un alma altruista. Dió lo que recibió y supo arrimarse, defender y vigilar por la noche a quién la cuidaba, vigilaba y quería por el día. Que el ejemplo de su vida como animal sirva de reflejo de cómo ha de ser una vida humana. No fue mi perra, pero sí la quise si lo fuera. Lo importante que me hizo sentir y los paseos que disfruté por el mero hecho de caminar por caminar, son buenos recuerdos que jamás olvidaré. Honrémosla como se merece.

Es una semana que me ha alterado, me ha hecho sufrir, llorar, reir, pensar, encontrarme conmigo mismo, despertar, cerrar los ojos. He sentido todo aquello, bueno y malo, que se puede sentir en toda una vida de forma concentrada. Son muchos los idos de marzo, pero yo estoy dispuesto a volver, volver a ser yo sin grietas. Más sensato, más sincero.


Frase del día: "Lara, vamos (señalar el cajón de abajo del servicio) (abrirlo con las patas) (saltar, dar vueltas sobre si misma, arañarte el pantalón ansiosa por que le pongas la correa) (tirar con una fuerza inusitada)(la calle, verla disfrutar)" (Proceso de sacar a la perra a pasear - Al&L)
-Este post está dedicado a su memoria y a la vuestra, ¡ánimo chicas!.      

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