miércoles, 9 de marzo de 2011

Capítulo 48: Vampirize me!

Hacía ya más de cinco años que nadie me vampirizaba (literalmente). Un periodo aterradoramente exagerado para los hipocondríacos, pero exageradamente ridículo para los alérgicos a las agujas.

Y es que en un día de lucidez cuestionable decidí que, para apuntarme al gimnasio, no me vendría mal una revisión un poco más completa que tres auscultaciones al tun tun, y esa decisión a marcardo el devenir de esa mañana.

Tenía hora a las 8.50 am. para el análisis de sangre de marras, y mi otro yo se ha encargado de que no llegara tarde despertándome cada cinco minutos a lo largo de toda la noche. Tras la ducha de rigor, para oler bien en el caso de que me desmayara como un pelele, he afrontado mi camino a la perdición.

El ambulatorio era una fiessssshta, lleno hasta la bandera de entrañables personitas, donde curiosamente yo, era la más joven con varios siglos de ventaja. Tal vez ver a gente tan alegre por allí, valorando y comparando animosamente dolencias en una especie de escala de Richter de los males, me ha tranquilizado.

En esto también ha colaborado el enfermero que nos ha ido llamando para darnos turno en el análisis, ya que me ha hecho sentir como si estuviera en la convocatoria de un Madrid-Barça, ya que antes que a mí ha llamado a David Villa, Sergio Ramos y Ana Busquets, aunque claramente, está última, era el nombre falso que se ha puesto Sergi Busquets para que, 300 abuelos con garrote, no se le echaran encima por haberles provocado un infarto triple anoche.

La espera previa al pinchazo ha sido pavorosa. Aquella puerta no ha parado de abrirse y cerrarse, con un canturreo demencial de números como en aquella famosa canción de las películas de Freddy Krugger :"...uno dos, la aguja va a por tí, tres y cuatro, tu sangre a destajo...". Y lo peor es que, todas la enfermeras que se asomaban, tenían cara de no empezar a tener sentimientos hasta las 11 de la mañana.

Pero es aquí donde el destino me ha deparado una jugada que no esperaba. La persona que ha dicho mi número no era el pequeño Frankestein con migraña. Era la viva imagen de Cristina, una ex pareja, el día que la ví por primera vez. He tenido que mirarle varias veces para asegurarme que no era ella y eso me ha ahorrado los nervios del entrar a la consulta.

No ha sido hasta que, ya sentado y con el brazo estirado, que he empezado a darme cuenta que aquello no me gustaba. Lo bueno es que la chica ha sido muy amable conmigo, incluso ha intentado darme conversación mientras me preparaba, cosa que ha servido de poco, ya que decirme si me iba a comer un donuts o un croisant después de la extracción, no computaba en mi cabeza en aquellos instantes. He de reconocer que, sí en lugar de eso, me llega a decir que si ya no le doy beso tornillo al vernos o que todavía tiene mis calzoncillos de elefantes amarillos y azules en su cómoda, me tiene que sacar sangre con una aspiradora.

Esta vez no miré. Por suerte estoy empezando a diferenciar entre el morbo por las cosas excitantes y el morbo por el morbo de los gilipollas que se marean si ven sangre, y más si es la suya. Lástima que la táctica de morderse un dedo, oir de lejos el susurro de la enfermera, y distraer la vista echando un ojo por la consulta, no haya salido del todo redonda. Mirar para otro lado en una sala donde están sacando sangre a 5 personas más, hace que tengas un 90% de posibilidades de ver brazos de abuelas en plena efervescencia sanguinaria y un 10% de ver tubitos coagulándose como si fuera la cava de Don Perignon Rh+ Gran Reserva de Lestat el Vampiro.

La cuestión es que todo fue bien y rápido, y me he levantado muy digno a por mis cosas. O por lo menos eso he querido creer, ya que la enfermera ha tenido que decir un adios apenas audible con gesto tímido, como si una vez libre de la goma, fuera a salir de allí plan en estampida y sin mirar atrás ni despedirme. Al final, le he agradecido su trato, curiosamente en mí de forma breve y suscinta, y me he ido apretando el algodón en mi brazo como si en lugar de intentar evitar que saliera sangre, temiera desinflarme como un globo.

Resulta paradójico que tema a tan pocas cosas y que un análisis de sangre cause en mi un terror tan irracional. Me imagino que no es lo mismo ver tu sangre que ver la de los demás, y que ciertas personas no estamos hechas para según que cosas, por mucho que en la tele, cine y en los juegos no dejemos de ver litros y litros correr sin que nos conmueva en absoluto.

Doy por hecho que debo ver mi propia sangre como una metáfora de mi vida, y verla correr, verla fluir fuera de mí, revuelve mi propia existencia y me da miedo.

Pero hoy he sido valiente, no más que cualquiera, lo sé, pero este, aunque sea un pequeño paso para la multitud, es un gran paso para mi humanidad.


Frase del día: "¿Siguiente? Yo, vaya, que rápido" (In the Ambulaghetto)
-Recordad, para un atención rápida en la Seguridad Social o vuestro ambulatorio, ir al médico en un día que haya mercadillo en vuestra ciudad. ¡Funciona! A las abuelas les gusta más revolver en montones de ropa que estar de cháchara toda la mañana mientras se hacen pruebas médicas al estilo random.

2 comentarios:

  1. El otro día escuchando La Buena Vida, yo también me acordé de ella. Qué cosa, lo de la vinculación musical. :)

    Tú serías un Dexter regulero, eh. Y yo que quería ser forense! :P

    besos, tote.

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  2. No suelo responder mis propios post, pero cuando ví que destacabas esa canción, me sorprendió mucho. Esa, "En un vapor de carga" y "Magnesia", me hacen acordarme mucho de ella y en como 3 años en la vida de unas personas puede liquidarse de un plumazo sin dejar ni rastro ni media buena intención de por medio. De todas formas me alegro por ella, tal vez esté siguiendo su nueva Buena Vida. Me hubiera gustado saber de ella otra vez, o por lo menos que ella hubiera hecho la intención de saber de mi, pero la vida es como un chiste malo, y estas cosas pasan. Solo espero que sea muy feliz. Tal vez, como dice Joaquin Sabina ( y esta frase va ligada a Valle):"En Comala comprendí, que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver". Un beso mi fle.

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